CCOO y UGT, "missing" en la batalla contra la crisis

Hay motivo para una huelga general

Los sindicatos franceses han convocado una nueva huelga general ante las consecuencias de la crisis y en protesta por la polí­tica económica del gobierno Sarkozy. En la movilización del 29 de enero, 2,5 millones de trabajadores galos salieron a la calle. En España, Cándido Méndez, secretario general de UGT ha declarado que «no se dan las circunstancias» para la convocatoria de una huelga general, mientras que Ignacio Fernández «Toxo», nuevo lí­der de CCOO, valora que «siempre será mejor la negociación de la huelga». ¿Por qué en Francia sí­ y en España no, cuando en nuestro paí­s las consecuencias de la crisis sobre los trabajadores van a ser mucho más graves?

La Confederación General del Trabajo (CGT) ha llamado a la movilización de los trabajadores ara exigir un nuevo modelo social, denunciando que “resulta patético contemplar como espectadores al gobierno ofreciendo millones de euros públicos al capital financiero privado para refinanciar su deuda y, a la vez, escuchar de éstos que la culpa de la situación la tiene la economía real y el elevado coste de los despidos”. La Unión Sindical Obrera ha promovido movilizaciones, como la concentración ante el ministerio de Industria para exigir la defensa del tejido productivo, reclamando “un cambio en el modelo productivo” –basado en la construcción- y denunciando “las ayudas a los bancos, que no crean riqueza”. Estas son las posiciones mayoritarias entre los trabajadores (y entre la inmensa mayoría de sindicalistas de base, también de UGT y CCOO): movilización para evitar que carguen la factura de la crisis sobre nuestras espaldas, denuncia de los “rescates bancarios”, y exigencia de medidas para reconstruir el tejido productivo. Pero la dirección de los dos sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, parecen muy lejos de estas reivindicaciones de los trabajadores. El secretario general de UGT, Cándido Méndez, afirma que “la huelga general siempre se ha producido en respuesta a una agresión de los poderes públicos o de los empresarios y ahora no se dan esas circunstancias”. ¿No existen agresiones del gobierno a los trabajadores? ¿Entonces qué es la imposición de un plan de rescate bancario de 250.000 millones –que debemos pagar todos-, mientras se permite que 1,2 millones de parados no cobren prestación alguna? ¿No se están produciendo ataques de la gran patronal? ¿Entonces qué son los 1,2 millones de nuevos parados, los 180.000 despidos a causa de EREs en monopolios con beneficios, o la permanente reclamación de “abaratamiento del despido”, “moderación salarial” o “flexibilización salarial”? Por su parte, Ignacio Fernández Toxo, líder de CCOO, afirma que no ve una huelga general en España “porque el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, se ha comprometido a que no habrá retroceso en derechos laborales o de protección social”? ¿Es que Toxo es la única persona en España que todavía no se ha enterado de que el gran capital –respaldado por Zapatero, que aparece cada vez más claramente como el valido de Botín- anuncia amenazador un “plan B” anticrisis que contiene las mayores agresiones nunca conocidas contra las condiciones de vida de los trabajadores? La dirección de CCOO y UGT persisten en un sindicalismo “de gestión”, que desactive las movilizaciones de los trabajadores, y que lo encomiende todo a las negociaciones entre la patronal y las cúpulas sindicales más ultra burocratizadas, que siempre se contentan con unas pocas migajas. En Francia se han convocado ya dos huelgas generales. España tiene –a pesar de contar con quince millones menos de habitantes- 1,4 millones más de parados que el país vecino. ¿A qué esperan CCOO y UGT? Todos los trabajadores, sobre todo los afiliados y cuadros de base de CCOO y UGT, debemos exigir a las direcciones de los sindicatos que ocupen el papel que les corresponde en la batalla contra la crisis. La última huelga general, que obligó a Aznar a retirar el “decretazo”, demuestra el poder de la movilización de la clase obrera. Hoy, ante la crisis y los ataques del gran capital, es más necesaria que nunca.

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