Coordinadora de Campaña de Equo

Inés Sabanés

www.equova.org

¿Cómo valoras lo resultados de las Elecciones Generales?Está claro que se modula el bipartidismo con nuevas fuerzas y parlamentarios que no son de los dos partidos mayoritarios, lo que quiere decir que el PP no ha tenido un gran avance y el PSOE se desmorona. Unos resultados que tienen mucho que ver con la crisis económica y la situación general del paro, que ha determinado la campaña; y un principio de cambio en el bipartidismo tan asentado en nuestro paí­sEn ese contexto, en Equo, más allá de que nos hubiera gustado tener un diputado, a parte del conseguido por Compromí­s-Q, creemos que nos consolidamos y obtenemos una posición de avance que nos permite seguir trabajando con un proyecto claro. ¿Hay un cambio en la correlación de fuerzas?Hay una corrección en el bipartidismo y en algunos elementos de la correlación de fuerzas. Lo que habrá que ver es si tiene que ver más con una situación coyuntural, por lo que han sido las movilizaciones, las crí­ticas sobre el sistema representativo de la democracia… o si se consolida la tendencia a ampliar el arco parlamentario. Es decir, que consideráis los votos de Equo dentro de esa tendencia de rechazo al bipartidismo y búsqueda de otras alternativas…Sí­, sí­, claramente. Y en lo que significa un fin de ciclo, la preparación de una nueva época en la que el debate sobre la democracia representativa y el modelo derivado, inamovible, de la Transición, ha generado la posibilidad y la capacidad de que la gente tenga una visión mucho más amplia.Realmente se ha dado una segunda batalla polí­tica en torno a la valoración de los resultados, porque lo que se ha extendido a través de los principales medios es «la marea azul» del PP, cuando solo han aumentado en 400 mil votos y en muchas ciudades, que han sido históricamente feudos, han perdido votos…De alguna manera, igual que la democracia y sus ví­as de comunicación, la intermediación y monopolio de los partidos, ha sido superada por movimientos que exigen una visión de mucho más mestizaje, y por una ciudadaní­a que no solo quiere conocer respuestas, sino que quiere participar y organizarlas, también el sistema de información y de Internet está en proceso de cambio. Las valoraciones electorales y el desarrollo de la campaña se han hecho con esquemas clásicos desde el bipartidismo y de análisis polí­tico en base a ese criterio mayoritario, por parte de los medios de comunicación. Cuando hay una debate en televisión, como en la valoración de los resultados, se hace como si solo hubiera dos partidos en confrontación, por lo tanto eliminan una serie de detalles, correcciones y tendencias, que marcan que quien sale tocado en estas elecciones también es el PP. No hay una tendencia a la subida. Hay una caí­da del PSOE, pero también hay mucha abstención, gente que no se ha reconciliado con el sistema de democracia participativa, y la aparición de nuevos apoyos a fuerzas más minoritarias. «Hay que reaccionar juntos, pero también respetar la libertad de cada uno, aunque hayan objetivos y conquistas comunes»Y ante esta coyuntura, ¿cuál es el planteamiento de Equo?Es un perí­odo de muchos movimientos y cambios. Por mucho que pueda verse como una situación agónica, de final, consideramos que es un proceso de muchas modificaciones de los espacios sociales, polí­ticos, y, consecuentemente, electorales. Todo pivota en torno a lo que tiene que ver con una democracia blindada y pactada en la Transición, frente a una democracia abierta y con participación del ciudadano. En consecuencia, pensamos que las condiciones del siglo XXI tienen que ver con el modelo de crecimiento, que se ha colapsado, y con la ecologí­a polí­tica. Hay que repensar el modelo de crecimiento en términos globales, en una época de especulación y de crisis en los paí­ses desarrollados, pero también, en todo el planeta, en términos del agotamiento de los recursos y los riesgos de futuro. Son dos planteamientos claves en torno a los que nos proponemos seguir trabajando. ¿Vais a dar la siguiente batalla en las Elecciones Andaluzas?Sí­, pero siendo muy importantes los procesos electorales, lo que más nos importa son los procesos polí­ticos que son estratégicos y de futuro. Pensamos, desde la óptica de la inmediatez electoral, que hay un tiempo y un espacio para introducir criterios muy diferenciados sobre la democracia, la lucha contra la corrupción… claro que hay cosas que se pueden compartir, pero hay otras en las que somos mucho más innovadores. Una es la revisión de la situación interna de los partidos, sus normas y la obligación de todos de rendir cuentas. Hay superar una situación que viene de los 80’s y de la que la polí­tica clásica paga el peaje, de monopolio e intermediación; en definitiva, una relación de partido-sociedad, sin mucho más. Ese debate, hasta consolidar otra relación, que la ciudadaní­a ya está ejerciendo, es una parte fundamental. Y otra es la polí­tica, en la que la ecologí­a no es un complemento que cualquiera se puede arrogar, sino que la contradicción está en el modelo de crecimiento productivista, que en todos sus términos, económicos financieros y productivos, es dilapidador de los recursos. La salida de la crisis tiene que ver con que no se puede seguir insistiendo en más créditos y más consumo como fórmula.Debemos estar más allá de un proceso electoral, porque creemos que es el tiempo de la reformulación de la democracia representativa con la fuerza de la ciudadaní­a, que será la única capaz de vencer el chantaje de los lobbies de poder sobre las polí­ticas. Y por otro lado el tiempo de la ecologí­a polí­tica, no solo como elemento corrector de algunos desmadres, sino como la misma contradicción de hacia dónde nos dirigimos. Y para eso tenemos alternativas de economí­a verde, de energí­as alternativas, cambios en el modelo energético, de buscar ví­as sostenibles en el modelo de producción que pueden, además, crear empleo. Una de las cosas que se ha estado diciendo es que hemos llegado hasta aquí­ porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, pero la realidad es que los que se han beneficiado son unos pocos. ¿No es la redistribución de la riqueza lo principal a la hora de abordar una salida a la crisis?De la riqueza, del consumo y de los recursos naturales. Una cosa no es ajena a la otra, porque te sitúa el problema en términos globales. Durante la campaña he dicho que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, pero se supone que hace referencia a los paí­ses más señalados por la crisis. En todo caso creo que lo que ha habido es un proceso de especulación señalado por el propio descontrol de los sistemas financieros. Pero eso, por otra parte, ha incentivado un modelo consumista y de crecimiento intensivo insostenible, energético, de consumo irracional, basado en el supuesto de los recursos ilimitados, y para eso sí­ que se necesita una nueva conciencia ciudadana. «Pero quien ha vivido por encima de sus posibilidades es quien se ha beneficiado de esa especulación». Que son dos cosas distintas. Lo que pasa es que un modelo que parte de la dilapidación de los recursos acaba en cascada afectando a todo el mundo. Si hay un consumo brutal de energí­a innecesaria es porque el modelo incentiva eso, y quienes se han beneficiado son quienes lo incentivan. Evidentemente no se puede responsabilizar a todo el mundo de eso. Pero ahora todos tenemos que repensar ese modelo, porque nos afecta personalmente, y globalmente al futuro de otras generaciones. En la cumbre de la UE, el resultado ha sido el de colocar a Europa como un agente sin voz ni fuerza en el mundo, a costa de una victoria de los intereses norteamericanos, institucionalizando la intervención polí­tica, como hemos visto en Grecia e Italia, es decir, garantí­a de cobro de los tributos a través del control polí­tico. ¿No es cada vez más urgente la defensa de la soberaní­a del paí­s y de la capacidad de decisión de los ciudadanos para decidir sobre su futuro, frente a las imposiciones exteriores?Soberaní­a de los paí­ses, y de los ciudadanos, claro. Porque los gobiernos y estas cumbres se arrogan decisiones que no han sido previamente o no serán posteriormente consultadas en referéndum, como ha pasado en Grecia. Totalmente de acuerdo.Pero hay un segundo elemento. Hay una evidente asimetrí­a entre los paí­ses a nivel global, atacando, por tierra, mar y aire, lo que era una gran espacio, aún con muchas deficiencias, de protección social, derechos universales y acceso en igualdad de condiciones, a la sanidad, a la educación y a las pensiones. Se está atacando a la lí­nea de flotación del único gran espacio que quedaba en defensa de este acuerdo que permití­a garantí­as, seguridad y bienestar. No es solo una cuestión  puntual por la crisis, sino algo sostenido en lo que está en juego ese modelo que se quiere derrumbar y que ha sido casi civilizatorio para Europa. Desde hace meses se vienen produciendo diferentes gestos de búsqueda de la unidad. La denuncia de los partidos que sufrieron un ataque antidemocrático por parte de la Junta Electoral Central, que rechazó cientos de candidaturas, la rueda de prensa que organizasteis con Escaños en Blanco y Por un Mundo más Justo, denunciando las desigualdades de la Ley Electoral… en esta coyuntura, ¿es la unidad frente al bipartidismo el camino?Hay que reaccionar juntos, pero también respetar la libertad de cada uno, aunque hayan objetivos y conquistas comunes. En el conjunto de lo que podrí­amos denominar fuerzas alternativas, previamente hay que hacer una profunda reflexión y revisar cada uno su casa. Es urgente que hayan acciones y causas comunes, que se construya una red por abajo, sin la presión de una campaña electoral. Pero creo que también se necesita que cada cual haga un análisis de sus errores y expectativas.Pero tanto a nivel social, como sindical y polí­tico… por separado, no hay nadie capaz de dar respuesta, es decir, para enfrentarse al bipartidismo hace falta la unidad. Sí­, sí­. Nada impide la unidad para responder a la que se avecina. Pero también que todas las organizaciones hagan un proceso de reflexión y autocrí­tica de por qué en un contexto de estas caracterí­sticas se ha consolidado una hegemoní­a de las polí­ticas conservadoras y el neoliberalismo. Vamos a reaccionar… vale, pero ¿por qué ha pasado? Hay que trabajar hacia fuera, creando red, pero también hay que trabajar hacia dentro y cambiar.

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