El lí­der golpista turco amenaza con suicidarse si es llevado a juicio

¿Honor o hedor en el ejército turco?

¿Antes el honor que la vida?. El general retirado Kenan Evren, cabeza del sangriento golpe militar turco de 1980, ha asegurado estar dispuesto a quitarse la vida antes de permitir ser llevado a un tribunal. La reforma de la Constitución -que permitirí­a levantar la inmunidad a la cúpula castrense que dirigió la asonada- está elevando peligrosamente la temperatura en Turquí­a, y el rumor de los sables se oye fuera de los cuarteles.

“Llevad a cabo un referéndum entre la gente. Si el ueblo turco desea que sea enjuiciado, entonces prometo que no esperaré la decisión del tribunal y que acabaré con mi vida con mis propias manos”, así se ha hecho la víctima el general Evren, el líder militar que en 1980 protagonizó una cruenta asonada, con miles de ejecuciones, detenciones, desapariciones, torturas y toda suerte de vejaciones a los derechos humanos. ¿El honor del guerrero o secretos demasiado sucios y demasiado profundos para ser revelados y seguir viviendo?No actuaron solos, ni por iniciativa propia. La subida al poder de Reagan –la reacción de la superpotencia norteamericana a la ofensiva soviética en Afganistán (rompiendo el reparto del mundo acordado en Yalta) y a la inoperancia de la línea Carter- supone un toque de diana a todos sus peones. Washington pone firmes a todos los países bajo su órbita, encuadrándolos manu militari. La línea Reagan no tolera la más mínima vacilación, debilidad o disidencia ante un horizonte prebélico de enfrentamiento con una URSS crecida y a la ofensiva. Turquía es una pieza clave: la llave de entrada –o de salida- entre los puertos soviéticos del Mar Negro y el Mediterráneo, la frontera con el Caúcaso, con Oriente Medio. Durante los 70 y los 80, Turquía fue el segundo país del mundo que más ayuda militar norteamericana recibió, sólo por detrás de Israel.La cúpula castrense otomana, una institución omnipresente y hasta hace unos años intocable en la sociedad turca, se agita furiosa al sentir cómo la tierra se les mueve bajo los pies. “Como comandante de las fuerzas armadas lo digo claramente: quitad las manos de las fuerzas armadas y dejad de definir vuestra posición política respecto a ellas”, ha advertido amenazante el actual jefe máximo de las Fuerzas Armadas turcas, el general Ilker Basbug. La mayoría de los analistas coincide en la escasa probabilidad de un Golpe de Estado en Turquía, ya que les faltaría un claro respaldo de Washington. La superpotencia, centrada en otros puntos calientes como la conquista del escenario afgano.paquistaní, la retirada de un Irak sumido de nuevo en la violencia, la contención del convulso Irán o el candente conflicto palestino-israelí, no podría asumir la escalada de tensión que supondría una asonada castrense contra el gobierno de Erdogan. Pero no es necesario un Golpe de Estado para desestabilizar al gobierno turco,. El propio rumor del ruido de sables, así como las tramas terroristas como `Ergenekon´ son capaces de derribar, si prosperan, a un gobierno demasiado autonomista de la órbita norteamericana. El peligro no se ha conjurado, como la impotente y patética soflama del golpista Evren puede hacernos creer.

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