Teherán en la disyuntiva

Irán: Entre la oportunidad y la firmeza

Las dos lí­neas del régimen iraní­ que hoy pugnan por decidir el destino de Irán deberán poner sus credenciales encima de la mesa antes de los decisivos comicios del mes de junio. En ellos se decide que lí­nea y que rumbo va a seguir una nación en ascenso, una potencia regional emergente que ha sabido zafarse del cero polí­tico y militar en el que querí­a arrinconarla la lí­nea belicista de Bush y conseguir una influencia notable y creciente en Oriente Medio y el mundo musulmán. Teherán no sólo es una figura clave para el régimen sirio u organizaciones como Hezbolá, Hamás o la insurgencia chí­i de Irak, sino que es un referente de cada vez mayor peso para los movimientos islamistas de los paí­ses árabes. Y las relaciones de Teherán con otros polos de poder mundial como China, India, Rusia o Latinoamérica son cada vez más intensas y fructí­feras. La presencia del presidente del parlamento iraní­, Alí­ Lariyani, en la Conferencia de Seguridad de Munich, confirma que a dí­a de hoy, Irán es una potencia con la que debe contarse, guste o no a ciertas potencias y centros de poder.

La disyuntiva que se le resenta al régimen de los ayatolás es qué línea seguir para gestionar el éxito, para mantener e intensificar el ascenso de Irán en la cadena imperialista. Cómo hacerlo frente a los intentos por contener, desviar o limitar la emergencia de Teherán por parte de dos enemigos. Por una parte las poderosas burguesías de los países árabes, recelosas de la influencia de Irán en el mundo musulmán, y que rivalizan con Teherán por ser la cabeza de un proyecto pan-islámico. Por otro lado –y este es el oponente principal- la superpotencia norteamericana, que hace tiempo señaló a los ayatolás como una amenaza creciente para sus intereses en Oriente Medio.El pertinaz recelo con el que el régimen iraní ha acogido los ofrecimientos de la administración Obama no es una cuestión de terquedad. Teherán tiene la certeza de que Washington busca clavar firmemente sus garras en la falla geopolítica que va de El Cairo a Islamabad, pasando por Gaza, Beirut, Bagdad o Kabul. Y también de que la Casa Blanca persigue el objetivo de reestructurar Oriente Medio para poner límites a los hilos de Irán.Al mismo tiempo, la superpotencia está en retroceso, intentando salir del pantano iraquí sin hundirse más y a punto de meterse en el avispero furioso de Afganistán, y Washington necesita la anuencia o la pasividad de Teherán para que la operación no sea más endiabladamente complicada de lo que ya es. Una intensificación de la tensión con Irán en el momento de tan delicado repliegue podría conducir a un colapso norteamericano de consecuencias difícilmente previsibles. Eso también lo contemplan los ayatolás.¿Cómo conducirse en esta situación?. Lo que ha ofrecido la "diplomacia inteligente" del Departamento de Estado para obtener el permiso –aunque sea coyuntural- de Teherán no es un plato para despreciar así como así: la posibilidad de que Irán participe en el diseño y la construcción de una nueva arquitectura de poder para Oriente Medio.La tentación ha seducido a influyentes sectores del régimen iraní, curiosos por explorar por la vía diplomática hasta dónde la Casa Blanca está dispuesta a ceder. Necesitan, claro está, un interlocutor con más cintura que el rígido Ahmadinejad: el clérigo aperturista Mohamed Jatamí, presidente de Irán, cuyo prestigio entre las cancillerías internacionales es mayor que entre los Guardianes de la Revolución.Otros echan la vista a estos años y advierten que la línea firme y sin concesiones de Ahmadinejad es la que mayores éxitos ha proporcionado a Irán. Bajo su dirección, Occidente apenas ha sido capaz de torcer los objetivos internacionales de Irán, ni tampoco su programa nuclear, que Teherán asegura de uso exclusivamente civil pero que EEUU, Europa o Israel denuncian como la intención del régimen iraní de hacerse con el arma atómica. En concordancia con su defensa de las tradiciones islámicas, los clérigos más conservadores aplican la máxima de "si algo funciona, no debe cambiarse".Dos caminos posibles para el régimen. La batalla por decidir cual es el que más conviene a los intereses de Irán acaba de comenzar, y a buen seguro en ella incidirá notablemente el desarrollo de la situación en Oriente Medio y la estrategia que adopte el robusto equipo de estrategas que rodean a la señora Clinton. La elección de mediadores con Irán–como sugería el columnista del Washington Post David Ignatius- de cuadros de la talla de Zinobiew Brezinski excosejero de Seguridad y maestro de estrategas de la superpotencia, confirmaría la estratégic importancia que Washington concede al trato con Teherán.

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