Literatura

Imágenes de Praga

«Este libro -dice Banville desde la primera página, para que al lector no le quepa duda alguna- no es una guí­a, ni pretendió serlo». ¿Qué es entonces? «Un puñado de recuerdos, variaciones sobre un tema. Un intento de evocar un lugar por medio del esfuerzo combinado de la memoria y la imaginación. Una triste canción de amor a una amada que nunca podrá corresponder…». «Las ciudades -afirma el escritor irlandés- ejercen una fascinación fuerte y extraña, pero ninguna más extraña ni más fuerte que el influjo de Praga en el corazón del viajero que siente añoranza no de su lugar de origen sino de la ciudad a orillas del Moldava que ha dejado atrás».

Las "imágenes" a las que Banville hace referencia en el título del libro ("ictures" en el original inglés), no se refieren por tanto a las clásicas fotografías de una guía de viajes, sino a esas otras imágenes, las de la memoria y el recuerdo, que constituyen el verdadero trofeo del viajero que intenta arrancar a la ciudad visitada, no su pátina exterior, sino su misterio interior, su "alma". Máxime cuando el viajero no es un simple curioso, un ave de paso que mira distante una colección de objetos bellos o de paisajes atractivos, sino un enamorado que vuelve una y otra vez a ella, en busca de emociones insaciables y de una relación correspondida.A Banville -a diferencia de muchos- no le mueve, exactamente, la tantas veces reiterada y manida "belleza" de Praga. "Se ha escrito mucho acerca de la belleza de Praga -dice-, pero no estoy seguro de que belleza sea el término adecuado que deba aplicarse a esta ciudad misteriosa, diversa, fantástica y absurda a orillas del Moldava, una de las tres capitales de la magia de Europa (las otras dos son Turín y Lyon). Aquí hay encanto, en efecto, pero un encanto apasionadamente contaminado".La Praga de Banville, en efecto, se inspira constantemente en la "Praga mágica", del germanista italiano Angelo Maria Ripellino (un libro que cita profusamente Banville), que imaginó la ciudad como "una provocadora, una libertina, una diablesa". "La coquetería de anticuario, con la que finge haber quedado ya reducida, tan sólo, a una naturaleza muerta -taciturna secuela de pasados esplendores, apagado paisaje en una bola de cristal-, no hace sino aumentar su maleficio. Se insinúa socarrona en el alma con embrujos y enigmas, cuya llave solo ella posee", dice Ripellino.Banville, siguiendo a Ripellino, traspasa la imagen de Praga como "pieza de museo milagrosamente conservada", y parte en busca de la ciudad de "callejones ocultos y comunicaciones infernales… que aún huelen a Edad Media" o de esos cafés y Kaffeehäuser, de los que Kafka decía que en su época eran "las catacumbas de los judíos".El libro se divide en cinco grandes capítulos y un breve epílogo, redactado tras las terribles inundaciones que la ciudad sufrió en el verano de 2002. La primera "imagen" reconstruye la primera visita de Banville, cuando la ciudad estaba todavía "al otro lado del telón de acero", secuestrada y cautiva. Lo que comienza siendo una pequeña aventura en aquel mundo "terrible y absurdo", contada con ironía y ternura, acaba siendo una primera "revelación" del alma de Praga, a través, no de la visita de la ciudad, sino del descubrimiento de la obra fotográfica de Sudek, "un alquimista en esta ciudad de alquimistas". "Praga -dice Banville- tiene hijos más famosos, pero niguno, ni siquiera Kafka, logró captar de forma tan emotiva la esencia de la ciudad, su misterio y su encanto cansado, su belleza trágica, su luz y su sombra, y ese algo entre una cosa y otra, el resplandor peculiar, velado de esta ciudad a orillas del Moldava".En otros capítulos, Banville se sumerge abiertamente en el pasado de "las Tierras Checas", desde la mitología originaria a sus pasajes de máximo esplendor, cuando llegó a ser la capital del Sacro Imperio románico germánico. A Banville le seduce ante todo el período de finales del XVI, la época gloriosa del emperador Rodolfo, protector de artes y letras, nigromante y hechicero, un monarca que reunió en su corte a científicos de la talla de Tycho Brahe y Kepler, pero también a un sinfín de embaucadores y estafadores de toda Europa que prometían el inmediato hallazgo de la piedra filosofal y del elixir de la vida. Banville se recrea en ese ambiente "mágico", que dejó una impronta indeleble en la ciudad."Imágenes de Praga" -incluido en la colección "territorios y escritores" de Herce Editores- es, en definitiva, un viaje de conocimiento, tan recomendable para quienes vayan a viajar a Praga, ya lo hayan hecho o no piensen hacerlo nunca, porque, en definitiva, estamos ante una "ficción" que tiene los mismos "derechos" y la misma calidad que cualquier novela de Banville, hoy por hoy uno de los mejores escritores de Europa.

Deja una respuesta