SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Frente al servilismo, lo que nos jugamos con Grecia

Es llamativo el nivel de servilismo de unos medios de comunicación patrios, dominados y regados financieramente por aquellos que generaron la mayor acumulación de deuda de la historia, el sistema bancario privado. Es llamativo, como se esfuerzan por desacreditar soluciones económicas aplicadas con éxito en el pasado, la renegociación de la deuda como condición necesaria para poder crecer y huir de la miseria que, por cierto, sus generosos financiadores han provocado. Es llamativo como pretender decirnos que no hay esperanza, que no nos molestemos. Es llamativo su grado de complicidad con la mayor acumulación de riqueza de la historia, en favor de sus financiadores –quien calla, otorga- . Es aún más llamativo como nos califican a aquellos que nos desviamos de su credo, populistas.

Permítanme ser populista, permítanme que tome como modelo a Frank Delano Roosvelt, cuando afirmó: “Esta nación se ha visto afligida por un gobierno que no oye nada, no ve nada y no hace nada. La nación volteaba a ver al gobierno, pero el gobierno desviaba la vista. ¡Nueve años de mofa con el becerro de oro y tres largos años de calamidades! ¡Nueve años de sufrimiento y tres años viviendo de limosnas! ¡Nueve desquiciados años de espejismos y largos años de desesperación! Poderosas influencias luchan hoy por restablecer este tipo de gobierno, con su doctrina de que el mejor gobierno es el más indiferente”. Eso es lo que ustedes pretenden inyectar en vena en sus lectores. Sin embargo, fracasarán. La ciudadanía decidirá su destino al margen de los intereses espurios que ustedes protegen.

Déjenme gritar que ustedes son parte del problema. Son una de esas piezas del entramado que ha hecho que nuestra democracia sea “un sistema de acceso restringido dominado por los privilegios, la corrupción, el caciquismo, el intercambio de favores y las barreras a la participación, que se encuentra actualmente en avanzado proceso de descomposición”. He parafraseado a dos de nuestros columnistas en Vozpópuli, Javier Benegas y Juan Manuel Blanco, tomando prestadas expresiones suyas que aparecen en su obra de obligatoria lectura, Catarsis. Se vislumbra el Final del Régimen. Gracias Javier, gracias Juan Manuel.

Lo que se juega Grecia, lo que nos jugamos nosotros

Parto de una máxima, el diagnóstico de quienes analizan la economía en la mayoría de estos medios de comunicación es parte del problema, no me vale, no me interesa. No previeron la actual crisis sistémica. Sí, actual, porque seguimos buceando en ella, y por muchos años. No han entendido la recesión de balances en la que estamos inmersos. No han comprendido el papel de la deuda privada en la actual crisis sistémica. Han ocultado la socialización de pérdidas privadas. Han defendido en la mayoría de los casos a unos acreedores que son quienes riegan de fondos sus medios.

Por eso les interesa que a Syriza le vaya mal, que Grecia no cree una alternativa a su desastre, y así mantener su momio. La única condición necesaria para que Grecia, España, o Portugal garanticen un crecimiento sostenible pasa por una quita de la deuda total, privada y pública, sin imposiciones –austeridad, privatizaciones o devaluación salarial-. Sin ello, todas las propuestas de modernización que algunos propugnan son una cortina de humo, papel mojado –dejo para otro momento la incapacidad de éstos para entender qué es competitividad-. Además en ello no hay ningún problema de riesgo moral, éste fue resuelto hace años por Hyman Minsky: ¿por qué asumir que el problema proviene de prestatarios que toman prestado demasiado, y no de los prestamistas que prestan demasiado? Si existen los ciclos de apalancamiento, y estos existen -estudien de una puñetera vez a Hyman Minsky-, la respuesta radica en el control de la expansión del crédito ex ante en lugar de castigar a los deudores a posteriori.

Yanus Varoufakis y John Mynard Keynes

Al igual que Grecia hoy, Gran Bretaña en 1945 estaba en bancarrota. La deuda pública era aún mayor que la cifra griega en la actualidad – más del 200% del PIB. El Tesoro había evitado una crisis financiera simplemente impidiendo que nadie sacara su dinero fuera del país: había un estricto control de los flujos de capital y nadie podía convertir la libra esterlina en otra moneda. Keynes viajó a Washington y, en un sorprendente paralelismo a la actitud del primer ministro griego Alexis Tsipras y su ministro de finanzas Yanis Varoufakis, declaró que no había manera de los estadounidenses se negaran a sus peticiones. Sin embargo, sólo encontró incomprensión.

De repente Keynes se sacó un conejo de la chistera, explicando exactamente lo que los británicos aceptarían in extremis: un préstamo y el levantamiento de los controles que impedían el dinero saliera del Reino Unido. Era un movimiento inesperado, extraño; que rápidamente fue ratificado y apoyado por los americanos. Los historiadores lo atribuyeron a una estrategia de negociación defectuosa. Sin embargo, hay una versión bastante más intrigante de la historia. En la excelente pieza que adjunto de Ed Conway en Sky News, se explica que Keynes estaba tomando una medicina para hacer frente a sus problemas de corazón, un barbitúrico llamado amytal sodio que tomado en dosis suficientemente altas, actúa como un suero de la verdad. La mano de póker de Keynes falló durante estas negociaciones cruciales porque él entró en ella bajo la influencia de ese suero de la verdad.

Como señala Ed Conway, “Se supone que ninguno de los negociadores en las conversaciones actuales entre Grecia y Alemania está bajo la influencia de drogas que alteran la mente, pero el episodio es un recordatorio de tres cosas. …Primero, la mentalidad de los de la sala realmente importa. Segundo, los resultados de las conversaciones no están predestinados. Al igual que en Grecia hoy, el principal escollo no era el préstamo en sí, sino las condiciones que se le atribuyen. Tercero, las consecuencias de este tipo de acuerdos duran décadas. Cuando, de conformidad con el acuerdo, la libra llegó a ser completamente convertible en 1947, se produjo una de las mayores crisis financieras de la historia británica. Y la economía británica acabó lastrada por sus deudas durante años. La necesidad de pagar las deudas hizo que los impuestos fueron mayores, el potencial de crecimiento fuera menor y la inflación alta”.

Ed Conway acaba comparando lo conseguido por Gran Bretaña respecto a Alemania, a quien se le condonó la mitad de los préstamos de guerra en 1953 –la conexión entre familias banqueras alemanas residentes en el país germano y en Estados Unidos, ambas financiaron generosamente a los nazis, funcionó-. El Reino Unido registró un crecimiento medio anual del 2,4% entre 1950 y 2000, frente al 4% en Alemania. Por eso, que nadie lo olvide, especialmente Yanis Varoufakis, ¡la condonación de la deuda y las condiciones exigidas importan y mucho!

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