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Imprudente espionaje estadounidense resulta contraproducente

La ira europea crece y sus relaciones con Washington resultan más tensas después que España se convirtiera el lunes, como otros aliados estadounidenses en el continente, en presa de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).

Al condenar dicho comportamiento por «inapropiado» e «inaceptable», el ministro de Exteriores español, José Manuel García Margallo, dijo que si los supuestos informes de espionaje son verdaderos, se rompería el «clima de confianza» entre los dos países.

Es cierto que el espionaje no es un hecho novedoso en la comunidad internacional, pero el espionaje al por mayor está todavía considerado como tabú.

Después de las continuas revelaciones del espionaje indiscriminado de Estados Unidos, la senadora Dianne Feinstein, presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, pidió el lunes una «revisión total de todos los programas de inteligencia».

Sin embargo, el daño ya está hecho.

Primero que todo, el imprudente espionaje de EEUU dejó en los europeos el sentimiento de haber sido traicionados por un aliado, ya que descubrieron inesperadamente y a la larga que no son vistos por Washington como socios, sino como una amenaza.

Segundo, el abuso del espionaje estadounidense ha dejado claro que su excusa de que los programas de espionaje tenían como objetivo luchar contra el terrorismo son injustificados.

Mucho peor, su imprudencia ha resultado en un fracaso, que podría poner realmente en peligro sus propios intereses nacionales.

Algunos estudiosos norteamericanos han manifestado que el programa de espionaje ha constituido un asalto directo contra la seguridad nacional de EEUU al minar la habilidad de Washington para actuar hipócritamente sin que nada pasara, erosionando su propia fuerza diplomática que depende grandemente del apoyo de sus aliados.

En realidad, Washington comenzaba a tragar la primera píldora amarga que preparó. En respuesta a las revelaciones sobre el fisgoneo de la NSA en el teléfono de la canciller alemana, Angela Merkel, funcionarios germanos expresaron que Washington podría perder el acceso a una importante herramienta del cumplimiento de la ley utilizada para rastrear el flujo de dinero terrorista.

Además, los sentimientos de traición y desconfianza empañarían la futura cooperación entre la vieja alianza transatlántica.

Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, ha preguntado que «si vamos a las negociaciones y tenemos la sensación de que con quienes negociamos conocen de antemano todo lo que queremos debatir, ¿cómo podría existir la confianza mutua?»

Pese a su ira, los países europeos continuarán considerando el tema prudentemente debido a su interdepentencia política, económica y de seguridad con Washington, intentando mantener el equilibrio entre la dignidad y el negocio.

Por tal motivo, algunos funcionarios de la UE han pedido a Washington reconstruir la confianza con Europa.

También es inteligente para Washington dejar a un lado la sofistería y recuperar la confianza aprendiendo primero a respetar a los demás.

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