Grecia ha conseguido que el BCE y los acreedores mantengan la financiación que su gobierno necesita durante los próximos 4 meses. La ampliación del superávit fiscal primario -que implicaba nuevos recortes, entre ellos una nueva subida del IVA, la aceleración de las nuevas privatizaciones y otro recorte a las pensiones- ha sido abandonado como exigencia para ello, y en su lugar será el gobierno de Tsipras quien decida las medidas que tomará para mantenerlo como está en la actualidad, principalmente la persecución del fraude fiscal de las grandes fortunas.
Durante las negociaciones, el comisario de la UE para asuntos económicos y financieros, el francés Pierre Moscovici aceptó los puntos fundamentales del primer documento propuesto por Syriza. Horas después, el jefe del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, dijo que no era aceptable y preparó otro con mayores exigencias a Grecia. Por encima de ambos emergió la figura del todopoderoso ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble, diciendo que ambos documentos eran “insustanciales” y que no hacía falta ningún nuevo compromiso: Atenas sencillamente debía cumplir con los mandatos ya impuestos por la troika y aceptados por el anterior gobierno.«El gobierno de Syriza ha ganado un tiempo valiosísimo para empezar a aplicar puntos sustanciales de su programa» Finalmente, en medio de estas disputas entre las potencias europeas, apareció el gran patrón de todos ellos, Obama, imponiendo que a una economía quebrada y a una sociedad empobrecida como la griega no se le podían exigir más medidas de austeridad. Una orden tajante de Washington movida no por ningún sentimiento de compasión ni por criterios de racionalidad y eficacia económica. La razón última hay que buscarla en los inteligentes movimientos diplomáticos y geopolíticos de Tsipras, dando a entender que si Berlín seguía apretando y la eurozona le cortaba la financiación, Grecia podría buscar el apoyo de Rusia y China. Algo que Washington -concentrado en los últimos meses en reforzar militarmente la OTAN y aislar y debilitar a Moscú- no puede permitirse de ninguna manera. El gobierno de Syriza ha ganado un tiempo valiosísimo para empezar a aplicar puntos sustanciales de su programa (los primeros, el suministro gratuito de corriente eléctrica a 300.000 familias, un programa de vivienda para 30.000 personas y una ley antidesahucios que se aprueban esta misma semana); se ha asegurado la financiación para evitar la quiebra de su sistema financiero hasta finales de junio; ha rehusado aplicar las nuevas medidas de recortes y saqueo previstas en el memorándum; ha obligado a Berlín a sentarse a negociar y reconocer la capacidad de Grecia para decidir por sí misma la política que sigue; ha abierto una brecha en el hasta ahora monolítico proyecto de intervención y saqueo multiplicando las contradicciones entre Washington y Berlín y entre éste y las potencias europeas y ha ampliado la base de apoyo política y popular a su gobierno. Y todo esto lo ha hecho en apenas un mes. Totum revolutumComo era previsible, ya se han levantado voces en el interior de Grecia y de la propia Syriza criticando el acuerdo y denunciando que Tsipras se “ha rendido” ante la troika. Una posición impaciente (en el mejor de los casos), esquemática e izquierdista que levanta la consigna de “o todo o nada”, sin partir de que la lucha de clases no es un proceso lineal sino zigzagueante, donde en ocasiones hay que ceder en lo secundario para mantener lo principal e incluso a veces es necesario dar un paso atrás para poder dar posteriormente dos pasos adelante. O como dice Lenin en El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, “sólo se puede vencer al enemigo mas poderoso poniendo en tensión todas las fuerzas y aprovechando obligatoriamente con el mayor celo, minuciosidad, prudencia y habilidad la menor ‘grieta’ entre los enemigos. Asimismo hay que aprovechar las menores posibilidades de lograr un aliado de masas, aunque sea temporal, vacilante, inestable, poco seguro, condicional. El que no comprende esto, no comprende ni una palabra de marxismo ni de socialismo científico contemporáneo, en general”. Renunciar de antemano a toda maniobra, a explotar los antagonismos de intereses (aunque solo sean temporales) que dividen a nuestros enemigos, renunciar a acuerdos y compromisos con posibles aliados, (aunque sean provisionales, inconsistentes, vacilantes, condicionales), añade Lenin, “¿no es, acaso, algo indeciblemente ridículo?” «La contribución que ya han hecho el pueblo griego y Syriza a los países y pueblos europeos es extraordinaria» Pero además, quienes hoy en día se han lanzado, en nombre de la izquierda y de unos supuestos principios “irrenunciables”, a denunciar al gobierno de Syriza deben preguntarse por qué sus ataques coinciden punto por punto con la propaganda intoxicadora que las grandes potencias están lanzando a través de sus medios de comunicación monopolistas. Propaganda que sólo busca intoxicar y desmoralizar a los pueblos, tratando de hacerles ver que no es posible hacerles frente, y mucho menos conseguir ninguna victoria ante ellos. Una línea extremadamente inteligenteFrente a esta colusión entre las burguesías monopolistas y el infantilismo izquierdista, la línea que está siguiendo el gobierno de Syriza, no sólo es ejemplar, sino extremadamente inteligente.Utilizando las grietas y fisuras entre los enemigos y buscando acumular fuerzas y fortalecer el frente interno apoyándose en la mayoría del pueblo griego. El camino de persistir en la línea de Frente Amplio, aliándose no sólo con la derecha patriótica y democrática de los Griegos Independientes, sino entregando la presidencia de la República a un destacado dirigente de Nueva Democracia conocido por sus reticencias a los planes de rescate, le ha permitido multiplicar sus apoyos internos. Hasta el punto de que las encuestas le dan a día de hoy un apoyo popular superior al 76%. Y hasta entre los votantes de la derecha de Nueva Democracia, el apoyo a Tsipras llega al 45%. El camino emprendido por el pueblo griego, repleto de obstáculos y dificultades de todo tipo, no ha hecho más que comenzar. Y hemos asistido sólo a la primera de las batallas, que no será seguramente la más cruenta. Pero sea cual sea la resultante final, la contribución que ya han hecho el pueblo griego y Syriza a los países y pueblos europeos es extraordinaria. Después de 5 años de ejecución y de haber provocado innumerables padecimientos por todo el continente, el pueblo griego se ha levantado contra el proyecto hegemonista de intervención y saqueo y ya nada volverá a ser como antes en Europa. Vendepatrias en apurosLa furiosa arremetida de Rajoy contra el gobierno de Syriza -a las que de una u otra manera se han sumado tanto destacados dirigentes del PSOE como la mayoría de medios nacionales, con parecidos argumentos e idénticos objetivos-, acusándole de provocar la “frustración del pueblo griego por hacer promesas que no se pueden cumplir” no hace más que poner de manifiesto el temor que entre las clases políticas vendepatrias de la UE ha suscitado la victoria de Syriza y los efectos multiplicadores que su firmeza en la defensa de la soberanía nacional tiene en los vientos populares y patrióticos desatados en sus países. «La rabiosa reacción del establishment del bipartidimo es la mejor demostración de lo acertado de la política de Syriza» La actuación del gobierno de Syriza está echando por tierra los argumentos con los que se han justificado todos estos años: primero, que la política de austeridad (es decir, los recortes, el saqueo y el empobrecimiento de la mayoría) era la única manera de salir de la crisis y, segundo, que las condiciones impuestas por el memorándum de la troika a los países rescatados (total o parcialmente, como en el caso de España) eran “ineludibles”. Syriza ya ha demostrado, primero, que la troika y sus condiciones no son ineludibles si un gobierno hace uso de su soberanía nacional para plantarse ante ella. Y ahora, una vez enfrentado con éxito el primer pulso, está en condiciones de empezar a demostrar que una política contraria a la dictada por la troika, una política de redistribución de la riqueza es la única manera de salir de la crisis en beneficio de la mayoría. Y si esto lo está haciendo un pequeño pueblo de apenas 11 millones de habitantes, con un PIB cuatro veces menor que el de España y que sólo representa el 2% del PIB de la eurozona, ¿qué no puede hacer un gobierno en nuestro país que se plante ante Washington y Berlín, y en ejercicio de su soberanía decida aplicar una política completamente distinta a la que nos han impuesto estos 5 últimos años?La rabiosa reacción del establishment del bipartidimo es la mejor demostración de lo acertado de la política de Syriza y del daño que está haciendo su firmeza a todos los lacayos de la troika en la eurozona. Lo que a su vez debe servirnos a todos nosotros como ejemplo del camino que hay que seguir para derrotarlos. Se ha convertido en un lugar común en nuestro país comparar la línea y la actuación de Syriza con Podemos o, en menor medida, con IU. Ninguna de ambas comparaciones resisten el más mínimo contraste con la realidad. Por más que algunos, interesadamente, se empeñen, no existe hoy en España ninguna organización que pueda compararse con Syriza. Ellos han marcado, y esa es la enseñanza principal de la que debemos aprender, un camino y una línea de Frente Amplio por la redistribución de la riqueza, la ampliación de la democracia y la defensa de la soberanía nacional. Y sobre esos mimbres llevan construyendo una sólida organización que se plantea cada batalla para unir en torno a ese programa al 90% de la población.Han pactado con la derecha patriótica y democrática para formar un gobierno de amplia mayoría social. Se han apoyado en los sectores de Nueva Democracia que han manifestado la más mínima fisura con el proyecto hegemonista de intervención y saqueo para aislar al máximo al enemigo principal. Están potenciando la organización y la movilización popular tras su triunfo electoral, porque son conscientes de que ahí reside toda su fuerza. Empezar a recorrer este camino, dar pasos en la línea de construir un Frente Amplio por la redistribución, la democracia y la soberanía, capaz de unir al 90% de la población, de la derecha a la izquierda y de lo social a lo político, es la tarea más urgente que tenemos hoy en España para poder también nosotros echar abajo los planes de nuestros enemigos.