Televisión

Fútbol, himnos… y algo más

Dos aficiones entregadas y hermanadas llenaban hasta los topes el estadio de Mestalla, dispuestas a disfrutar de un gran espectáculo dando ejemplo de deportividad. En las gradas aparecí­a el Rey Juan Carlos, acompañado por representantes polí­ticos entre los que destacaban José Montilla y el nuevo Lehendakari, Patxi López. En el campo los dos mejores equipos del torneo formaban rí­gidos, concentrados y respetuosos ante el simbólico momento. Y en sus casas, 10 millones de personas -se dice muy pronto- aguardaban el inicio del encuentro. Como manda la tradición, empezaron a sonar las notas del Himno Nacional, algunos sectores de ambas aficiones, no tan numerosos pero muy ruidosos, se preparaban para boicotearlo… pero no lo pudimos ver. Televisión Española cortó la señal, y conectó con las aficiones que aguardaban en Bilbao y Barcelona. Boicotear el himno en un acontecimiento deportivo es un acto bochornoso. Pero la censura lo es más.

Era de rever que los sectores nacionalistas más radicales preparaban un acto de gamberrismo en forma de pataleta, más teniendo en cuenta la saludable unidad que se vivía en el palco, con el Lehendakari López y el President cordobés Montilla estrechando sus manos. Sin embargo también es de dominio publico que la mayor parte de las aficiones de ambos clubes provienen de los sectores populares, históricamente alejados del nacionalismo radical, y quedaba patente viendo las imágenes de muchos de ellos que permanecían respetuosos e incluso emocionados ante el símbolo de unidad que se concentraba en el espectáculo deportivo. Sin embargo los responsables de la retransmisión en la cadena pública no pensaban igual. Y con ello han dado mucha más voz y repercusión al acto de los boicoteadores. La grabación del himno era retransmitida en diferido durante el descanso, con un importante retoque de sonido –en el que curiosamente se pudo escuchar a los muchos aficionados que sí tararearon el himno en el estadio-, mientras el periodista Juan Carlos Rivero se excusaba por el “error humano” que había impedido la transmisión previa. El director de deportes de la cadena pública, Julián Reyes, ha sido destituido de su cargo esta misma mañana, según fuentes de TVE, porque se incumplieron las instrucciones de la dirección en lo que se considera un "error gravísimo". Es bastante difícil creer que se tratara de un error en el sentido estricto de la palabra. Privar a 10 millones de personas de un momento tan significativo es un acto de censura, ¿o es que los responsables de Televisión Española temían la reacción de los espectadores y decidieron pensar por ellos? La consecuencia de tan particular medida da lugar a que los nacionalistas se sientan más justificados, en su eterna posición de victimismo, y al fin y al cabo, también ha silenciado a todos aquellos que hubieran podido disfrutar de este momento. Hay que acabar con la utilización política del deporte, tenemos que gritar más los que apostamos por la unidad de España y por la deportividad más estricta. Pero también hay que acabar con los que pretenden basar su modelo de retransmisión en el “corte por lo sano”.

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