Selección de prensa internacional

í‰xito de Pekí­n en el G-20

Continúa en un goteo incesante los análisis y valoraciones sobre la pasada cumbre del G-20. Hoy es Breakingviews -la agencia independiente de noticias y análisis económicos creada por algunos de los más reputados periodistas de la prensa económica británica- quien afirma que China ha sido la gran ganadora de la cumbre. Y que, en consecuencia, desde su finalización hay que hacerse a la idea de dar por concluido el perí­odo del G-8 y empezar a pensar en el futuro G-9.

La base de sus argumentación consiste en que ni la amliación de los estímulos fiscales que pretendía el eje anglosajón, ni la creación de un regulador internacional de los mercados financieros, como quería el eje franco-alemán han salido aprobados en la cumbre, sino más bien disminuidos por las divergencias entre los distintos bloques. Mientras que, por el contrario, dos de los puntos que perseguía China (como el resto de países emergentes habría que añadir), un importante volumen de créditos para impulsar el comercio internacional, y una ampliación de los fondos del FMI con un reforzamiento del derecho de voto de los nuevos aportantes son los dos apartados en que más inyecciones económicas –reales– se han aprobado. De conjunto, la valoración de la agencia puede resumirse en que el G-20 ha servido como una especie de “carta de presentación” para que Pekín pase a ser considerado por el resto de potencias mundiales como un actor principal. El diario Clarín de Argentina, por su parte, confía bastante poco en que la ampliación de fondos del FMI sea un medio eficaz para que los países emergentes y en desarrollo puedan salir de la crisis, y menos para el suyo. Todavía está demasiado reciente la experiencia del corralito de 2001 y el papel criminal que jugaron los directivos y las directrices del FMI en el país. Por el contrario propone una fuerte aceleración de la industria agroalimentaria como forma de conseguir las divisas que el país necesitará durante el próximo año y que, debido a la crisis, no pueden ser ahora conseguidos en los mercados de capitales de las grandes potencias. Una situación que plantea a los países emergentes una disyuntiva: o promover el crecimiento y el desarrollo del interior, expandiendo la producción o buscar esos recursos de capital en el FMI u organizaciones internacionales de ese tipo. Para el autor, ex decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, no existe duda. Argentina tiene la capacidad, si se lo plantea y organiza la producción de una forma racional y científica, para conseguir sobradamente sin tener que recurrir al endeudamiento esos recursos a través de su poderosa industria agroalimentaria. EL ÉXITO DE PEKÍN EN EL G-20 John Foley China es la gran ganadora de la cumbre del G-20. Pero su premio puede no ser tan bueno como parece. La tercera economía más grande del mundo debería beneficiarse del congreso global del pasado fin de semana más que la mayoría de participantes. Es una vergüenza que las grandes preguntas a resolver en la cita, como de qué manera se debería luchar contra los desequilibrios globales, permanezcan sin respuesta. El principal trofeo del presidente Hu Jintao es el plan de impulso al comercio global, que incluye 250.000 millones de dólares de financiación a la importación y exportación. Cuando los flujos de comercio global se benefician de medidas, también lo hace China, cuyo gigantesco sistema de exportaciones ha sido duramente golpeado por la crisis financiera. La exportación de productos baratos supone un tercio del crecimiento de China. Una mejor financiación del comercio no es una panacea. La recesión global es probablemente demasiado profunda como para que China consiga su objetivo de que su PIB crezca un 8%. Pero el nuevo acuerdo debería al menos frenar la corrosión del sistema. La otra victoria de Hu ha sido conseguir una voz global para China. La reforma del FMI aumentará el peso del voto chino del 3 al 3,7%. Además, China fue una de las pioneras en diseñar los contornos de un mundo posdólar. Cuando Pekín habla, puede que mucho de lo que diga sea palabrería, pero ahora el mundo le escucha. El G-20 no hizo ningún progreso en el tema global que seguramente importa más a China: conseguir que el comercio global se recupere. China, con su enorme superávit comercial, querría una transición coordinada hacia un mundo más equilibrado. No quiere ni dejar que suba demasiado el yuan, que encarecería sus baratas exportaciones, ni aceptar una caída del dólar. No en vano, tiene un portafolio de 1,4 billones de dólares en activos de los que preocuparse. Tanto el superávit comercial de China como el déficit de EE UU han estado cayendo. Pero podría tratarse simplemente de efímeros efectos colaterales del crack del comercio global, y no de señales de un reequilibrio duradero. Así que es poco probable que el G-20 cambie los malos hábitos de China. Pero debería hacer que Hu se sienta más importante. Después de la semana pasada, el mundo puede decirle adiós a la primacía del G-8 y saludar al G-9. BREAKINGVIEWS.7-4-2009 Argentina. Clarín LA AGROINDUSTRIA ES NUESTRA MEJOR APUESTA Fernando Vilella Estamos en una situación mundial y nacional muy crítica que merece un análisis responsable. Frente a la necesidad de divisas que tendrá su máxima expresión en el año próximo, hay sólo dos formas de obtenerlas: endeudamiento o producción. Podemos generar total o parcialmente los 15.000- 18.000 millones de dólares necesarios: 1) promoviendo el crecimiento y el desarrollo del interior, expandiendo la producción o 2) buscarlos en el FMI, u otros organismos o países más caros, endeudando a futuras generaciones. No hay otro sector de la economía argentina que de un año a otro pueda incrementar sus exportaciones en esas cifras que no sea el complejo agroindustrial. En pocas semanas avanzará firmemente la cosecha de soja, ya concluida la de trigo y casi las de maíz y girasol. Una cosecha magra que representa un retroceso importante sobre las de los años pasados. De 96 millones pasamos a unos 70-73 millones de toneladas. El retroceso tiene causas naturales, la gran sequía con pérdida de rendimiento, y otras, políticas y económicas, que produjeron una menor superficie de siembra en trigo, maíz y girasol más una disminución en el uso de tecnología en la mayoría de los casos. Estas últimas provocadas por el conflicto campo-gobierno, donde asistimos a un fuerte enfrentamiento de dos modelos de Argentina: la visión del “nuevo federalismo” versus la visión “unitaria hegemónica”. A ello se suman los altos costos de producción (a la siembra) en relación al valor de los productos (a la cosecha). Estos, además, sufren una depreciación importante por retenciones, a pesar de la baja de sus cotizaciones internacionales. El resultado es que buena parte de los productores, los más chicos, aquellos a quienes los discursos dicen defender, estarán sin capital de trabajo y muchos en situación de quiebra. Sin créditos razonables y en un contexto donde las reglas de juego no están claras, la próxima siembra será menor y más concentrada, por su bajo costo de implantación, en la soja. Está claro que la falta de una política agroindustrial de mediano-largo plazo promovió en los hechos, no en los dichos, un fortísimo incremento de la superficie de soja, generando en muchos casos distorsiones en los equilibrios sustentables del sistema, llegando en casos extremos al monocultivo de soja. Paralelamente disminuyó la superficie sembrada con maíz, girasol y trigo, básicamente por falta de apoyo y desequilibrios en la cadena de comercialización. En ganadería la situación es peor aún. En pocos meses, si sostenemos el consumo per capita actual, dejaremos de disponer de cantidades significativas de carne bovina para exportar. En producción lechera se sigue desalentando la inversión y el desarrollo de la actividad. Un punto relevante son los tiempos, económicos y biológicos, para el 2010. La siembra de trigo se juega en mayo y en agosto-septiembre, ambos de 2009; las de maíz, soja, sorgo y girasol, no hay casi nada de tiempo. Podemos apostar seguros a la producción, siendo los alimentos uno de nuestros pocos rubros competitivos que tendrán demanda internacional en medio de la crisis, pero no tenemos mucho tiempo para actuar, el 2010 ya está en juego. Para ello hay que clarificar las reglas de juego, dar créditos para capital de trabajo y buscar entre todos una cosecha récord que genere oportunidades y trabajo en todo el territorio argentino, con una visión federal, o medrar con la posibilidad de endeudarnos nuevamente e innecesariamente con el FMI u otros organismos más onerosos. Ya lo hicimos en el 2002. Podemos hacerlo juntos, tenemos con qué, el tiempo de los estadistas es hoy. CLARÍN. 6-4-2009 Francia. Le Monde EL MODO OBAMA G-20 en Londres, el fin de semana pasado, para tratar de frenar una crisis económica global; etapa de Estrasburgo a continuación para animar a los aliados europeos de EEUU en el seno de la OTAN a hacer más en Afganistán; después llamamiento de Praga, imaginando un mundo sin armas nucleares; esta semana, en fin, dos días en Turquía, incluida en este viaje por el Viejo Continente como para manifestar claramente que este país, a ojos de Washington, forma parte de Europa y tiene vocación de adherirse a la UE. En una semana, ¿podía Barack Obama estar a la altura del arrebato mediático y de la simpatía que despierta en Europa? Sin duda, no. Pero incluso aunque sea pronto para emitir un juicio definitivo, el diagnóstico sobre esta gira no puede ser más que matizado. ¿El G-20? Una bella –e importante– unanimidad de las grandes economías del Norte y del Sur para relanzar la actividad, cierto. Pero nada, o casi, en el capítulo del saneamiento de los bancos, sin el cual la recuperación no se hará. Sobre Afganistán y Turquía, los desacuerdos persisten entre los americanos –los únicos en enviar refuerzos– ciertos europeos, reticentes a ver a Ankara unirse al club de los 27 (…) Finalmente, el discurso de Praga dibuja una bonita perspectiva –la de un mundo sin armas nucleares– que queda lejos. Por lo tanto, algo ha cambiado en la relación con los Estados Unidos. Alguna cosa que tiene Obama, que se la podía presentir, pero que esta gira ha confirmado. Hay un modo Obama que expresa un nuevo tipo de liderazgo americano, menos arrogante, menos dador de lecciones, menos perentorio. Que está a mil leguas de “O conmigo o contra mí” del primer mandato de George W. Bush; a mil leguas de una manera imperial que ha contribuido no poco a levantar el antiamericanismo en el mundo. “Obama escucha mucho a quienes están alrededor de la mesa”, confiaba uno de los participantes en la cumbre de Londres; el imprime un “voluntad de trabajar juntos” que revela un multilateralismo bien concebido. No es sólo una cuestión de comportamiento personal. Es una manera que casa mucho mejor con la realidad de un mundo donde deben coexistir varios polos de poder. LE MONDE. 6-4-2009 México. La Jornada DESARME NUCLEAR: SÍ, PERO DE TODOSAyer, en un discurso pronunciado ante una multitud reunida en Praga, el presidente estadunidense, Barack Obama, reintrodujo en las prioridades de la agenda internacional el tema del desarme atómico mundial, asunto que ha permanecido en segundo plano desde la disolución del bloque oriental y de la propia Unión Soviética, pese a que los arsenales de bombas nucleares subsisten y constituyen una amenaza latente, pero grave, para la paz mundial, para la sobrevivencia de la especie y para el medio ambiente. Tales consideraciones bastarían para calificar de positivo, en principio, el exhorto de Obama a pugnar por un mundo libre de armas atómicas (…) Con todo, la iniciativa de Obama omite el mismo punto que eludía su antecesor cuando hablaba de desarme: la existencia de gobiernos que han construido arsenales atómicos con la aceptación implícita de Washington y de Europa occidental y que no han sido hostigados ni amenazados por ello: India, Israel y Pakistán. Si se acepta que esos tres países se han convertido en potencias nucleares al margen de la legalidad internacional, la condena a los presuntos afanes armamentistas de Corea del Norte e Irán se convierte, de manera inexorable, en un acto de doble moral. Por otra parte, resulta poco escrupuloso omitir el hecho de que los programas de desarrollo de armas nucleares de Teherán y Pyongyang tendrían, en caso de ser algo más que una imputación paranoica por parte de Occidente, su motivación más importante en el propio proceder de Washington contra países a los que ha incluido en una lista de enemigos. Para ilustrar este punto es pertinente mencionar la paradoja de que Irak no fue destruido por las fuerzas estadunidenses porque poseyera armas de destrucción masiva, sino, por el contrario, porque carecía de ellas. En esta perspectiva, parece lógico suponer que el desatado belicismo del anterior huésped de la Casa Blanca y el pavoroso espectáculo de la destrucción humana y material causada en Irak hayan llevado a diversos gobernantes –como los de Irán y Corea del Norte, incluidos por Bush en un supuesto “eje del mal”– al menos a considerar la posesión de tal clase de armas como única defensa posible ante una superpotencia decidida a arrasar a los gobiernos que no se sometieran a sus proyectos geopolíticos y de saqueo corporativo. Hoy en día, cuando el gobierno de Obama se esfuerza por sacar a la política exterior de su país de la lógica de ilegalidad, destrucción y rapiña imperial que la rigió durante ocho años, un exhorto creíble al desarme atómico mundial tendría que empezar por la construcción de un consenso entre los poseedores legitimados de armas nucleares: el propio Estados Unidos y sus aliados Francia e Inglaterra, más Rusia y China, es decir, por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, para deshacerse de sus arsenales nucleares; posteriormente, esos cinco gobiernos tendrían que emprender acciones convincentes y enérgicas para llevar a Tel Aviv, Nueva Delhi e Islamabad a la destrucción de sus respectivas bombas atómicas; sólo entonces podría disponerse de la autoridad moral para exigir que Teherán y Pyongyang se comprometieran de manera tajante y definitiva a no fabricar esa clase de armamento. Cabe esperar, por último, que en un ejercicio de buena fe, el nuevo gobierno estadunidense comprenda que el desarme nuclear mundial, objetivo por sí mismo plausible y deseable, no puede tener éxito si se pretende realizarlo como un mero ejercicio de poder imperial, como consigna facciosa dirigida únicamente a los adversarios o como un reconocimiento de hechos consumados que congele la lista de miembros del llamado “club nuclear” en sus actuales ocho integrantes. LA JORNADA. 6-4-2009

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