Para el Wal Street Journal, la inminente reunión del G-20 en Londres entre las mayores potencias económicas del mundo ofrecerá unos «resultados probablemente muy inferiores» a la ambiciosa reestructuración del sistema financiero global que el primer ministro británico, Gordon Brown, había pensado inicialmente. Según el periódico, la agenda que lleva en mente Obama para la cumbre se reduce a poco más que unas nuevas reglas para los paraísos fiscales y una mayor coordinación internacional para la regulación financiera.
EEUU. The Wall Street Journal LOS RESULTADOS DEL G-20 DEFRAUDARÁN LAS EXPECTATIVAS C. M. Cuando las mayores otencias económicas del mundo se reúnan en la cumbre del Grupo de los 20 esta semana en Londres, los resultados probablemente serán muy inferiores a la amplia reestructuración del sistema financiero global que el primer ministro británico, Gordon Brown, imaginó inicialmente. Hace seis meses, Brown hizo un llamado por "un nuevo Bretton Woods, una nueva arquitectura financiera para los años venideros" (…) Sin embargo, lo más probable es que lo que surja de la cumbre del G-20 este muy lejos de las altas expectativas iniciales (…) Hasta los temas pequeños parecen ser polémicos. Según un borrador del comunicado que se emitiría al cierre de la cumbre el jueves, los líderes del G-20 podrían presentar un rescate mundial de hasta 2 billones de dólares que consiste en una combinación de medidas nuevas y previamente anunciadas. También pueden aludir a un progreso real ya alcanzado en conseguir miles de millones de dólares para las economías emergentes en aprietos que perdieron acceso al financiamiento. Se han acordado, además, reformas a la supervisión internacional de los bancos transfronterizos, cuya imprudencia ayudó a crear la actual crisis. Durante el fin de semana, la Casa Blanca trató de distanciarse de sus otrora ambiciosos objetivos, restando importancia a las metas de estímulo fiscal que le exigían a Alemania y otros países europeos hace unas semanas y, en cambio, concentrándose en metas más modestas, como nuevas reglas para los paraísos fiscales y una mayor coordinación internacional para la regulación financiera. Las autoridades de los países participantes insisten que el G-20 alcanzará grandes logros. "Las cosas que la gente creía que nunca cambiarían, han cambiado. Son cambios bastantes históricos", señaló Stephen Timms, secretario del Tesoro británico. Se espera, por ejemplo, que Arabia Saudita, contribuya esta semana a las reservas del Fondo Monetario Internacional. A cambio, el país árabe, al igual que potencias emergentes como China, se alistan a tener mayor voz y voto en el FMI y en la regulación de las finanzas globales. No obstante, en lugar de guiar al mundo hacia una reforma estructural a largo plazo, Brown se ha dedicado a arbitrar un desordenado debate global sobre preocupaciones más inmediatas, como cuánto estímulo financiero es aconsejable a medida que el mundo lucha para salir de su peor crisis económica desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Durante los seis meses trascurridos desde su audaz declaración, el primer ministro británico y sus principales asesores económicos han recorrido el mundo, incluyendo escalas en Beijing, Riad y São Paulo, en una campaña para lograr un consenso para una reforma financiera global. Los británicos, sin embargo, se han topado con una dura realidad: es difícil reconstruir la arquitectura financiera global cuando la mayoría de los países aún lucha para resolver sus propias crisis económicas. El mayor desafío ha sido un avance hacia el proteccionismo, lo que planteó un nuevo tema que ni siquiera estaba sobre la mesa a fines del año pasado. Si las negociaciones no están a la altura de las expectativas, parte de la culpa podría recaer sobre el propio Brown (…) La tarea de Brown se ha complicado aún más por la aparición de nuevos actores como Brasil, China e India en la economía mundial, lo que aumenta el número de voces poderosas en la mesa de negociaciones. Al mismo tiempo, el cambio de gobierno en Washington, donde el presidente Barack Obama ha tenido dificultades para nombrar a los altos funcionarios del Departamento del Tesoro, dejó un vacío en el G-20. Brown ha tratado de llenar ese vacío como anfitrión de la cumbre de esta semana (…) ha viajado a 12 ciudades, incluyendo Buenos Aires, Brasilia, Bangkok, Moscú y Nueva York (…) visitó Washington, Nueva York y Santiago de Chile la semana pasada. En las semanas previas a la cumbre, Brown ha estado luchando en múltiples frentes para lograr un consenso. Ha enfrentado un creciente coro de detractores, desde la canciller alemana, Angela Merkel, hasta el ahora ex primer ministro checo Mirek Topolanek, advirtiendo contra una ofensiva de Brown y EE.UU. para lanzar nuevos planes de estímulo. También surgieron problemas en casa, cuando el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, declaró ante el Parlamento que el Reino Unido no podría costear nuevas medidas de estímulo y una subasta de bonos soberanos (…) THE WALL STREET JOURNAL. 30-3-209 China. Shangai Daily EL PAPEL DE ASIA EN LA LUCHA POR EL LIBRE COMERCIO Jaspal Bindra En pocos días, China, India, Corea e Indonesia estarán sentados en la Mesa donde se decidirá la manera de reconfigurar el mundo financiero y el orden económico. La reunión de los líderes del G-20 (…) ha creado expectativas de que los resultados incluyan medidas concretas para reactivar el crecimiento económico, un impulso a la financiación para el Fondo Monetario Internacional, y un acuerdo sobre la nueva arquitectura financiera que restablezca la confianza en el sistema financiero. Los asiáticos son los encargados de formular políticas en busca de otras dos garantías fundamentales de la reunión: una, que los países desarrollados mantengan sus mercados abiertos, y dos, que los flujos globales de capital necesarios para financiar el comercio y la inversión se mantengan sin obstáculos. Nadie duda de la dificultad de llegar a un consenso. Pero lo que hay en juego nunca ha sido mayor. En medio de los frenéticos intentos por parte de los distintos gobiernos para hacer frente a la mayor crisis económica desde la Gran Depresión, es fácil olvidar que el desmantelamiento progresivo de las barreras contra el comercio internacional y la inversión han contribuido al mayor auge económico que el mundo ha conocido. Más de 200 millones de puestos de trabajo se crearon en todo el mundo entre 2000 y 2007, según el Instituto de Finanzas Internacionales, y millones de personas en el mundo en desarrollo han salido de la pobreza como resultado de la libre circulación de capitales, bienes y servicios. Sin embargo, como continúa la crisis, los gobiernos y las empresas de Asia están cada vez más preocupados de que la mayoría de las economías más grandes y desarrolladas del mundo legislen para animar a los fabricantes a mantener la producción en su país y a los bancos y las compañías de seguros para mantener el dinero dentro de sus fronteras. Las exportaciones de Asia se han reducido considerablemente, disminuyendo el crecimiento económico. Además, el Instituto Internacional de Finanzas estima que los flujos netos de capital privado a los mercados emergentes podrían bajar a 165 mil millones de dólares este año, desde más de 925.000 millones de dólares en 2007. Medidas para garantizar el comercio y mantener el flujo de capitales deben ser una prioridad en la agenda de los líderes del G-20. El haber conseguido que las naciones en desarrollo se sienten a la mesa con el Grupo de los Siete países más desarrollados es un buen comienzo. El G-20, cuyos países miembros representan más del 80 por ciento de la producción mundial y dos tercios de la población del planeta, es un foro que representa a la economía mundial. ¿Pero produce beneficios reales para Asia? (…) En esta segunda cumbre, la potencias emergentes de Asia se espera que puedan hacer valer más su influencia debido a la fuerza relativa de su posición. Aunque debilitadas, las economías de China, la India e Indonesia todavía se espera que tengan un crecimiento del PIB razonable en este año. Las potencias emergentes ya han obtenido algunas ganancias. Los ministros de finanzas del G-20, reunidos en Londres en marzo, acordaron ampliar el Foro de Estabilidad Financiera -un organismo que establecerá nuevas normas para las instituciones financieras mundiales- incluyendo como miembros a países en desarrollo. Irónicamente, es la agitación financiera en Occidente la que ha colocado la importancia sistémica de los mercados emergentes a la vanguardia. Ahora está claro que los desequilibrios entre el elevado ahorro de las naciones de Oriente y el exceso de gasto de las economías de Occidente dio lugar a la burbuja de activos en EEUU y Europa. Para corregir los desequilibrios, los grandes ahorradores, sobre todo en Asia, tendrá que encontrar la manera de gastar más para estimular las economías nacionales. Un mayor consumo local ayudará a las economías a reducir su dependencia de las exportaciones. El gasto nacional también ayudará a corregir la desaceleración de las inversiones de los países occidentales. China ha hecho un salto decisivo en este frente, con su plan de estímulo al dedicar casi 600.000 millones de dólares, principalmente en proyectos de infraestructura. Otros países de la región también han tomado medidas fiscales y monetarias sin precedentes para estimular el consumo local. Las economías de Asia tendrán que comerciar más entre sí y con el Oriente Medio y África. Lo que ya está ocurriendo en algunos corredores de comercio. Fue la progresiva libre circulación de capitales, mercancías, personas y servicios a través de las fronteras lo que alimentó el auge económico de los mercados emergentes y la afluencia de riqueza al mundo desarrollado. El riesgo es que esto podría llegar a su fin si las actuales turbulencias financieras conducen a un mayor proteccionismo y a reducir los flujos de capital, fragmentando la economía mundial. El G20 tiene el deber de garantizar que esto no ocurra. SHANGAI DAILY. 30-3-2009 Francia. Le Monde HACIA UNA MONEDA PLANETARIA Hervé Kempf Mientras el G-20 se reúne en Londres el 2 de abril para intentar poner orden en el sistema financiero global, el Banco Central de China acaba de lanzar una idea provocadora, pero fértil. En un discurso publicado en la página web del banco, su gobernador Zou Xiaochuan, ha propuesto que en el futuro la moneda de referencia mundial no sea más el dólar, sino una cesta de monedas, bajo el modelo de los derechos especiales de giro que sirven de unidad de cuenta al FMI. El sistema monetario mundial no estará así adosado a la moneda del país más poderoso, sino a un consorcio internacional: EEUU, Europa, China, Japón. Esta idea aplica al dominio financiero el multilateralismo discutido por la diplomacia durante esta década. El interés de China por basar las finanzas internacionales en una cesta de monedas está claro: tiene colocados cerca de la mitad de sus 2 billones de dólares de reserva de divisas en dólares; cuando esta divisa baje, el ahorro chino disminuirá su valor otro tanto. Pero si China empieza a desembarazarse del dólar, la cotización de éste disminuirá. El Imperio del Centro es pues, como todo acreedor, dependiente de su deudor. La evolución hacia un sistema con el papel del dólar relativizado le devolvería su libertad. ¿Por qué esta propuesta es asimismo fecunda desde el punto de vista medioambiental? Porque la destrucción de la biosfera comprometida durante muchos decenios es en buena parte atribuible al sobreconsumo de materias primas y energía suscitados por el excesivo gasto de EEUU. ¿Qué es lo que ha hecho posible este gasto excesivo? Un endeudamiento irracional, puesto que es endosado en la moneda que los EEUU pueden emitir con una soltura prohibida a otros países. ¿Cómo reducir este gasto? Entre otros medios, haciendo más difícil el endeudamiento de Estados Unidos. Una cesta de monedas, gestionadas en común por las principales economías del mundo, impediría a una de entre ellas actuar de forma irresponsable (…) En este sentido, esta moneda “planetaria” podría reunir el dólar, el euro, el yuan y el yen para poner los cimientos de manera estable y ecológica a la economía mundial del siglo XXI. LE MONDE. 29-3-2009