Libertad lingüí­stica en Cataluña

Fuera de mis casillas

Hoy en Barcelona no podremos ver circular autobuses con un cartel que diga: casilla para decidir lengua (y gráficamente expuesta la posibilidad de marcar con una cruz la enseñanza en catalán o en castellano en sendas casillas) tal como estaba previsto en el acuerdo al que llegaron la Asociación por la Tolerancia y la empresa que gestiona la publicidad de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB).

La Asociación or la Tolerancia había pagado ya la mitad de la campaña después de formalizar un precontrato a mediados de febrero. La compañía Promedios no ha autorizado finalmente la campaña afirmando que esta campaña “crea polémica y puede hacer daño al medio”. Tienen razón. Crea polémica. Y tienen razón. Puede hacer daño al medio. La Asociación por la Tolerancia se mostró sorprendida, en un comunicado, de que publicitar una sentencia "pueda generar polémica y supuestos daños", pero deben comprender que los daños no se refieran sólo a la posibilidad de que las hordas de “camisas pardas” que han agredido o intentado agredir a los valientes que han levantado la voz contra la imposición lingüística ataquen los vehículos portadores de los carteles. Se referirá seguramente al daño que supone implicar a la empresa metropolitana en una campaña dirigida contra Montilla, que es el que está incumpliendo una sentencia del Tribunal Supremo del 12 de diciembre pasado, según la cual está obligado a poner las famosas casillas en los formularios de preinscripción escolar. Ante la desinformación de muchos padres, esta campaña podría tener una influencia significativa en el próximo calendario escolar. Su lanzamiento estaba previsto a tres días vista de la publicación de la oferta inicial de plazas escolares en educación infantil (3 a 6 años), primaria y secundaria obligatoria (12-16 años). Y su duración, hasta el 30 de marzo cogía una semana entera desde el inicio de la matriculación, prevista para el día 23 de marzo. El presidente de la asociación Convivencia Cívica ya ha tachado la decisión directamente de censura ideológica por parte de una empresa privada de publicidad, lo que prueba “hasta que punto la cuestión de la libertad lingüística ha desaparecido” en Cataluña. Y es que, igual que la campaña de los ateos sobre la inexistencia de Dios fue rebatida por grupos cristianos con una contracampaña de carteles, la susodicha empresa aceptaría sin problemas una campaña que dijera: “Deu existeix, però només parla català” (Dios existe, pero sólo habla catalán). No sólo no tendría daños, le caerían subvenciones.

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