La perversión de la profesión médica por los «capitales sanitarios» que son los que activan o no el acto de curar. La implacable ley del «tanto tienes tanto vives» para los enfermos. El mercantilismo, en definitiva, en la concepción y práctica sanitaria ha dado la cara una vez más en una clínica madrileña, por fortuna no a costa de la vida inmediata del afectado, pero con un riesgo altísimo.
Familias obreras que escaan de la deshumanizada sanidad pública, acaban pagando por una medicina personalizada, sí, pero tan personalizada que si te faltan 166,6 euros por pagar, aunque el error no sea tuyo, te suspenden una operación aunque estés ya con la vía puesta y a punto de anestesiar. Esto no es un error puntual, es un pozo por el que se filtran miles de horas de vida y salud de muchos de nosostros. Un error puntual dirán… Sanitas denegó la autorización para una operación de cataratas por el impago del último recibo trimestral, cuando sólo cinco días antes le había autorizado la operación. Claro que el error era de la aseguradora, pero la cuestión es que cuando el enfermo estaba ya preparado para la operación, no hicieron el más mínimo caso de las explicaciones de la mujer del enfermo asegurando el pago. Ya cuando el hijo de la pareja hizo un ingreso urgente, era tarde, la clínica ya había dado paso al resto de operaciones de la mañana. ¿Un error o una norma? Primero sanar, después tratar las cuestiones burocráticas habría sido el verdadero error para la aseguradora. Suspender la operación con un "sentimos muchísimo lo que ha pasado y abriremos una investigación" es lo correcto para quien hace negocio de la salud. No era a vida o muerte, dirán… Pero mienten. El riesgo para la vida de Jesús Pérez fruto de lo ocurrido persistirá incluso después del 2 de noviembre, la cita que le han puesto para volverle a operar. Jesús, a parte de la enfermedad ocular, tiene problemas de corazón. Llevaba quince días sin tomar el Sintrom, la medicación anticoagulante que toman muchos cardiópatas para evitar la formación de trombos. Eso es así para poder operarse sin riesgo de hemorragia fatal. Pues bien, a parte de haber estado quince días sin tratamiento esta vez, lo tendrá que estar para la próxima. Estar sin el Sintrom es un riesgo para la vida de cualquier enfermo del corazón. Que la decisión de Sanitas no ha tenido consecuencias para el enfermo está todavía por ver. Lo hecho es legal, dirán… "Han tratado a mi marido como a un perro por 166 euros", afirma Aurora Gil, su mujer. Esa es la verdad. Quizás por la vía legal no se puede imputar penalmente a los responsables de este hecho, pero se debería poder. ¿Qué tipo de legislación existe en España que permite este tipo de prácticas? ¿Cómo que no se puede legislar sobre la práctica de clínicas privadas y tachar como delito el no atender una necesidad médica: ¡omisión de auxilio! ¡banda organizada para obtener beneficio por encima de la salud! De la misma forma que hay que exigir castigos ejemplares a los corruptos que roban "el pan de todos", se deben exigir lo mismo a quien antepone la cuenta de beneficios a la salud de la gente que tiene en sus manos, convierte a médicos y enfermeras en meros esclavos de la fría ganancia y su aparato burocrático. Cuidado… Cuidado con los que traten, desde la defensa de la sanidad pública, de hacer leña del árbol caído de la sanidad privada. La misma filosofía con diferente porte, el mismo material con diferente vestido, se está implantando en toda la sanidad en España. Se están apoderando de ella unas élites que, desde el poder público, están convirtiendo la salud de todos en una mercancía más, trapicheable, canjeable, y si no es como objeto para el lucro directo de unos pocos, sí como "carne de ahorro presupuestario" al servicio de unos pocos que se lucran, que para el caso es lo mismo. ¿Por qué si no se echan las familias obreras como la de Jesús y Aurora a los brazos de aseguradoras como Sanitas? Lean si no el artículo "El cáncer de la sanidad" a continuación.