Entrevista a Carmen Parí­s

Incubando la Jota

El año pasado recibió el galardón de los Premios de la Música al Mejor Álbum de Fusión. Pa mi genio, Jotera lo serás tú e Incubando son sus trabajos editados, pero 26 años son los que lleva en la música. Ahora prepara su siguiente disco y en uno de los descansos se ha colado la redacción del DeVerdad digital. La Virgen del Pilar dice que Carmen Parí­s la mezcla… y la mezcla bien.

Trabajas con el jazz, el son cubano, sonidos mediterráneos… ero, ¿qué es lo que tiene la jota, tu piedra angular? A parte de que son mis raíces, he ido comprobando que la jota forma parte del sustrato de muchas músicas que han venido después. La jota está en otros géneros de la cultura ibérica. Muchos españoles que se fueron a Iberoamérica cantaban jotas y puedes encontrar eso en diferentes músicas populares. He descubierto un buen mezclador. Con la jota se pueden hermanar muchas cosas. ¿Nos hemos librado entonces de los que presentaban la jota o la copla como algo casposo? Hombre, claro. Eso ha sido la consecuencia de que después de 40 años de Régimen, que usaba el folclore para sus intereses, lo natural es que todo lo que había usado se desechase. En la transición es normal que la gente estuviera ávida de recibir cosas de fuera y durante mucho tiempo así ha sido, y hemos considerado las raíces de nuestra cultura como algo casposo y pasado de moda. Lo que nos ha pasado con esta “apertura” es que nos ha invadido la cultura anglosajona con su ley de mercado y su imponente maquinaria. Eso ha hecho que olvidásemos las señas de identidad de nuestra cultura, que no es solo el flamenco, está la jota y muchos más palos del folclore que por desinterés de las jóvenes generaciones se estaban perdiendo. Por eso son tan importantes figuras como la de Eliseo Parra. Porque él se dedica a rescatar el folclore y hacer que suene más de hoy, aunque no les mete tanto viaje como les he metido yo a las jotas; introduce sonidos de ahora y mezcla instrumentos de unas Comunidades con otras, y descubres una riqueza de melodías que no se está aprovechando. ¿No hay una forma de entender la fusión como un “calzador” en vez de “el reencuentro de la familia”? Sí. Hay cosas a las que se les llama “fusión” simplemente por que les meten unos violines árabes o una gaita irlandesa, pero la fusión se tiene que dar en la propia concepción de la composición, en el mismo nacimiento de la obra. Por mucha que le metas instrumentos a una melodía pop no deja de ser elementos “pegados”: “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Pero además la Jota ha sido un vehículo de sabiduría popular y de rebelión, como en la Guerra de la Independencia contra la invasión francesa… Efectivamente. Además como es una manifestación del pueblo y de la vida cotidiana, tiene ese sentir, esa conexión con la tierra. La música electrónica o el pop, como concepto, nos ha alejado mucho de la tierra. En vez de ser un elemento más, aunque no toda, pero ha deshumanizado la música, y la música sin humanidad no es música. Pero la Jota también rompe tabúes de la moral dominante: se le da un giro y se habla de ellos… Sí, se salta toda formalidad y las convenciones sociales. Al ser un canto sincero y espontáneo tiene esa capacidad de trascender las convenciones sociales del momento. En el último disco, la última canción es un pupurrí que he hecho con una selección de Jotas de picadillo, que son las que se “pican” el hombre y la mujer, o las Jotas “guarras” que les llaman también. A todo el mundo no le ha parecido bien, a día de hoy todavía no queda bien que diga esas cosas: “a tu madre le he visto la tomatera, a tu padre el pepino y a ti la pera”. Está bien pero para dejarlas en el canto popular, pero no para grabarlas o interpretarlas… Eso es Hablando del disco “Jotera lo serás tú”, dices que has encontrado los mismos elementos en la Jota, en el Chotis o en la Ranchera… En esa misma canción encuentras las tres cosas. El espíritu que se encuentra en el sustrato de las tres músicas se puede aunar. ¿Qué has encontrado musicalmente en ese camino? Lo que tiene de rico como puente nuestra música; muchas cosas en común con otras músicas como las del mediterráneo. Yo he cantado en diferentes países del Mediterráneo, en el África Negra… en Mali un grupo de músicos cuando me oyeron cantar la Jota Mora me preguntaban que si era árabe, o en Egipto que si era griega, o en Palestina que si era judía… y a la vez está Hispanoamérica. ¿En que consistía el proyecto con las 13 Abuelas Indígenas? Eso fue una visión. Al volver de Palestina escribí una canción, “Rompiendo la hora”, que iba a ser el himno de este acontecimiento. Imaginé un evento que fuera una abrazo femenino al Mediterráneo, no solo de mujeres sino femenino, poniendo el corazón y trascendiendo las culturas o religiones. Un evento que se llamara “Desde el Abro hasta el Jordán” y traer artistas de diferentes países mediterráneos en torno al Consejo de las 13 Abuelas Indígenas, que para mi representaban la espiritualidad de la tierra, más allá de las religiones patriarcales, que se guarda en las culturas indígenas que están desapareciendo del Planeta. Esa era mi idea. El Consejo de las 13 Abuelas Indígenas harían una ceremonia de sanación de las aguas a través de los diferentes rituales, que se vertiera al Ebro, y el Ebro, a través del delta lo expandiera al Mediterráneo. Era un acto simbólico, artístico y espiritual… bueno, iba a ser, o mejor, hubiera sido… Como “la madre Tierra que reclama los frutos para ella” que escribe Lorca… Eso es. ¿No salió adelante? Le retiraron el apoyo unos meses antes de que empezara la Expo. Pero las 13 Abuelas vinieron a España igualmente. Yo había hablado con una asociación de mujeres de Barcelona para que ejercieran de anfitrionas, Las hijas de la Arboleda de Gaya, y se pudiera organizar un Congreso con ellas. Y luego caminas por la Zarzuela, un género también ninguneado… Por supuesto, y lo sigue siendo. Esto es consecuencia de la colonización cultural que padecemos. Aunque se le llamara “género chico”, en su momento fue un género muy moderno. Lo que yo he hecho ahora, conceptualmente, lo hacía la Zarzuela en su tiempo, utilizando la música popular para elevarla a “música culta”. En la música, como en el cine, se sufre la losa de las grandes compañías norteamericanas o multinacionales. ¿No deberían impulsarse iniciativas para unir fuerzas frente a ellas? Claro. Además en la música es donde menos organización hay, menos que en el cine o el teatro. Los artistas van cada uno por su cuenta. Sobre todo los que estamos en compañías multinacionales. No hay un espíritu de gremio. Si los artistas, especialmente los que estamos en multinacionales, porque los que están en compañías independientes aún hacen cosas, no ejercemos presión todo se reduce a obtener mejores o peores condiciones en función de lo que vendas. Ahora con la crisis se agudiza esto más, ¿no?, ya está el 5% de los conciertos… Yo les he pagado ya de mi pobre gira, que han sido 26 conciertos en 2 años, el 5% del caché, no de lo que me queda a mi, sino del caché. Cuando yo me enteré, que ya estaba firmado, me dirigí a otros compañeros… algunos se fueron, y otros decían lo de “qué le vamos a hacer”. Es una imposición que no es legal a no ser que haya renegociación de contrato. Han impuesto esta cláusula sin renegociación ninguna. Además con esta crisis, que para mi es otro diseño más, está el chantaje de “no te quejes que los de fuera están peor”, para que tragues un poco más de “esta amarga medicina” Con lo que se cobra de los “rollalties” hace tiempo que se vuelve a los escenarios para “vivir” de la música, aunque hay gente que nunca lo ha dejado de hacer… Es que es la razón de ser de todo esto. Es lo único que puede tener de bueno la crisis. Lo que pasa es que los tentáculos de los poderosos llegan a todos sitios. Aunque un artista debería cobrar los derechos de su obra… Pues mi cuenta es igual a cero, y además debo dinero. Pero la gente reconoce a los artistas que son “carne de escenario” Doy fe. Yo llevo 26 años en los escenarios, lo que pasa es que antes no se me veía. La industria discográfica ha desfigurado la música y con la crisis se ve más. Hoy se ve más que nunca como suben a los escenarios a gente que está sin hacer y el público sabe diferenciar eso.

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