XX Congreso del Partido Comunista de China

¿Hacia dónde camina China?

¿Cuáles han sido las claves del XX Congreso del PCCh? ¿Qué nuevo orden internacional propone Pekín? ¿Es la emergencia de China un factor positivo para la lucha de los países y pueblos del mundo, o por el contrario supone un nuevo “peligro amarillo”?

El XX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) es mucho más que un evento internacional. El peso y la influencia de China en el mundo determinan que sea un acontecimiento global. El rumbo que tome el gigante asiático será un elemento clave en lo que suceda en el mundo.

¿Cuáles han sido las claves de este congreso? ¿Qué nuevo orden internacional propone el PCCh? ¿El saldo de la emergencia de China es un factor positivo, o por el contrario supone un nuevo “peligro amarillo”, como plantea EEUU?

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Al tratar el XX congreso del PCCh se dedica una enorme atención a cuestiones políticas internas del país asiático. Como la eliminación del límite de dos mandatos, que permite la continuidad del actual presidente Xi Jinping, o el accidentado abandono del congreso del expresidente Hu Jintao, calificado como “una purga televisada”.

Pero no es posible comprender lo que ha sucedido en el cónclave del partido que gobierna China sin partir del papel cada vez más importante que el país asiático juega en el tablero global.

En primer lugar, la emergencia de China, por su magnitud y velocidad, no tiene precedentes en la historia. En 1999 su PIB era nueve veces menor que el de EEUU, hoy solo les separan cinco puntos (17,1% del PIB mundial para China y 22,7% para EEUU). A pesar de las sucesivas sacudidas -crisis económica, pandemia…-, China ha duplicado su PIB en los últimos diez años, pasando a convertirse en la segunda economía mundial.

Una emergencia china que no se limita al terreno económico. Es el único país que preside al mismo tiempo cuatro agencias especializadas de la ONU, y su influencia global aumenta sin cesar.

En segundo lugar, la fulgurante irrupción de China socava la hegemonía global de EEUU. Pekín es la viga maestra de los BRICS, impulsa proyectos como la Nueva Ruta de la Seda o plantea alternativas al dominio del dólar, el FMI, el Banco Mundial… Cuanto mayor es la influencia global de China, más dificultades enfrenta el dominio norteamericano.

En tercer lugar, China es un gigante nacido de una revolución. La emergencia de China tiene una fecha fundacional: 1949. El triunfo de la revolución permitió a un país condenado a ser un paria internacional emprender una senda de crecimiento, garantizándole una completa independencia.

Sin tener en cuenta estos tres elementos es imposible comprender el significado global del XX Congreso del PCCh.

Dos confusiones interesadas

Independientemente de la posición que se tenga ante el régimen chino, los hechos nos demuestran que el principal peligro para la paz y la democracia en el mundo no provienen de Pekín sino de Washington.

En las muchas páginas que los grandes medios han dedicado al XX Congreso del PCCh se repiten dos ideas.

La primera es que China está llevando “una política internacional cada vez más asertiva”, con formas agresivas cuyo objetivo es “arrebatarle a EEUU el liderazgo mundial”. Lo que supondría un peligro para la estabilidad y la paz en el mundo.

La segunda es que China encabeza el “campo de la autocracia”, frente a unas “democracias liberales” representadas por EEUU. Pekín sería por tanto la principal amenaza a la democracia.

Independientemente de las diferencias y críticas, muchas de ellas justas, que se tengan con el régimen chino conviene contrastar estas dos afirmaciones con los hechos.

La emergencia de China socava los cimientos de la hegemonía norteamericana

China se ha convertido en la segunda economía mundial sin impulsar ninguna guerra, sin invadir ni ocupar ningún país. En cambio la lista de guerras, invasiones y ocupaciones que EEUU ha provocado es demasiado largo.

China solo posee una base militar fuera de sus fronteras, EEUU dispone de 800 bases en más de 70 países.

China no ha planificado ningún golpe de Estado ni impuesto dictaduras fascistas en país alguno. EEUU es responsable de un largo historial de golpes y dictadores que han ejecutado genocidios en Iberoamérica, Asia, África, Europa…

Independientemente de la posición que se tenga ante el régimen chino, los hechos nos demuestran dónde ha estado, y sigue estando, el principal peligro para la paz y la democracia en el mundo.

Dos decisiones clave

No es posible comprender el XX Congreso del PCCh sin partir del papel cada vez más importante que el país asiático juega en el tablero global.

El XX Congreso del PCCh ha marcado dos fechas claves: 2035, donde deben conseguirse ambiciosos objetivos de desarrollo económico; y 2049, donde se aspira a culminar “la construcción integral de un país socialista moderno”.

El PCCh no se guía por una perspectiva cortoplacista. Sus planes siempre son a varias décadas vista. Y ha demostrado flexibilidad para adaptarse a los cambios, pero firmeza estratégica para mantener el rumbo.

De las muchas decisiones tomadas en el XX congreso, dos son las que tienen más repercusiones globales.

En primer lugar el impulso a “un nuevo tipo de relaciones internacionales”. ¿En qué consisten y qué repercusiones tienen para el resto de países y pueblos del mundo?

“Ideas como el hegemonismo, la política de poder y el unilateralismo se han convertido en sinónimos de EEUU” (Global Times, diario del PCCh)

El informe aprobado en el XX Congreso del PCCh plantea que “la modernización china es la modernización del desarrollo pacífico. No creemos que un país fuerte busque inevitablemente la hegemonía. No hay ningún gen en la sangre del pueblo chino para buscar la hegemonía o ser militarista. La modernización china no se logra saqueando a través de guerras y transfiriendo la contaminación a otros”.

Y a través del Global Times, portavoz oficioso del PCCh en política internacional, ha reafirmado que “ideas como el hegemonismo, la política de poder y el unilateralismo se han convertido en sinónimos de EEUU”.

Mientras Sun Yeli, portavoz del congreso, ha afirmado que “China no exportará su ideología ni su modelo de desarrollo a otros países, ni importará los modelos de otros países, y nos oponemos a que otros países impongan sus modelos a China, cada país debe explorar su propio camino hacia la modernización que se adapte a su propia situación”.

Estas palabras están avaladas por los hechos. Hasta ahora el papel global de China ha contribuido a la estabilidad y la paz. No se puede decir lo mismo de EEUU.

El otro campo donde el XX congreso del PCCh ha situado una “hoja de ruta” de enorme importancia es el económico.

Fijando unos objetivos de desarrollo para 2035 que inciden en garantizar “la independencia y autosuperación científico-tecnológica”.

EEUU ha declarado la guerra a China, y busca socavar los cimientos de su desarrollo. Utilizando su capacidad de control sobre la alta tecnología para cargar a la economía china de un pesado lastre. Intentando boicotear el acceso de China al mercado de semiconductores, absolutamente clave. La respuesta de Pekin es la de impulsar una poderosa industria nacional de semiconductores.

Pero además, el XX Congreso del PCCh ha prometido “regular la acumulación de riqueza y ajustar los ingresos excesivos”.

El enorme crecimiento chino ha sacado a 800 millones de personas de la pobreza y elevado el nivel de vida general de la población. Pero también ha generado desigualdades crecientes, personificadas en una élite de millonarios enriquecidos.

Ahora el PCCh plantea la “prosperidad común” como lema, y critica el “culto al dinero”. Atajar las desigualdades y redistribuir la riqueza generada por el crecimiento no aporta únicamente más estabilidad social, es también clave para poder caminar hacia un modelo económico más basado en el consumo interno y no tan dependiente del comercio exterior.

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