Lí­bano y Palestina aguardan expectantes el resultado de los sucesos en Irán

Hezbolá y Hamás: nadar y guardar la ropa

Nada más saberse los resultados oficiales -que daban como ganador seguro a Ahmadinejad con un 64% de los votos- los movimientos islamistas libanés y palestino se apresuraron a felicitar al lí­der conservador. No sin razón, pues el apoyo -económico, polí­tico, diplomático y militar- decidido que ha dado el lí­der iraní­ a Hezbolá y Hamás y la beligerancia extrema hacia el Estado de Israel representan, según un lí­der de Hamás «un valor seguro» para ambos. Pero los sucesos posteriores, y la abierta batalla de lí­neas dentro del régimen de los ayatolás han hecho que ambos partidos se suman en un expectante silencio. No hay que molestar al que podrí­a ser el próximo poderoso aliado.

"La democracia venció. Fue una victoria rotunda, ya que tuvo lugar en la rimera vuelta y el porcentaje que obtuvo demuestra que es un líder amado por su pueblo", afirmaba el diputado de Hezbolá, Nawar al Sahili, nada más enterarse de la victoria de Ahmadinejad. Hamás guardaba más la ropa y se limitaba a confiar que el nuevo gobierno continuara apoyando decididamente la causa palestina y el fin de las penurias de Gaza.Es por todos conocida la influencia que Irán tiene sobre Siria y sobre el partido-milicia chií libanes, Hezbolá. Fueron Guardianes de la Revolución iraníes los que impulsaron la creación del “Partido de Dios” en Líbano en los 80, y la lluvia de dinero iraní –merced a Ahmadinejad- se deja sentir en muchos barrios chiíes de Beirut, rápidamente reconstruidos tras la agresión israelí del verano de 2006. Las afinidades ideológicas con los conservadores iraníes no son pocas, y en las filas de los basij que ahora reprimen a los estudiantes reformistas se han podido ver milicianos de Hezbolá.Para el movimiento palestino Hamás el vínculo es menos intenso pero quizá más importante, dado lo desesperada de su situación en la sitiada franja de Gaza. Durante la reciente ofensiva israelí, Ahmadinejad gano influencia en el mundo musulmán por su denuncia radical la política genocida de la administración Olmert. Irán llegó a enviar barcos llenos de alimentos y medicinas, que finalmente no pudieron superar el bloqueo del Tsahal, pero eso no se olvida.Pero ahora que la fracción “reformista” del régimen de los ayatolás, encabezada por Musaví, va tomando la iniciativa y ganado terreno, la situación no está tan clara, y ambos han optado por la cautela. Bien es cierto que Musaví no niega el Holocausto, y que busca una mayor flexibilidad en el trato con la superpotencia, pero forma parte del régimen que acabó con el Shá. No hace tanto que el líder reformista –idealizado por Occidente- llamó a Israel “tumor canceroso”. Más vale nadar y guardar la ropa.

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