Las evidencias cada vez más numerosas del fraude, la reclamación por la Junta de Andalucía de 1,8 millones de euros gastados indebidamente y la propia presión interna de los sectores críticos y miles de afiliados indignados han terminado provocando la dimisión del secretario general de UGT en Andalucía, Francisco Fernández Sevilla.
La UGT de Andalucía tiene abierto un nuevo frente judicial por las facturas falsas que durante años habría estado endosando a la Junta de Andalucía, y por las que ha tenido que devolver ya 25.000 euros gastados en una comida en la Feria de Sevilla y en acondicionar un pabellón, facturados a la Junta como gastos de negociación colectiva y para la defensa de “trabajadoras discriminadas por su condición sexual”.«Es preciso limpiar y depurar todas las tramas y a los implicados» Pero esto sería sólo la punta de un inmenso iceberg, ya que la Junta de Andalucía, presidida ahora por Susana Díaz tras la dimisión de José Antonio Griñan, arrastrado por el escándalo de los ERE, ha abierto expedientes sobre las ayudas concedidas a UGT, en un claro intento de tratar de evitar este nuevo escándalo le salpique.La Junta se propone examinar de oficio unos 30 expedientes, 17 de los cuales, por importe de 7,5 millones de euros, ya están abiertos bajo sospecha de irregularidades. Sólo por la revisión de los dos primeros la Junta reclama a UGT la devolución de 1,8 millones de euros concedidos en 2009, con los que se habrían pagado, entre otras cosas 700 bolsos de piel falsificados en China y 1.000 bolígrafos de marca para delegados a un congreso.Contra la ley del silencioLa reclamación de los 1,8 millones de euros por la Junta ha sido la puntilla que ha terminado por abrir la primera brecha en el muro de silencio en el que se ha enrocado la dirección andaluza de UGT, intentando con la dimisión del secretario general Fernández Sevilla colocar un cortafuegos y ganar tiempo hasta la celebración del Comité Ejecutivo extraordinario convocado para el 9 de enero. Todo ello con una relativa permisividad de la dirección federal que encabeza Cándido Méndez, que se está limitando a pedir a los dirigentes andaluces que den explicaciones y asuman responsabilidades “de una vez”, pero sin tomar las drásticas medidas que la situación requiere.Nadie duda que hay medios y sectores del poder político y económico interesados en hacer de estos casos una causa general contra los sindicatos y, por extensión, contra todo el movimiento obrero organizado. Pero no es menos cierta la existencia de una casta sindical corrupta que ha venido defendiendo sus privilegios y su anclaje en el sindicato con los ERE fraudulentos y las facturas falsas. Son ellos –y quienes no lo atajan tomando las decisiones necesarias- quienes más daño están haciendo a su propio sindicato y al conjunto del movimiento obrero, los que provocan la sangría de afiliados y el desconcierto entre los trabajadores.Depuración y regeneraciónNo sólo los dirigentes de Andalucía, también la dirección federal de UGT tienen que asumir su responsabilidad y atajar el cáncer. No pueden seguir conformándose con montar comisiones envueltas en la bandera de la transparencia para decir que aquí no pasa nada, apenas unas irregularidades, “sólo interpretaciones contables” en las facturas; o forzando alguna dimisión para que actúe como cortafuegos.En la lucha contra el cáncer hoy ya es tarde. Es preciso tomar medidas para limpiar todas las células cancerosas, depurar todas las tramas y a los implicados como punto de partida para hacer avanzar una línea de regeneración democrática. ¿Por qué desde la dirección federal no se ha disuelto una ejecutiva con demasiados miembros salpicados por años de ERE y facturas falsas, para formar una gestora limpia que asuma este periodo de depuración y regeneración de UGT? ¿No es esto lo que tendrían que forzar también todas las fuerzas de cuadros intermedios, delegados y afiliados de UGT-Andalucía?Independientemente de lo que haga UGT, hay una cosa clara que venimos diciendo en el De Verdad: todo esto es un fracaso de la línea dominante en el movimiento obrero y los trabajadores necesitamos otro tipo de movimiento obrero para hacer frente a la nueva y crítica situación, unos sindicatos con una línea unitaria y de clase, independientes de las subvenciones, democrática y asamblearia, y con un programa por la redistribución y la creación de riqueza y empleo.