A principio de año se han publicado los datos del padrón del 2018. Ofrecen una situación abrumadora. En los últimos diez años, que corresponden al centro de la crisis económica, la pérdida de población en las zonas rurales puede llegar a un cuarto de millón de habitantes. Es ésta una migración que va dirigida a engrosar las grandes ciudades, incluso una parte va directamente al extranjero. Hablamos básicamente de la España de la agricultura y ganadería de secano y zonas forestales, aunque afecta al conjunto del mundo rural. En particular, las provincias principales son Teruel, Soria, Burgos, Ávila, pero afectan ya a otras como Jaén, Albacete o Asturias.
Los primeros núcleos en desaparecer son los más pequeños: caseríos, cortijadas, pedanías, aldeas, que se abandonan hacia los pueblos o ciudades pequeños, cabeceras de comarca. Pero el despoblamiento, en un segundo nivel, afecta también a esas capitales de comarca donde las condiciones de falta de trabajo y empleo y las condiciones básicas de vida hacen emigrar a las grandes ciudades. A todo ello ayuda la desaparición progresiva de servicios sociales en esos núcleos, como son básicamente la sanidad y la educación, impulsados a su vez por la política de recortes generalizados que los gobiernos de la crisis han ido implantando.
La España vaciada o por vaciar
Venimos arrastrando décadas de despoblamiento en las zonas rurales. No es una situación nueva. Recordemos que hace más de veinte años el escritor soriano Avelino Hernández ya señalaba este problema (“una vez había un pueblo”) como una situación trágica para el mundo rural. Las diferentes plataformas que se han ido creando en Teruel, Soria, etc., así lo constatan. En estos últimos diez años la desatención continuada por los Gobiernos en las zonas rurales y la aplicación de los recortes ha hecho aflorar la indignación de amplios sectores rurales. Porque no sólo hablamos de lo que se denomina la España vaciada (y no vacía porque antes estaba llena), sino también de la España por vaciar que corresponde a las comarcas rurales que ahora mismo ven decrecer su población.
La manifestación en Madrid del 31 de marzo marca un punto importante de exigencia en las necesarias infraestructuras y servicios que necesita un sector de población que pugna por mantener y repoblar las zonas donde han nacido. Son exigencias que recorren ahora mismo toda España. Por eso es significativo que en las pedanías altas de Moratalla (Benizar, Otos, Mazuza) lindantes con Albacete se hayan unido en no participar en las elecciones mientras no atiendan los servicios mínimos que necesitan.
Precisamente hemos asistido en el último mes en la campaña electoral ver a los partidos con opciones de gobierno acudir apresuradamente a las zonas rurales para pescar en ese caladero de votos. Nos han prometido kilómetros de carreteras, líneas eléctricas, acceso a internet, etc. Todo lo que no han hecho hasta ahora. Incluso hay quien nos expone (PP) su plan de ayudas a la maternidad, como si el problema de la despoblación se tratara de la baja natalidad.
Resolver el problema del despoblamiento rural es ahora mismo una cuestión de importancia y de urgencia. No solamente es necesario dar soluciones a la parte de España que se ha vaciado sino también poner medidas a la que se está vaciando. En primer lugar veamos su importancia. Porque no se trata de potenciar el mundo rural como si fuera una cuestión de añoranza de un grupo de campesinos por la querencia al terruño. Hay que entender que es un problema que atañe al conjunto de la sociedad. Podemos dar algunas razones aunque no las únicas:
Primero, la existencia de una población agrícola y ganadera es un factor decisivo para el cuidado del medio ambiente. Podemos destacar que el pastoreo de la ganadería extensiva (especialmente ovino y caprino) sirve de limpieza natural de montes y praderas, evitando en muchos de los casos los incendios que devastan la flora y la fauna. Seguramente el pastor debería cobrar por su trabajo en mantener el campo y ahorrar a la sociedad los costes de los incendios.
Segundo, las poblaciones en cortijos, aldeas, caseríos, pedanías, frente al abandono de los cultivos, permiten cuidar del medio natural, porque es su lugar de trabajo y vida, de lo que se beneficia el conjunto de España.
Tercero, el vaciado de estas zonas rurales provoca la desaparición de una cultura, definida en costumbres, formas de vida y seguramente una sabiduría y conocimiento colectivo de la vida campesina heredada de padres a hijos que debe ser alentada y protegida.
Generar riqueza y empleo en el campo
El despoblamiento rural es desde hace algunos años el problema de primer plano. Ya hemos visto que el abandono y desatención tanto en infraestructuras básicas y los cada vez más recortes en educación y sanidad es una de las causas base de la migración. Pero el factor principal de la quiebra del mundo rural está en la baja rentabilidad, incluso con pérdidas insostenibles, de la actividad agrícola y ganadera.
Hablamos sobre todo de la España del secano; cultivo del cereal, el olivo, los frutos secos, la vid, la ganadería extensiva o estabulada, etc. En todos estos sectores hemos visto decrecer constantemente su rentabilidad desde hace más de treinta años. Los costes de producción aumentan: precio del gasoil, abonos, tratamientos fitosanitarios, maquinaria, mano de obra. Mientras los precios de venta de los productos obtenidos se mantienen estables a lo largo de los años con ligeras fluctuaciones. A su vez muchas de las explotaciones agrícolas o ganaderas, sobre todos muy pequeñas, tienen un índice de productividad muy bajo. Hemos visto desaparecer en todos estos años pequeñas y medianas industrias agrícolas de elaboración y transformación de los productos del campo. Si queremos sostener el mundo rural hay que actuar en varios aspectos:
En el económico. Es necesario sustentar la falta de rentabilidad de los cultivos y explotaciones ganaderas. Partimos de la PAC (Política Agraria Común) y los PDR (planes de desarrollo rural). En general están mal gestionados y no revierten consecuentemente en la actividad agrícola (para una comprensión mayor ver los artículos publicados en “Chispas”). Necesitamos que las ayudas económicas vayan directamente a los agricultores y ganaderos activos, dirigidas a sostener sus propios cultivos, frente a fondos que tienen un destino especulativo o de rentas improductivas y distribuidas con gran disparidad.
Son necesarios los PDR destinados básicamente al desarrollo agrícola y al medio ambiente, potenciando las prácticas de agricultura ecológica y agricultura regenerativa. Es básico el apoyo a la ganadería y en particular a la ganadería extensiva que es la principal base de asentamiento rural. Los planes de mejora de las explotaciones agrícolas y ganaderas y el apoyo a la incorporación de jóvenes agricultores deben tener un papel predominante.
Todo este paquete de medidas económicas son objetivos comunes que tenemos que llevar en unidad con los sindicatos agrícolas para conseguir las mejores condiciones en las negociaciones con Europa para los planes previstos en el ciclo del 2021.
Es importante también el apoyo a la formación de empresas de elaboración y transformación agrícola, ubicadas en las zonas rurales, que permita potenciar un tejido industrial.
Creación de empleo. Desde las administraciones e instituciones correspondientes es fundamental fomentar la creación de puestos de trabajo, sobre todo con un carácter estable y permanente, con rebaja de impuestos. Hace falta crear escuelas o cursos de formación de tractoristas, escardadores, especialistas. Potenciar en algunas zonas escuelas de pastores, trasvasando los enormes conocimientos que tienen los viejos de la profesión y aportando otros conocimientos técnicos. Además de la formación, todo esto permite dignificar una profesión denostada.
Apoyo al cooperativismo. El sector agrícola y ganadero lo constituyen un buen número de pequeñas explotaciones, generalmente familiares, que se enfrentan a una baja productividad y rentabilidad. Es necesario el apoyo y creación de cooperativas que agrupen a pequeños y medianos agricultores. Tiene que ser democráticas y transparentes, y predominar la cooperación colectiva sobre la individual. Sirven para comercializar colectivamente la producción, pero también las compras de materias primas más baratas, al tiempo que se deben compartir servicios de utilización de maquinaria.
Energías renovables. Es necesario financiar las instalaciones eólicas o de energía solar. Es particularmente importante apoyar los trabajos selvícolas de limpieza y clareo de montes, y apoyo a cooperativas de transformación de la biomasa resultante y su utilización como combustible alternativo.
Apoyo técnico. Las Oficinas Comarcales Agrarias deben de tener un papel en este sentido. Es importante que estos organismos sean relevantes en el estudio y orientación de nuevos cultivos que sean más adecuados a su zona por su rentabilidad.
Es muy positivo en este sentido la existencia de algunas organizaciones o empresas que potencien la recuperación de cultivos abandonados. Se trata de sobre la base de elaborar un banco de tierras en abandono, poner en contacto a posibles agricultores con los titulares de esas tierras.
Relación campo-ciudad. En general desde la ciudad se va al campo de turismo rural, o nos ven va como si fuéramos un circo. Es bueno potenciar, por ejemplo, entre los estudiantes el trabajo temporal agrícola o ganadero. Y fortalecer la relación con el campo.
Estos son unos primeros ejes para trabajar contra el despoblamiento y el apoyo al mundo rural