El Observatorio

Gran Celada

La noticia cayó ayer como una bomba. Cuando aún viví­a su gran minuto de «gloria» y saboreaba lo que sin duda era su mayor éxito internacional -reunirse y hacerse la foto con Obama-, Zapatero recibí­a un «shock» inesperado. Filtrada por la cadena Ser, y ávidamente reproducida por todos los medios de comunicación, se extendí­a como la pólvora la noticia no sólo de una inminente remodelación del gobierno, sino lo que es más extrano: todos los cambios que iban a producirse, con nombres y apellidos. Una filtración que, evidentemente, no procedí­a ni del propio Zapatero ni de su entorno más fiel, y que hoy despierta una interrogante crucial: ¿es este el cambio de gobierno que tení­a en mente Zapatero o el que le han impuesto? ¿Y si es así­, quién o quiénes están detrás de este audaz golpe de timón?

La sorresa y el enfado de Zapatero ante las filtraciones de ayer no parecen escenas de un guiñol preparado. Ayer, Zapatero salió por la tangente a las preguntas de los periodistas con un "ya veremos si han acertado con los nombres", pero hoy lunes la irritación y el afán de aclarar lo sucedido le han hecho llegar tarde hasta a la "foto de familia" de la reunión de la Alianza de Civilizaciones, una de sus iniciativas más queridas. Todo indica pues que podemos encontrarnos ante una situación insólita en la historia de la democracia española reciente: la de un presidente del gobierno al que, desde sus propias filas y con él ausente, se le impone "contra su voluntad" un profundo cambio de gobierno que encubre, a su vez, un previsible cambio de rumbo de su política en algunas cuestiones de gran calado. Desde los medios mejor informados no se duda en señalar al ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, como el verdadero muñidor de la crisis y artífice del "golpe": el hombre con la suficiente fuerza y apoyo político como para planificar y llevar a cabo una maniobra de este género y de esta envergadura. Una maniobra que, por otra parte, contaría con apoyos claves en el interior del PSOE, empezando por el del propio presidente del partido, el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, que sería uno de los nuevos "pesos pesados" que entraría como vicepresidente del gobierno; pero también con el respaldo del actual número tres del partido, Pepiño Blanco, que pasaría a ocupar la cartera de Fomento sustituyendo a una ministra, no quemada sino abiertamente chamuscada: Malena Álvarez. La "remodelación" incluiría también un cambio "clave": la sustitución del actual ministro de Economía, Pedro Solbes, no por uno de los nombres que al parecer venía barajando en las últimas semanas el presidente Zapatero, sino por quien todo los medios consideran hoy pública y reconocidamente como una "protegida" de Rubalcaba: la actual ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado. Respaldando la operación -y no sólo dándola a conocer- está también el Grupo Prisa (El País, la Ser, Cuatro, Canal plus…), el grupo de medios más importante del país, y cuyo descontento con Zapatero, tanto por su rumbo político como por su apoyo a un grupo de medios rival, así como por sus vinculaciones a un sector del aparato socialista (el antiguo "felipismo", al que de una u otra forma están ligadas tres de las cuatro piezas claves de la operación: Rubalcaba, Chaves y Salgado), le están llevando a jugar un papel de nuevo estelar en esta partida, una apuesta sin duda de alto riesgo, pero que para ellos puede ser vital. El sentido y objeto del "golpe" aún es pronto para dilucidar. También cómo y de qué manera podría afectar a las polícias esenciales del gobierno, en unos momentos en que se van a adoptar decisiones claves para el futuro del país, como las que afectan al futuro de las cajas de ahorros o a los grandes grupos de comunicación, la financiación autonómica o la nueva disyuntiva que sobre política exterior abre la presencia de Obama, y que ha tenido ya una escenificación en la última serie de cumbres internacionales, donde ha reaparecido el "fenecido" eje franco-alemán. Aunque lo más determinante que queda por dilucidar, por el momento, es si Zapatero va a tener que caer por fuerza en la "celada" que le han tendido, o si podrá de alguna de forma salir de ella. La respuesta no se hará esperar.

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