Cuando se cumple un año del inicio del genocidio en Gaza

Hace un año dijimos: ¡No al terrorismo, No al genocidio!

Cuando se cumple un año de los atentados terroristas de Hamás, y del inicio de una brutal guerra genocida de Israel contra la Franja de Gaza, rescatamos de nuestra hemeroteca que dijo DeVerdaddigital

Se cumplen 365 días del inicio de una de los genocidios más cruentos de nuestra historia moderna, un brutal castigo colectivo contra la población civil en la Franja de Gaza cuyas cifras e intensidad no admiten comparación con ninguna otra guerra de las últimas décadas. Una ofensiva perpetrada no sólo por el ultrasionista gobierno de Netanyahu, sino con el apoyo político, diplomático y sobre todo militar de los Estados Unidos, que son coautores de las matanzas en la Franja. Una guerra que ahora tiene su continuación en la invasión de Líbano y que, buscando el enfrentamiento con Irán, amenaza con propagarse por todo Oriente Medio.

¿Qué dijimos en aquel octubre de 2023?

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Nuestro primer editorial (14 octubre 2023)

No al terrorismo de Hamás. No al genocidio en Palestina.

Por el derecho de autodeterminación del pueblo palestino.

Unificación Comunista de España condena los actos terroristas de Hamás contra el pueblo de Israel, que ha asesinado a 1.300 personas, herido a miles y secuestrado a 150, hombres, mujeres, niños y ancianos. Nada tienen que ver con la resistencia, ni la legítima defensa. No se puede levantar la bandera de la justa lucha del pueblo palestino, ni utilizar la ocupación y las agresiones de Israel, para justificar el asesinato de gente inocente.

El terrorismo siempre es fascismo, venga de donde venga. No es un fruto natural de la lucha de los pueblos, ni surge de ellos.

Al mismo tiempo, condenamos de forma tajante el bombardeo de Gaza, el asesinato de 2.215 personas, los 8.700 heridos y el casi medio millón de desplazados que ha provocado la cruel e indiscriminada respuesta del gobierno de Netanyahu; negando la luz, el agua, el combustible y los alimentos a la población civil, violando la Convención de Ginebra y la Carta de Derechos Humanos. El Estado de Israel, que se prepara para entrar en Gaza, está cometiendo un nuevo genocidio que debemos detener y que, además, supone ya un peligro para la paz mundial.

Ni el genocidio cometido por el Estado de Israel justifica el terrorismo de Hamás, ni viceversa. Más bien se retroalimentan. Tanto vale la vida de un niño israelí, como la vida de un niño palestino. Tan despreciables son los asesinatos de Hamás en Israel, como los del gobierno de Netanyahu en Gaza.

Sin embargo, en esta guerra – como en cualquier otra – hay oprimidos y opresores, una potencia militar responsable de un auténtico genocidio en Palestina, y un pueblo que sufre un castigo constante, sacrificando sus vidas y su futuro. El responsable de estos 75 años de guerra, genocidio y apartheid no es otro que el Estado de Israel, siempre bajo el amparo político, diplomático, económico y militar de EEUU.

No hay lugar para la equidistancia. Nuestro lugar está con la justa causa del pueblo palestino.

Hay que parar la guerra. Hay que instar, por todos los medios políticos y diplomáticos, a que cesen las armas, a que se detenga la matanza.

Unificación Comunista de España apoya a Palestina y su legítimo derecho a la autodeterminación, a tener su propio Estado, a vivir en paz, prosperidad e independencia. Defender al pueblo palestino es defender las libertades en todo el mundo, cuando sufren el genocidio silencioso y ahora que Netanyahu les bombardea a diario.

Por eso, llamamos a todos los y las demócratas, independiente de su posición ideológica y política, a unirnos para detener los bombardeos de forma inmediata, restablecer las condiciones mínimas de subsistencia en Gaza, habilitar un corredor humanitario e instar a la intervención de la ONU como mediadora sobre el terreno, como primer paso para un nuevo acuerdo de paz.

Unificación Comunista de España (UCE)

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Nuestro primer análisis (19 octubre 2023)

Algunos contornos sobre la guerra de Israel contra Gaza

David Bezoar

Los acontecimientos en Gaza son dramáticos y centran nuestra atención. La actual ofensiva sobre la Franja no admite comparación con las anteriores (2008, 2009, 2012, 2014, 2021, y 2022), y Gaza está ante la perspectiva de su aniquilación. Pero no debemos dejar de prestar atención a los contornos de esta criminal guerra para entender bien el contexto.

Hemos asistido a una semana en la que Israel ha cometido los más horrendos crímenes de guerra: ha cortado todo acceso al agua, la luz y los alimentos; ha bombardeado -incluso con fósforo blanco- barrios residenciales, edificios de viviendas, campos de refugiados, mercados, hospitales, escuelas y refugios de la ONU, ambulancias y sanitarios, periodistas, convoyes civiles huyendo del norte de Gaza… Ya hay más de 2.800 muertos – 800 de ellos niños- más de 10.800 heridos y miles de personas desaparecidas y atrapadas bajo los escombros. Con más de un millón de desplazados internos y los hospitales colapsados, apurando las últimas horas de combustible en los generadores.

No sabemos qué pretende realmente Netanyahu. Es posible que busque invadir y ocupar la parte norte de la Franja, la más poblada, desplazando a 1 millón de palestinos, pero hay razones para pensar que pretenda la expulsión definitiva -hacia Egipto- de los 2,3 millones de gazatíes, y la demolición completa de la Franja. Una limpieza étnica. Un holocausto. La “solución final”.

Al mismo tiempo, cada día crece el peligro de una gran conflagración en Oriente Medio que ponga en peligro la Paz Mundial. Israel ha atacado aeropuertos de Siria, ha lanzado proyectiles sobre el sur de Líbano contra Hezbolá, apoyados por Teherán, y amenaza con atacar la misma Irán.

Biden va a realizar una gira por Israel y Jordania, buscando evitar una escalada militar descontrolada en Oriente Medio. Sin desautorizar a Netanyahu, y colocándose como árbitro, el presidente de EEUU ha advertido a Tel Aviv del «gran error» que sería ocupar militarmente la Franja de Gaza.

Esta es la foto fija de un torbellino de acontecimientos. Pero vayamos ahora a los contornos sin los que no se puede comprender lo que está sucediendo.

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El papel de EEUU

No se pueden entender los 75 años de guerra, genocidio y apartheid contra Palestina sin situar en primer lugar el papel de EEUU. El Estado de Israel nació y se ha fortalecido como el principal gendarme militar de Washington en Oriente Medio.

Aunque el origen del sionismo -como corriente ideológica y política- bebe del nacionalismo étnico alemán del s.XIX, sus dirigentes buscaron desde el principio que una potencia mundial “apadrinase” su proyecto de Estado Judío. Y esos fueron los EEUU de Eisenhower tras la II Guerra Mundial.

Utilizando toda su influencia política y diplomática, en 1947, la recién nacida superpotencia norteamericana alienta y protege el nacimiento de un Estado de Israel que va a ser una pieza clave en “el área de mayor importancia estratégica del Mundo”, cerrándole el paso a la influencia soviética en Oriente Medio.

El primer ministro israelí, Ariel Sharon y el presidente de EEUU George W. Bush, en el rancho del norteamericano en Texas, en abril de 2004

Desde entonces, EEUU ha amparado todas las guerras y agresiones de Israel contra Palestina y el resto de los países árabes, ha protegido el apartheid sionista, y ha vetado cualquier resolución de condena en la ONU.

Cada salto en la tensión de Israel contra Palestina ha ido de la mano de los proyectos geopolíticos de EEUU. La provocación de Ariel Sharón en la Explanada de las Mezquitas en 2000, que provocó la Segunda Intifada y voló por los aires los acuerdos de paz de Camp David y la vía de los Dos Estados, incendiando Oriente Medio, fue previa al 11-S, y a la imposición de la línea de dictadura terrorista mundial de Bush, que luego invadió Afganistán e Irak.

La relación entre la clase dominante norteamericana y la israelí -así como entre sus élites políticas- es orgánica y estructural. Algo que es especialmente evidente entre los halcones del sionismo -entre los que está Netanyahu- y la línea de Bush y de Trump, más ligada al complejo militar-industrial. Pero que también podemos ver en un Biden que en los años 90 decía «si Israel no existiera, EEUU debería inventarlo para proteger sus intereses en la región».

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Washington y Tel Aviv alentaron el nacimiento de Hamás

El liderazgo de un Yasser Arafat que luego abriría paso a los Acuerdos de Paz de Camp David y a la solución de los Dos Estados era un problema para los sectores más reaccionarios del sionismo, así como para los sectores más belicistas de Washington. Y alentaron el surgimiento de Hamás como una facción islamista que quebrara la unidad de la causa palestina

Tampoco es un secreto que el Estado de Israel y los centros de poder hegemonistas estuvieron detrás del nacimiento de Hamás en los años 80, para dividir y enfrentar a la causa palestina, liderada entonces por una Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasser Arafat alineada con la URSS.

En 1987 estalla la Primera Intifada, con un Arafat liderando de manera indiscutible la causa palestina. Entonces Washington y Tel Aviv decidieron aplicar el «divide y vencerás» y la promoción del islamismo político y sus contradicciones con la OLP. Siguiendo el mismo patrón que llevó a Washington a apoyar a los islamistas radicales que luchaban en Afganistán contra las tropas de Moscú, dando después orígen a los talibanes.

Desde entonces, la amenaza de Hamás le ha sido muy útil a Israel. “Quien quiera frustrar el establecimiento de un Estado palestino tiene que apoyar a Hamás. Debemos aislar a los palestinos en Gaza de los de Cisjordania”, declaró Benjamín Netanyahu en una reunión del Likud en marzo de 2019. “La Autoridad Palestina es una carga [para Israel], Hamás es un activo”, dijo en 2015 Bezalel Smotrich, entonces solo un diputado, hoy ministro de Finanzas y líder de uno de los partidos ultras aliados de Netanyahu. “Israel está contento de que Hamás gobierne Gaza, así podemos tratarles como enemigos”, decía el jefe de la inteligencia militar israelí en 2007

Los sectores más ultrasionistas de Israel -y sus contrapartes halcones en EEUU- están frontalmente en contra de «la solución de los dos Estados», un Estado palestino viable que conviva con el Estado de Israel. Al mismo tiempo, esta derecha sionista lleva azuzando el conflicto palestino y los ataques de Hamás como una potente arma electoral, y del encuadramiento ideológico de su población en el más negro racismo antipalestino.

No están teledirigidos. Es evidente que en la actualidad Hamás está antagónicamente enfrentada a Israel, pero eso no significa que no pueda ser usada por sus enemigos.

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El criminal terrorismo de Hamás sirve al mismo tiempo a varios intereses imperialistas.

Vasco Gargalo (Portugal)

El terrorismo es fascismo, siempre, venga de donde venga. No es un fruto natural de la lucha de los pueblos, ni surge de ellos. No sólo por la negra base de principios («el fin justifica los medios») que practican. Los grupos terroristas, por su naturaleza criminal y opaca, son siempre instrumentos -voluntarios o no- de clases dominantes y de grandes potencias, al servicio de inconfesables agendas ocultas.

Aunque no tengamos todos los datos, podemos vislumbrar cómo esta afirmación se aplica, de manera exacta, en este caso.

Israel posee uno de los aparatos de inteligencia más potentes del mundo, que actúa como una sucursal de la CIA. Resulta difícil creer que el Mossad o la inteligencia norteamericana no supieran nada de la operación que Hamás estuvo planeando durante más de un año, para cruzar -por tierra, mar y hasta en parapente- la ultrafortificada frontera de Gaza y llevar a cabo lo que el mismo gobierno de Netanyahu ha denominado como «el 11-S de Israel», que ha causado más de 1.400 muertos israelíes, y que mantiene a cientos de civiles -incluidos niños- secuestrados en manos de Hamás.

Netanyahu y el resto de su gobierno -el más ultraderechista e hípersionísta de la historia de Israel- han abogado, en público y en privado, por el aplastamiento total de Palestina, comenzando por Gaza, un territorio que no controlan. Y por una escalada de tensión en Oriente Medio que obligue a EEUU a intervenir.

Pero para llevar adelante esta «solución final» necesitaban de un acontecimiento catastrófico que les permitiera imponer -como en el caso del 11-S- un encuadramiento por el terror de una sociedad israelí que se ha manifestado en su contra masivamente el último año. Esto es lo que les ha entregado -en bandeja- el brutal golpe ¿consentido? de Hamás

Por otra parte EEUU, golpeado por la lucha de los pueblos, ha perdido influencia en la región. Algo que no ha dejado de aprovechar Irán o Rusia para ganar peso en Oriente Medio. Hay una línea (Obama) que ha apostado por la distensión con Irán para poder concentrarse en Asia-Pacífico, pero hay otra línea -la de Trump, a la que Netanyahu está especialmente ligada- que apuesta por la confrontación con Teherán, por incendiar Oriente Medio para recuperar terreno.

Tampoco debemos desdeñar la intervención de otras potencias.

Netanyahu en una conversación familiar, en 2001: «el mundo no dirá nada. El mundo dirá que nos estamos defendiendo, conseguiremos esto gracias a la ayuda de Estados Unidos que pueden imponer el relato fácilmente».

Al régimen iraní -que es el mayor apoyo político y financiero de Hamás-, fuertemente cuestionado por la «revolución del velo» también está interesado en una antagonización del conflicto en Palestina, y en un choque con Israel que le permita encuadrar a su pueblo por el miedo a la agresión occidental.

A Rusia, el estallido de la nueva guerra le viene como anillo al dedo. Supone que EEUU y la OTAN -en los que ya hay voces que piden dejar de gastar tanto, y que Kiev acepte «paz por territorios»- van a tener que centrarse en Israel y Oriente Medio, aliviando la presión en la guerra en Ucrania.

Ambos están interesados en la escalada de la agresión de Israel hacia Palestina, que pone muy tensas las costuras de los «Acuerdos de Abraham» -auspiciados por EEUU- de Israel con Arabia Saudí, Emiratos Árabes (recién incorporados a los BRICS, como también Egipto) o Marruecos.

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Los imperios proponen, pero la lucha de los pueblos dispone

Manifestación en Barcelona

Nadie debe despreciar la capacidad de resistencia del pueblo palestino, ni la solidaridad de millones de personas a lo largo y ancho del planeta, para detener este genocidio.

En primer lugar debemos tener en cuenta el ocaso norteamericano. También la lucha de fracciones dentro de la clase dominante norteamericana.

Manifestación contra el genocidio y por el alto el fuego de ciudadanos judíos norteamericanos, en el Capitolio de EEUU

La línea Biden tiene contradicciones con el gobierno Netanyahu, vinculado a la línea Trump, y es posible que maniobre para contener la expansión del incendio. Aunque su primera reacción ha sido cerrar filas con su gendarme, la dimensión del genocidio y el peligro de que el incendio se propague por Oriente Medio, ponen en juego intereses estratégicos de EEUU. Biden se ha declarado contrario a la ocupación militar de Gaza, y aunque aboga por la necesidad de derrotar a Hamás, ha matizado que debe lograrse “una vía hacia un Estado palestino”.

Debemos tener en cuenta a actores como China -que condena sin matices el terrorismo de Hamás al mismo tiempo que llama a detener la guerra- y el peso de unos BRICS a los que no les interesa el incendio descontrolado de Oriente Medio. También a las voces de la UE que (como Borrell) han desautorizado el vergonzoso alineamiento de Von der Leyen con Israel, y claman contra la invasión, los bombardeos y por un alto el fuego.

Pero sobre todo, no debemos olvidarnos del pueblo palestino, seguramente el más castigado del planeta, que ha soportado 75 años de guerra, genocidio y apartheid sin jamás doblar la rodilla, sin ceder ni un ápice en su férrea voluntad de resistencia, de independencia y autodeterminación.

Tampoco de la enorme, gigantesca ola de solidaridad con Gaza que ya recorre el mundo. A pesar de que algunos gobiernos como el francés o el británico, o la alcaldía de Berlín, hayan prohibido las manifestaciones propalestinas, ya se están produciendo gigantescas movilizaciones contra la guerra en todo el planeta, de París a Londres, de Berlín a Estambul, de Madrid a Sídney, de Nueva York a Bagdad. En muchas de ellas -como la cadena humana que ha rodeado la Casa Blanca- son los propios judíos antisionistas los que con la consigna “No en nuestro nombre” llaman a detener un nuevo holocausto.

A pesar del dolor, del horror y la guerra, los pueblos avanzan y el imperio retrocede.

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Hamás: terrorismo y herramienta de oscuros intereses geopolíticos (26 octubre)

El terrorismo es fascismo. Y siempre sirve a grandes potencias.

David Bezoar

El terrorismo y su negra base de principios es siempre fascismo. Y detrás del orígen, o beneficiándose de las acciones, de los grupos terroristas, siempre encontramos centros de poder, clases dominantes o potencias imperialistas. Y Hamás no es ninguna excepción.

Algunos han evitado denunciar el terrorismo de Hamás, identificando sus acciones como «el legítimo derecho del pueblo palestino a luchar y resistirse» a la intolerable opresión israelí.

No. No estamos de acuerdo. En absoluto. El terrorismo es fascismo, siempre. No nace de la lucha de los pueblos. Y siempre sirve -voluntaria o involuntariamente- a oscuros intereses de clases dominantes, a inconfesables estrategias de grandes potencias. Y el caso de Hamás no es ninguna excepción, todo lo contrario.

En una acción sin precedentes, atravesando la fortificada frontera de Gaza por tierra, mar y aire, Hamás perpetró el 7 de octubre el mayor ataque terrorista de la historia de Israel. Masacrando a los asistentes a un festival, penetrando en los kibutz y asesinando a sangre fría a hombres, mujeres, y niños, y secuestrando a otros muchos para usarlos como rehenes. Hasta ahora las víctimas mortales israelíes llegan a las 1.400, la inmensa mayoría civiles. Y el número de secuestrados ronda las 200 personas.

Vaya desde estas páginas la más rotunda condena, sin paliativos, al sangriento terror de Hamás. Su criminal y necio terrorismo, además de segar la vida de más de mil civiles inocentes de Israel, sólo ha servido al gobierno de Netanyahu para escapar de una masiva oposición popular, y para tener la excusa perfecta para desatar sobre Gaza un genocidio sin precedentes.

Israel y EEUU promocionaron el islamismo palestino como alternativa a la OLP

El origen de Hamás… está en Tel Aviv y Washington

El nacimiento de Hamás en los 80 es promovido por Israel y EEUU como forma de enfrentar y dividir la lucha del pueblo palestino, entonces bajo la dirección de la OLP de Yasser Arafat

El terrorismo es fascismo, siempre, venga de donde venga. No es un fruto natural de la lucha de los pueblos, ni surge de ellos. No sólo por la negra base de principios («el fin justifica los medios») que practican. Los grupos terroristas, por su naturaleza criminal y opaca, son siempre instrumentos -voluntarios o no- de clases dominantes y de grandes potencias, de inconfesables agendas ocultas y planes geopolíticos.

Esta afirmación se confirma, de manera exacta, en el caso de Hamás.

El Estado de Israel y los centros de poder hegemonistas estuvieron detrás del nacimiento de Hamás en los años 80, para dividir y enfrentar a la causa palestina, liderada entonces por una Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasser Arafat alineada con la URSS.

No es ningún secreto. «Si nos fijamos en la historia de Hamás, encontraremos que fue alentada e iniciada por Israel para contrarrestar a Yasser Arafat», llegó a afirmar el congresista norteamericano independiente Ron Paul.

Bajo la dirección de Arafat, en 1987 estalló la Primera Intifada. Entonces Washington y Tel Aviv decidieron aplicar el «divide y vencerás» y la promoción del islamismo político. Siguiendo el mismo patrón que llevó a Washington a apoyar a los islamistas radicales que luchaban en Afganistán contra las tropas de Moscú, dando origen a los talibanes.

“Quien quiera frustrar el establecimiento de un Estado palestino tiene que apoyar a Hamás. Debemos aislar a los palestinos en Gaza de los palestinos en Cisjordania”, declaró Benjamín Netanyahu en una reunión del Likud en marzo de 2019. “La Autoridad Palestina es una carga [para Israel], Hamás es un activo”, dijo en 2015 Bezalel Smotrich, entonces solo un diputado, hoy ministro de Finanzas y líder de uno de los partidos ultras aliados de Netanyahu.

Los sectores más ultrasionistas de Israel -y sus contrapartes halcones en EEUU- están frontalmente en contra de «la solución de los dos Estados», un Estado palestino viable que conviva con el Estado de Israel. Y para ello ha sido crucial mantener desunida Palestina, con Gaza como feudo de Hamás y con la Autoridad Palestina gobernando Cisjordania. Al mismo tiempo, esta derecha sionista lleva azuzando el conflicto palestino y los ataques de Hamás como una potente arma electoral, y del encuadramiento ideológico de su población en el más negro racismo.

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Nuestra primera respuesta: Primer manifiesto contra el terrorismo de Hamás y contra el genocidio de Israel en Gaza

Cien personalidades firman el manifiesto ‘Hay que para la guerra’ en apoyo a Palestina

Más de cien intelectuales, artistas y profesionales, así como diversas organizaciones, suscribieron el primer manifiesto ‘Hay que para la guerra: no al terrorismo, no al genocidio’ impulsado por Recortes Cero. A lo largo de los siguentes meses, hasta cuatro reediciones del mismo texto llegaron a sumar más de 600 firmantes y 150 organizaciones de 34 países

Con más de mil firmantes ya, desde personalidades profesionales de todos tipo, organizaciones y firmas ciudadanas en general, el manifiesto ‘Hay que para la guerra’ publicado el domingo 29 en el periódico El País, con dos páginas de publicada que han sido financiadas entre todos los firmantes con pequeñas aportaciones para exigir que se detengan los bombardeos sobre Gaza de forma inmediata (en www.pararlaguerra.es)

El manifiesto está firmado por profesionales destacados como José Sacristán, Juan Diego Botto, Rozalén, Silvia Pérez Cruz, Miguel Ríos, Charo López, Antonio de la Torre o Clara Lago. Un texto encabezado por el titular ‘Primer Manifiesto’ y que expresa la voluntad de volver a publicarse con nuevos apoyos.

El manifiesto arranca declarando que ‘las criminales acciones terroristas de Hamás merecen nuestra condena más enérgica, pero no pueden servir para justificar el genocidio que practica el Estado de Israel contra el pueblo palestino. Tanto vale una vida israelí como una palestina.’

Entre los firmantes se encuentran desde los directores Javier Fesser, José Corbacho, Fernando Trueba o Fernando Colomo, hasta el pintor Anotnio López, el fundador de la ONT, Rafael Matesanz, o las actrices Mercedes Sampietro, Marisa Paredes, Julieta Serrano o Assumpta Serna.

El manifiesto denuncia que ‘el Estado de Israel está cometiendo crímenes de guerra ante los que no podemos permanecer impasibles’ y llama a ‘detener esta atrocidad que aumenta el riesgo de escalada militar en la región y supone un peligro para la paz mundial’. El texto deja claro que si bien ‘Israel tiene derecho a defenderse de ataques terroristas’ no lo tiene a ‘ocupar Palestina y diezmar su población’.

Las profesiones y sectores a los que pertenecen los firmantes son muy variados, e incluyen a los escritores Rosa Montero y Juan José Millás, a la cantante Soledad Giménez, el artista Santiago Sierra, el rapero Rayden, el dibujante Nazario o el geólogo y divulgador científico Nahum Méndez. Todos estos firmantes, a través del contenido del manifiesto, se unen ‘al movimiento mundial de repulsa a la guerra y a las valientes manifestaciones de israelíes contra su gobierno’.

Además de 50 organizaciones, destacan las firmas de los periodistas, que es el sector que cuenta con más firmas destacadas. Entre ellas las de Jesús Maraña, director de InfoLibre, Ana Pardo de Vera, directora corporativa de Público, Carles Mesa y Fran Sevilla de RNE, Javier del Pino, conductor de ‘A vivir que son dos días’ de la Ser, los periodistas Manuel Rico, Guillermo Fesser, Chelo García Cortés o la escritora Pilar Urbano. También con destacados fotoperiodistas como el Premio Pulitzer Javier Bauluz.

El jueves 2 de noviembre el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, recibía en el Palacio de la Moncloa a una amplia representación de los promotores del manifiesto «Hay que parar la guerra. Ni terrorismo, ni genocidio«, promovido por Recortes Cero y publicado en El País el 29 de Octubre.

Además, entre los firmantes se han sumado periodistas de la Ser como Lourdes Lancho o Antonio Vico, y de Onda Cero como Begoña del Pueyo.

El manifiesto afirma que ‘nuestro lugar está con la justa causa del pueblo palestino por “la libre determinación, incluido el derecho a un Estado palestino independiente” tal y como reconoce la ONU’ y concluye con dos tipos de peticiones. Una exigencia, ‘a Israel, que detenga los bombardeos de inmediato, cumpla el derecho internacional y habilite un corredor humanitario’ y a Hamás que detenga ‘sus ataques terroristas y la liberación incondicional de los rehenes’. Además propone el alto el fuego, la mediación de la ONU, un acuerdo basado en la existencia de los dos Estados, y la implementación de la proposición aprobada por el Congreso en el 2014, en la que se insta al “gobierno a reconocer a Palestina como Estado”.

Entre los firmantes también se encuentras políticos como Gaspar Llamazares o Joan Baldoví, y organizaciones como PACMA, Recortes Cero, la Unión Democrática de Pensionistas, la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid o la Federación de Sindicatos de Periodistas.

En la reunión con el presidente del Gobierno. además de miembros de la Coordinadora Estatal de Recortes Cero (Nuria Suárez, Joanen Cunyat, Sara Montero, el dramaturgo Jorge Eines, Juan Carlos Torres, Violeta Tercedor, Carlos Fernández Herreruela), estaban el cantante Miguel Rios, el magistrado emérito del Tribunal Supremo, Jose Antonio Martín Pallín, el rapero Rayden, y Maria Teresa Villa, presidenta de la Asociación Rigoberta Menchú.

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