Clinton suaviza las relaciones con Turquí­a

Hay que seducir a Ankara

No es una escala baladí­ que tras recalar en Israel y reunirse con europeos y rusos, Hillary Clinton decidiera centrarse en restaurar las relaciones diplomáticas con Turquí­a. El paí­s otomano, desde hace varias décadas ha estado firmemente anclado en la órbita de Washington, lleva varios años emproado -de la mano de un gobierno islamista moderado- en un rumbo de mayor autonomí­a respecto de EEUU, lo cual ha sido fuente de sonadas fricciones con la superpotencia y de tramas de desestabilización interna con evidentes conexiones con la inteligencia norteamericana. La «diplomacia inteligente» pretende seducir a Ankara para que vuelva a estar integrada en la arquitectura de poder de EEUU.

Turquía es un ivote geoestratégico, una potencia regional de magnitud intermedia. Su estatus de antiguo imperio otomano y de país de religión musulmana tiende fuertes lazos hacia el mundo islámico. Al mismo tiempo, la Turquía moderna, fundada por Ataturk, laica y nacionalista, busca la senda de occidente y mira a Europa. Esta doble condición de tierra de nadie y de puente entre dos mundos hace bascular al país otomano, pero también hace que su importancia geoestratégica sea muy significativa, además de custodiar la llave de del Mar Negro, y por tanto de acceso de Rusia al Mediterráneo.Al mismo tiempo que su estado está fuertemente intervenido desde la Guerra Fría por los aparatos de poder norteamericanos, en la clase dominante turca existen poderosos sectores –representados políticamente por el Partido para la Justicia y el Desarrollo, AKP, encabezado por Erdogan- que se plantean un papel más autónomo para Turquía. Cogiendo la bandera del islamismo moderado como banderín de enganche, han sido objeto de numerosos ataques por parte del “Estado profundo” turco, vinculado orgánicamente a Washington.Durante los ocho años de Bush, el gobierno de Erdogan ha mantenido un pulso con Washington lleno de gestos agrios, principalmente en toro a Irak. En 2003, el Parlamento turco, dominado por la AKP rechazó permitir el uso del suelo turco para la invasión del país árabe, EEUU detuvo a varios agentes secretos turcos en el norte de Irak y diversas autoridades en Ankara acusaron a Washington de dar apoyo indirecto al grupo armado PKK y de favorecer la división de Irak. Más recientemente, la colaboración entre Turquía e Irán y la postura más comprensiva de Ankara respecto al movimiento islamista palestino Hamás, en el poder en la Franja de Gaza también han arrugado el gesto en Washington y Tel Aviv. Pero de la necesidad, virtud. Clinton no sólo está dispuesta a atraer sutilmente a Turquía de nuevo a la órbita norteamericana, sino a utilizar la ambivalencia de Ankara como instrumento diplomático con el problema iraní, con el sirio y con el de Gaza. De momento, el nuevo tono de la secretaria de Estado ha engatusado al gobierno de Erdogan. "Las relaciones entre Turquía y EEUU están basadas en la amistad, la cooperación y la alianza. (…) Hemos reafirmado mutuamente nuestra cooperación estratégica", aseguraron Clinton y su homólogo turco, Ali Babacan, en un comunicado de prensa conjunto tras reunirse con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente de la República, Abdullah Gül.Respecto al enquistado conflicto israelo-palestino, Clinton agradeció "el papel de Turquía" en el proceso de paz y defendió la "solución basada en dos Estados" que favorezcan un ambiente de "democracia, prosperidad y estabilidad" que permitan "a Israel y a sus vecinos árabes vivir en paz". Sobre Siria, Babacan aseguró que su país está "preparado" para retomar el patrocinio de las negociaciones de paz entre Damasco y Tel Aviv, que se vieron truncadas por el ataque israelí a Gaza. "Se entiende, por las declaraciones de Clinton, que las relaciones entre Siria y Estados Unidos van a experimentar un cambio importante en los próximos meses y Turquía va tener un papel importante en ellas", han dicho los medios de comunicación turcos.Mediante tan melífluas palabras, Clinton trata de lograr de Turquía lo que Bush no consiguió: una colaboración más estrecha tanto en la retirada de Irak como en el refuerzo de Afganistán. Las tropas norteamericana, que habrán de replegarse en 11 meses del país árabe, tendrán que atravesar suelo turco, a la sazón país de la OTAN. Sin embargo es algo que les fue vetado en 2003. Aunque Ankara mantiene 800 soldados en Afganistán, el gobierno turco prohíbe que participen en acciones bélicas contra la insurgencia talibán. Todo eso es lo que trata de cambiar la secretaria de Estado, aunque no espera conseguirlo en una primera visita. Seguramente será uno de los temas de los que hablen Erdogan y Barack Obama, que ha anunciado que visitará el país en el plazo de un mes –señal de la importancia que tiene la Casa Blanca que Turquía vuelva al redil-.

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