Perfiles

Ibarrola: tres generaciones de arte y libertad

Madrid se prepara para celebrar como se merece los 80 años de Agustí­n Ibarrola, el gran escultor vasco, que amén de su impresionante obra artí­stica (una de las más importantes de la reciente historia de España) nos deja un extraordinario legado de más de 50 años de lucha indoblegable por la libertad: primero, contra el franquismo (que lo mantuvo encarcelado seis años por comunista) y después, contra el terrorismo y el nacionalismo étnico y excluyente vasco. Un faro de la libertad y un torrente artí­stico que se extiende ya por dos generaciones más, José y Naiel Ibarrola; hijo y nieto.

Si hay un rasgo que identifica y define a Agustín Ibarrola es que siemre ha unido, de forma indisoluble, la libertad creativa que reclama como artista a la libertad política que reclama como ciudadano. No concibe la una sin la otra. Y aun sabiendo el "precio" que hay que pagar por ello, jamás ha retrocedido, ni conciliado, ni se ha refugiado en el silencio o en "su vida privada" o en su "torre de marfil" como artista. Aunque el enemigo de la libertad haya cambiado de cara, él no ha dejado nunca de hacerle frente, de denunciarlo, de combatirlo. Faro de la libertad Agustín Ibarrola nació en 1930 en Basauri (Vizcaya), en el seno de una familia obrera. Durante sus comienzos, compaginó el trabajo en la fábrica con sus pinitos artísticos. En 1950, su encuentro con el gran escultor vasco Oteiza (exiliado en Argentina) significaría un giro decisivo en su obra y el renacimiento de la "escuela vasca". En 1956 marchó a París donde, con José Duarte, Ángel Duarte y José Serrano funda "Equipo 57", uno de los primeros colectivos españoles de vanguardia (influido decisivamente por los constructivistas rusos de los años veinte). Amén de una obra importante, el grupo realizó una constante labor de reflexión teórica, abogando por un profundo cambio de la realidad social, por romper con la tradición del arte como patrimonio de unos pocos. El grupo se disolvió en 1962 tras la detención de Ibarrola. Detenido cuando inauguraba una exposición en Bilbao, fue condenado a nueve años de cárcel, acusado de participar en la creación de las comisiones Obreras de Vizcaya y de militar en el Partido Comunista. En sus seis años en la cárcel de Burgos, Ibarrola continuó, desde su celda, su trabajo artístico de forma clandestina y se integró en el movimiento llamado "Estampa popular". Sus dibujos y grabados de esta época, sacados de forma clandestina de la cárcel, se expusieron en Londres, donde se les comparó con "Los desastres de la guerra" de Goya: Ibarrola había derivado hacia un expresionismo nutrido por sus propias raíces vascas y su compromiso político revolucionario. Esos ingredientes le empujarían después por la vertiente del "muralismo", influido esta vez por la potente corriente muralista mexicana (Siqueiros, etc.). De entonces a acá, Ibarrola ha desarrollado su obra en distintas direcciones, pero sin duda la más reconocida es aquella que profundiza las relaciones entre arte y naturaleza – “El Bosque de Oma” o "Los Cubos de la Memoria" -. Siempre hay en su obra unas ciertas constantes: una creatividad apoyada en la geometría (herencia de su racionalismo de vanguardia) y el espacio concebido como tensión y desafío. Su vida y su obra se han constituido como un verdadero "faro de la libertad", cuyos destellos nos iluminan a todos. Semillas de arte Pero además, Agustín Ibarrola sembró semillas de arte con su ejemplo vivo, su trayectoria y su posición indoblegable. José Ibarrola nació en Bilbao en 1955, y 32 años después su hijo Naiel que, de momento, cierra la tradición familiar. Los Ibarrola son un clan artístico, una fuente de expresión en multitud de campos del arte y un referente en su papel social y político. José participó en su primera exposición colectiva a los 17 años, y a los 19 fundó con otros artistas el grupo Ikutze. Su trabajo es reconocido no solo como pintor, sino como escenógrafo, ilustrador, asesor artístico e ilustrador. Durante 34 años ha colaborado en prensa, radio y televisión, y ha trabajado en decenas de obras de teatro. Pero, como su padre, José habla del presente con la libertad impregnando sus manos de artista, aunque suele decir que sospecha “que no existe el presente, solo el pasado, ya sea lejano o ayer mismo”. En noviembre del 2002 presentó una exposición en la galería Aritza de Bilbao sobre “las ausencias impuestas”, cogiendo como elemento central el paraguas de López de la Calle tendido sobre la acera después de su asesinato. Ese mismo año declaraba en un programa de radio: “’el Guggenheim es una relación de poder en el arte a base de prestigiar unos cuantos autores y unas pocas líneas estéticas y hacer que los estados paguen además, en cualquier parte del mundo. Y así se llega a establecer un arte mundial, global”. Naiel ha crecido rodeado de arte y de rebelión, cogiendo su propio camino en la expresión artística. A sus 22 años es colaborador habitual de la la web tomajazz y de la revista Cuadernos de Jazz, como crítico e ilustrando sonidos y tradición, vanguardia y actualidad. Ha trabajado en el diseño de diferentes campañas publicitarias y ya destaca como video-artista. Acaba de editar un disco como teclista con la banda “Eh!”. Una familia que se ha forjado en la lucha por la libertad guiados por el ejemplo de Agustín, posiblemente, uno de los pocos artistas perseguidos de Europa. Esperemos que tras la magna exposición de Madrid, conmemorando su 80 aniversario, Bilbao tome el relevo. Sería un signo de que las cosas han empezado a cambiar realmente en Euskadi.El De Verdad digital también lo haces tú: Contribuye con la calidad del De Verdad digital puntuando este artículo y enviando tu comentario. El 31 de octubre se realizará un sorteo de entradas para los mejores conciertos y estrenos de cine, teatro y espectáculos de la temporada navideña entre los lectores que hayan participado opinando sobre cualquier artículo. Solo hace falta dejar tu email.

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