Salud

Gordos pero no culpables

Según Enrica, un estudio que abarca a 12 mil adultos españoles mayores de 18 años, el 62% de estos tiene exceso de peso. Las sanas costumbres alimenticias que permitieron acuñar el concepto de «dieta mediterránea» se han ido transformando. El estudio apunta al sedentarismo y al aumento del consumo de grasa animal como los principales responsables. Una buena oportunidad para señalar las causas reales de los problemas de alimentación en los paí­ses de capitalismo desarrollado.

El estudio ha sido dirigido or la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y la Consejería de Sanidad de la Generalitat de Catalunya, que también cuentan con la colaboración de los laboratorios Sanofi-Aventis. Los resultados señalan, en primer lugar, que el 86% de los adultos de este país lleva una vida sedentaria. De hecho, pasan unas 14 horas semanales viendo la televisión y unas siete horas frente al ordenador. Y en segundo lugar que las grasas saturadas suponen el 12% de la ingesta total de energía de los adultos españoles, a pesar de que el consumo recomendado está entre el 7% y el 8%. Se consumen unos 400 gramos de proteínas, cuando lo recomendable son 300. Se ha reducido el consumo de hidratos de carbono a un 42%, cuando la ingesta recomendada está entre el 50% y el 55%, y la de fibra, que se sitúa en 23 gramos por día cuando lo recomendado es que se superen los 25 gramos diarios. También es insuficiente el consumo de frutas, verduras, hortalizas y leche. Solo la mitad de los adultos a los que se les aconseja un cambio en su dieta, lo sigue. Ls conclusiones, como se puede comprobar, apuntan a la responsabilidad del paciente, y en el mejor de los casos, a esa “responsabilidad compartida”, en la que todos asumen parte de ella pero como cargando con la negligencia del consumidor. Los que son menos conocidos son los estudios que apuntan en otra dirección. Es muy recomendable dirigirse en la red a los múltiples reportajes de las tesis sobre la “inflamación silenciosa” del Dr. Barrry Spears. El Dr. Barry Spears denuncia que por el propio desarrollo de la alimentación en el capitalismo, es decir, producir más en menos tiempo, abaratando costes y aumentando beneficios, el tipo de alimentación mayoritariamente extendida es la que se basa en las “grasas tóxicas”. Un tipo de alimentación que produce por acumulación (entiéndase en décadas) un proceso de “inflamación silenciosa” que está en la base de la mayoría de enfermedades modernas. Lo mejor de esto es que el Dr Spears propone la propia alimentación como medicina. No es el caso desarrollar aquí aspectos que se corresponden más a la promoción que a la información, pero el Dr. Spears dirige sus estudios sobre la base de una premisa que es bastante alentadora: “no somos culpables”. Somos responsables de cambiarlo. También la forma de comer, claro. Entrevista al Dr Barry Spears ¿Por qué hay personas delgadas y otras con exceso de peso cuando su alimentación es prácticamente similar? Las personas que ganan peso con facilidad tienen una genética predispuesta a ello. Lo que activa esos genes es lo que denomino “inflamación silenciosa”, inducida por la dieta que llevamos. La consecuencia es caer en la “trampa de la grasa”, en la cual las calorías ingeridas se acumulan en las células adiposas, no pudiendo usar estas reservas para transformarlas en energía química necesaria para el funcionamiento básico del metabolismo y la actividad física. -La dieta que llevemos y el ejercicio que hagamos, ¿son los únicos factores que influyen en nuestro peso y calidad de vida? El 80% de la salud procede de la dieta, el otro 20% procede del ejercicio y la reducción de estrés. Esto significa que el mejor programa de ejercicio puede verse truncado por una mala alimentación. -¿Qué considera usted que es una dieta sana? Una dieta saludable debe reducir la inflamación silenciosa en el organismo. Es la denominada inflamación silenciosa la que provoca a la larga el desarrollo de enfermedades crónicas. El verdadero objetivo no es perder peso, sino reducir la grasa tóxica y, como consecuencia de esto, disminuir la inflamación silenciosa producida por su presencia en el organismo. -¿Qué papel juega la genética en nuestro físico? La genética juega un papel aplastante en el desarrollo de la obesidad y las enfermedades crónicas. No se pueden cambiar los genes, pero sí se puede cambiar su expresión, reduciendo los niveles de inflamación silenciosa. Esta es la ventaja de la Dieta de la Zona: manteniendo las hormonas generadas por la dieta en un nivel ni muy alto ni muy bajo, es posible que se controle durante toda la vida la inflamación silenciosa -Además de una dieta equilibrada y la realización de ejercicio físico, ¿podemos ayudarnos de algún producto para mantenernos en nuestro peso ideal? Añadir aceite refinado de pescado rico en ácidos grasos Omega-3 a la Dieta de la Zona la hace más afectiva. Los ácidos grasos Omega-3 no reducen los niveles de Grasa Tóxica, pero la diluyen en las células, haciendo que sea más difícil la generación de hormonas de inflamación silenciosa. Cuanto más se siguen las pautas de la Dieta de la Zona, menos ácido Omega-3 necesita el organismo. Sin embargo, cuanto menos se siguen estas pautas, más ácidos Omega-3 se necesitan para tener la inflamación silenciosa bajo control. -¿Qué novedad presenta en su nuevo libro “Grasa tóxica” con respecto a los anteriores? “Grasa Tóxica” desarrolla el concepto de la inflamación silenciosa descrito en libros anteriores. Este nuevo entendimiento de la obesidad explica por qué los mensajes simplistas como ”comer menos y hacer más ejercicio” no tendrán ningún resultado a menos que previamente se haya reducido la inflamación silenciosa. -¿Qué idea es la que quiere que llegue principalmente a la población a través de su obra? El principal mensaje es que “tu no eres el responsable de tu obesidad”. Si estás predispuesto genéticamente a engordar, estos genes pueden ser activados por la inflamación silenciosa producida por la globalización de los ingredientes de la comida. Es lo que yo he denominado la “Tormenta Nutricional Perfecta”. No hay repetir lo errores alimenticios que Estados Unidos cometió. ¿Existen “alimentos prohibidos”? En la Dieta de la Zona no existen “alimentos prohibidos”, pero se debe reducir el consumo de carbohidratos (almidón y féculas), que incrementan rápidamente los niveles de insulina, y reemplazarlos con vegetales (frutas y verduras), que aumentan muy lentamente estos niveles de insulina. Como complemento se necesita la proporción adecuada de proteínas bajas en grasa, que se puede medir con la cantidad que cabe en la palma de la mano, con lo que automáticamente se genera el correcto equilibrio en las comidas para el control de la producción de grasa tóxica.

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