Incertidumbre tras los cambios en Oriente Medio

«En los últimos meses sucedieron la caí­da de los regí­menes polí­ticos de Túnez, Egipto y Libia, y la profunda crisis de los de Siria y Yemen. Aunque los presidentes de estos últimos paí­ses, Bashar al-Assad y Ali Abdula Saleh respectivamente, han prometido hacer reformas, los grupos de oposición siguen tratando de derribarlos para establecer sus propios órganos de gobierno. No obstante, aún está por ver si Siria y Yemen seguirán la estela de Túnez, Egipto y Libia.»

Ben Barry, analista de guerra terrestre en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Reino Unido, iensa que en Siria no se repetirá lo ocurrido en Libia. En su opinión, las potencias occidentales necesitarían el respaldo de países de la región y de la Liga Arabe para llevar a cabo una intervención militar en Siria, y por ahora carecen de ese apoyo. Por tanto, es improbable que en Siria se repita lo sucedido en Libia. Barry también afirma que la crisis de endeudamiento que afrontan las potencias occidentales limita su capacidad para empezar una nueva guerra a corto plazo. (DIARIO DEL PUEBLO) LA JORNADA.- Luego de la serie de ataques perpetrados en México en días recientes, especialmente el que causó más de 50 muertes en el casino Royale de Monterrey, el presente y la historia reciente de Irak adquieren, en nuestro país, una nueva significación. Guardando las distancias, y haya o no una relación causal directa entre esos hechos y el accionar en territorio nacional de agencias estadunidenses especializadas en operaciones de desestabilización y guerra sicológica, la militarización de un entorno nacional y la existencia de un enfrentamiento bélico son factores de aliento, no de disuasión, para la espiral de violencia. Ejemplo claro de ello es la escalada armamentista –no se le puede llamar de otra manera– que han protagonizado las fuerzas del orden y los grupos irregulares al servicio de los cárteles del narcotráfico, fenómeno al que no han sido ajenos los distintos actores policiales, militares y empresariales de Estados Unidos que controlan la producción y la distribución de armas de alto poder China. Diario del Pueblo Predomina la incertidumbre tras los cambios políticos en Oriente Medio Ante los cambios políticos vividos recientemente a orillas del mar Mediterráneo y el mar Rojo, predomina la incertidumbre sobre el futuro de esos países y la región. ¿Efecto dominó? En los últimos meses sucedieron la caída de los regímenes políticos de Túnez, Egipto y Libia, y la profunda crisis de los de Siria y Yemen. Aunque los presidentes de estos últimos países, Bashar al-Assad y Ali Abdula Saleh respectivamente, han prometido hacer reformas, los grupos de oposición siguen tratando de derribarlos para establecer sus propios órganos de gobierno. No obstante, aún está por ver si Siria y Yemen seguirán la estela de Túnez, Egipto y Libia. Jane Kinninmont, investigadora de la región de Oriente Medio y Magreb en el instituto de análisis Chatham House de Londres, considera que la caída del líder libio Muammar Gadafi ha demostrado una vez más el efecto dominó de las actividades antigubernamentales en la región. También sostiene que los grupos de oposición en Siria y Yemen se sienten fortalecidos por la caída de los regímenes de Gadafi en Libia y de Mubarak en Egipto. Ben Barry, analista de guerra terrestre en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Reino Unido, piensa, sin embargo, que en Siria no se repetirá lo ocurrido en Libia. En su opinión, las potencias occidentales necesitarían el respaldo de países de la región y de la Liga Arabe para llevar a cabo una intervención militar en Siria, y por ahora carecen de ese apoyo. Por tanto, es improbable que en Siria se repita lo sucedido en Libia. Barry también afirma que la crisis de endeudamiento que afrontan las potencias occidentales limita su capacidad para empezar una nueva guerra a corto plazo. Un Oriente Medio mas complejo El surgimiento de nuevos gobiernos en las costas del mar Mediterráneo y el mar Rojo ha generado muchas incertidumbres y ha destruido el equilibrio que había, asegura Ted Carpenter, analista del Instituto Cato de Washington. Desde su punto de vista, los nuevos regímenes pueden respetar las viejas políticas a pesar de los cambios de liderazgo, o bien hacerse más extremistas y antioccidentales. Muchos también esperan que el proceso de paz en Oriente Medio se debilite durante algún tiempo por la creciente desconfianza de la población del mundo árabe respecto a Israel. Sin duda, los nuevos gobiernos, al menos al principio de sus mandatos, tratarán de no contradecir a ese sentimiento público. Para J. Peter Pham, director del Centro sobre Africa Michael S. Ansari en el Consejo Atlántico de Washington, el proceso de paz palestino-israelí será incluso más complicado en el futuro. "A corto plazo, la resolución del conflicto se complicará por el hecho de que los nuevos gobiernos, ante la falta de legitimidad establecida y la presión de las masas, a menudo desinformadas, verán muy difícil comprometerse. Además, políticos sin escrúpulos pueden usar técnicas populistas contra los ‘enemigos’ extranjeros para aumentar su propio poder", explica Pham. Trofeos de guerra Las armas siguen humeantes en Libia, pero las potencias extranjeras, que han escoltado a las fuerzas rebeldes de este país en su camino hacia el poder, parece que han empezado a perder la paciencia. Se muestran deseosas de conseguir su "justa porción" del pastel tras invertir tanto en la campaña militar. En una entrevista con el diario francés Aujourd’hui en France/Le Parisien, el ministro galo de Asuntos Exteriores, Alain Juppe, afirmó que la participación de su gobierno en la campaña militar libia era una "inversión de futuro". Sus palabras revelan las verdaderas intenciones de la ofensiva aérea dirigida por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Libia desde mediados de marzo. Francia no es la única nación impaciente por obtener sus trofeos de guerra tras ayudar a derrocar a Gadafi tras 42 años en el poder. La Compañía Británica de Petróleo afirmó recientemente que regresará a Libia para continuar su programa de exploración "cuando las condiciones lo permitan". Al parecer, la petrolera está interesada en ampliar sus inversiones en este país del norte de Africa rico en recursos. A ella se suman otras petroleras de Italia y Alemania, que también han entrado en la carrera por hacerse con contratos energéticos en Libia, especialmente interesantes en estos tiempos de crisis de deuda pública que afronta Europa y ralentización económica global. Estados Unidos también se beneficiará del cambio de régimen en Libia, como prometió el líder de los rebeldes, Mahmoud Jibril, a todos aquellos que ayudan a derrocar a Gadafi. Sin embargo, es muy pronto para decir que la historia de la guerra de Libia tendrá un final feliz. Los analistas consideran que los rebeldes concederán varias prerrogativas y privilegios a las naciones occidentales durante los primeros tiempos de su mandato. A largo plazo, no obstante, es posible que la historia cambie. "Mientras el nuevo gobierno consolide su poder y ponga fin a las turbulencias políticas, puede que reconfigure sus políticas. Los beneficios de las potencias occidentales que participaron en la guerra son sólo temporales. Libia firmará contratos que puedan maximizar sus intereses, de acuerdo con las reglas de juego del mercado", señala Yury Zinin, investigador del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú. Al final, la comunidad internacional descubrirá que la soberanía, la independencia, la autodeterminación y los intereses nacionales son la única opción viable para los pueblos de la región de Oriente Medio. DIARIO DEL PUEBLO. 2-9-2011 México. La Jornada De Irak a México: violencia, injerencia y armamentismo Un atentado suicida perpetrado ayer en una mezquita de Bagdad dejó un saldo de 30 muertos y un número igual de heridos: una lamentable muestra más de que Irak, a más de ocho años de la invasión estadunidense, no ha logrado recuperar la normalidad y la convivencia pacífica. La ocupación militar que siguió a la agresión militar de 2003 se tradujo en una polarizada violencia facciosa que ha dejado centenares de miles de muertos. Diversos analistas han apuntado la posibilidad de que la proliferación de cruentos atentados en las principales ciudades de Irak no haya ocurrido a pesar de la presencia militar estadunidense y británica, sino más bien impulsada por los propios invasores a fin de dividir a la sociedad iraquí, debilitar cualquier intento de resistencia y generar justificaciones para alargar la ocupación. Luego de la serie de ataques perpetrados en México en días recientes, especialmente el que causó más de 50 muertes en el casino Royale de Monterrey, el presente y la historia reciente de Irak adquieren, en nuestro país, una nueva significación. Guardando las distancias, y haya o no una relación causal directa entre esos hechos y el accionar en territorio nacional de agencias estadunidenses especializadas en operaciones de desestabilización y guerra sicológica, la militarización de un entorno nacional y la existencia de un enfrentamiento bélico son factores de aliento, no de disuasión, para la espiral de violencia. Ejemplo claro de ello es la escalada armamentista –no se le puede llamar de otra manera– que han protagonizado las fuerzas del orden y los grupos irregulares al servicio de los cárteles del narcotráfico, fenómeno al que no han sido ajenos los distintos actores policiales, militares y empresariales de Estados Unidos que controlan la producción y la distribución de armas de alto poder, desde fusiles de asalto hasta lanzagranadas múltiples y armamento antiaéreo. Es claro que esos estamentos del país vecino encuentran en el nuestro un contexto favorable para realizar sus objetivos. La descomposición institucional, el descontrol y la descoordinación entre distintos niveles de gobierno constituyen terrenos fértiles para el desarrollo de toda suerte de injerencias. La responsabilidad de Washington en esta circunstancia va mucho más allá de la permisividad del país vecino para con sus comerciantes de armas y del consumo masivo de drogas ilícitas: se extiende a conductas perversas, como la tolerancia, en su propio territorio, a un narcotráfico pacífico –que sólo puede entenderse como resultado de una decisión política de omitir su persecución policial–, y como el doble canal para surtir de armas tanto a las autoridades mexicanas, por medio de la Iniciativa Mérida, como a la delincuencia organizada, por medio del operativo Rápido y furioso. Con esas consideraciones en mente, es claro que la respuesta oficial a las crecientes agresiones contra la población –de las que el mortífero incendio provocado en el casino Royale es, hasta ahora, la muestra más atroz– no puede ser meramente reactiva ni reiterativa de una estrategia clamorosamente señalada de ineficaz: más soldados y policías a las calles, rondas de declaraciones y discursos para decir lo mismo, o acciones de control tardías y propagandísticas, como la reciente ola de cateos, revisiones, embargos y clausuras de casinos en diversas entidades del país. Es preciso cobrar conciencia de la gravedad de la circunstancia y actuar en consecuencia. Más allá de las acciones de soldados, policías y recaudadores de impuestos, se requiere de visión de Estado para reformular la estrategia de seguridad vigente y corregir la cesión de soberanía en que se ha incurrido. LA JORNADA. 29-8-2011

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