La precampaña gallega

Galicia ahorra, Touriño derrocha

Emilio Pérez Touriño, no sufre ninguna crisis económica, viendo cómo gasta el dinero público. Primero ha sido la reforma suntuosa de uno de los despachos que utiliza como presidente de la Xunta de Galicia. Despacho que disfruta en razón de su cargo, pero que, conviene recordar la obviedad olvidada por este tipo de personajes, despacho que no es suyo. Posteriormente, continuó con la compra de su cuarto coche, coche blindado y de altas prestaciones cuyo valor ascendió a 480.000 euros (180.000 euros más que el de Obama). Y ahora gasta, del presupuesto público, cuatro millones de euros en la reforma de tres salas de juntas. Cuando los gallegos necesitan el ahorro ante la grave crisis económica, Touriño mantiene una polí­tica basada en el derroche del dinero público necesario para la inversión productiva.

El dedicar cantidades imortantes de los presupuestos públicos a gastos que no eran ni urgentes ni necesarios para justificar semejante inversión en tiempos de crisis económica es expresión de una política pródiga y generosa en lo superfluo. Lo que la situación exige es un plan nacional de ahorro del gasto público. Ahorro que no vaya a suponer el disminuir la atención a las necesidades sociales de los ciudadanos de a pie. Sino para reducir la burocracia duplicada, el clientelismo, etc. Austeridad para poder dedicar recursos a la inversión productiva. Porque la crisis ha sacado a la superficie las dependencias y las debilidades del modelo económico español. Un modelo basado en la construcción, de poco valor añadido, y el extremadamente lucrativo negocio de las hipotecas, que ha llevado al gigantesco endeudamiento exterior para mantener la altísima tasa de ganancia. Ahora hay que empezar a cambiar el modelo en plena crisis económica de una gravedad desconocida desde la del año 1929. Hay que invertir en sectores industriales competitivos y de alto valor añadido, apoyando a la mediana y pequeña empresa, a las microempresas y a los autónomos. Todo ello sin acudir a la financiación exterior, sistema que han practicado las grandes constructoras y sus socios, los grandes bancos, y que ha convertido a España en el país más endeudado del mundo. Es absolutamente inadmisible que se subvencione a la banca, cuando ha seguido obteniendo beneficios durante el año pasado, estando en pleno desarrollo de la crisis. Es absolutamente inmoral que se continúe con el gasto público innecesario. Hay que ahorrarlo para redistribuirlo hacia la inversión. Debe ser una exigencia durante la campaña electoral y al futuro gobierno autonómico que se forme en Galicia.

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