Dos guerras, dos agresiones imperialistas, han marcado el panorama internacional en 2023 y con toda seguridad volverán a hacerlo en 2024. La criminal invasión rusa de Ucrania y la genocida ofensiva israelí sobre Gaza ponen en peligro la Paz Mundial.
Ante tan brutales agresiones no se puede ser neutral. La defensa por la Paz y la lucha para detener estas guerras exige la denuncia resuelta de los agresores imperialistas -la Rusia de Putin en un caso; el Estado de Israel, siempre bajo el amparo político y militar de la superpotencia norteamericana, en el otro- y la defensa y la solidaridad de los oprimidos, los pueblos ucraniano y palestino.
Frente a las posiciones pro-Putin de la ultraderecha o de ciertos sectores de la izquierda, la única posición revolucionaria es gritar «Fuera tropas rusas de Ucrania» y «solidaridad con el pueblo ucraniano”
Frente a las posiciones prosionistas de la derecha o pro-Hamás en la izquierda, sólo cabe gritar «Ni terrorismo, Ni genocidio», condenando los criminales ataques terroristas de Hamás y exigiendo la liberación inmediata de todos los rehenes, al mismo tiempo que se condenan la brutal y genocida ofensiva sobre Gaza y 75 años de guerra, limpieza étnica y apartheid de Israel contra Palestina, siempre gracias al decisivo apoyo de Washington.
Frente a los que tratan de identificar los crímenes de Hamás con el legítimo derecho de los palestinos a defenderse, sólo se puede responder que tanto vale la vida de un civil israelí como la de un civil palestino, y que Netanyahu y Hamás se retroalimentan. Fueron los sectores más belicistas y reaccionarios del sionismo los que impulsaron a los islamistas en los 80, y los que siempre los han usado como un «activo» de “acción-reacción” para justificar su insoportable opresión sobre Palestina.
Gaza: genocidio y limpieza étnica sin freno
A punto de cumplirse 80 días desde los ataques de Hamás y el inicio de la brutal ofensiva sobre la Franja, el castigo militar que Israel está desatando sobre Gaza no tiene otro nombre que genocidio. Estamos -con diferencia- ante la más sangrienta y criminal de las guerras de lo que llevamos de siglo XXI.
Con la total impunidad que le confiere ser el gendarme de Washington en Oriente Medio, y con unos EEUU empeñados en vetar cualquier resolución de condena o de alto el fuego en el Consejo de Seguridad de la ONU, Israel está cometiendo los más atroces crímenes de guerra, las más flagrantes violaciones del más elemental derecho humanitario.
Según la ONG Euro-Mediterranean Human Rights Monitor, hasta el 21 de diciembre Isarel ha masacrado a 27.137 gazatíes -de ellos a más de 10.500 niños y 5.500 mujeres, muchos de los cuales yacen aún bajo los escombros- y ha herido a más de 53.000 civiles. Ha causado el desplazamiento forzoso de la casi totalidad de los habitantes de Gaza (1,9 millones de un total de 2,3 millones), ha destruído completamente más de 64.000 edificios y dañado gravemente otros 175.000. Ha realizado 131 ataques sobre instalaciones y vehículos sanitarios, asesinando a 222 sanitarios e hiriendo a otros 250; casi 300 ataques sobre escuelas y refugios de la ONU; ha matado a un centenar de periodistas junto a sus familias; ha bombardeado campos de refugiados, iglesias y mezquitas y hasta convoyes humanitarios.
Hay que parar la guerra, hay que detener este genocidio.
El objetivo de esta impúdica crueldad ya no es ningún secreto. Netanyahu busca una nueva Naqba, la expulsión de los gazatíes, desesperados por la muerte o el hambre, al desierto del Sinaí.
Todo ello frente a las cámaras, a plena luz del día, con un ignominioso cinismo. Hay que parar la guerra, hay que detener este genocidio.
Ucrania: ¡fuera tropas rusas!
Cuando la brutal invasión de Ucrania se acerca a su tercer aniversario, Putin vuelve a la ofensiva. «O llegamos a un acuerdo, o lo resolvemos por la fuerza», amenaza. Como si los miles de muertos y heridos, los misiles rusos sobre ciudades ucranianas y la interminable lista de crímenes de guerra cometidos por Moscú no hubieran ocurrido.
Lo dice en un momento en el que la guerra se ha estancado, en el que la ofensiva ucraniana del pasado otoño ha fracasado en sus objetivos, y en el que el Kremlin se ha puesto de nuevo a la ofensiva táctica. Un momento en el que Ucrania muestra signos de agotamiento -en hombres y armas-, en el que el foco de atención se desplaza a Oriente Medio, y -sobre todo- en el que importantes sectores de las clases dominantes de EEUU y otros países de la OTAN, ante la perspectiva de una guerra larga, comienzan a replantearse la «rentabilidad» del apoyo militar a Kiev.
Debemos redoblar nuestro apoyo al pueblo ucraniano y gritar: ¡fuera tropas rusas de Ucrania!.
Como ya ocurrió en las primeras semanas de la invasión, el Kremlin desprecia totalmente la voluntad y la capacidad de resistencia de un pueblo ucraniano que -contra todo pronóstico- fue caoaz de hacerle frente y propinarle sonoras derrotas.
Hoy todos los demócratas, todos los antiimperialistas debemos redoblar nuestro apoyo al pueblo ucraniano y gritar: ¡fuera tropas rusas de Ucrania!.
Monkey D Dragon dice:
Tanto el pueblo ucraniano como el pueblo palestino están sufriendo un genocidio a gran escala. Ni Putin, ni HAMAS ni el genocidio perpetrado por el Estado de Israel.
Ramón dice:
Muy de acuerdo contigo. Todo el que no lo diga así de claro, se pone del lado del agresor.