Fracasa el pacto social

A pesar de la teatral irrupción del presidente del Gobierno, Rodrí­guez Zapatero, con su cena en La Moncloa para «acercar posiciones» y probablemente para apuntarse el tanto del acuerdo final, los empresarios no aceptan la rebaja de las cotizaciones sociales propuesta por el Gobierno -0,5 puntos de forma permanente y un punto más sólo durante 2010- y han vuelto a la exigencia inexcusable de una reforma del mercado de trabajo.

EL MUNDO. Zaatero y Corbacho eran perfectamente conscientes de que las diferencias que separan a la CEOE de los sindicatos son enormes y que no se pueden superar en una cena. Pero apostaron por lograr un pacto de mínimos, haciendo concesiones a las dos partes. A Díaz Ferrán le querían convencer con una reducción de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social y a Méndez y Fernández Toxo con la promesa de no cambiar el actual marco laboral. Editorial. El País POSICIONES CERRADAS El diálogo social, es decir, el intento de conseguir un acuerdo entre la patronal, los sindicatos y el Gobierno que minimice los daños de la recesión y promueva una cierta estabilidad laboral, ha vuelto a embarrancar debido a la cerrada posición de la CEOE. A pesar de la teatral irrupción del presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, con su cena en La Moncloa para "acercar posiciones" y probablemente para apuntarse el tanto del acuerdo final, los empresarios no aceptan la rebaja de las cotizaciones sociales propuesta por el Gobierno -0,5 puntos de forma permanente y un punto más sólo durante 2010- y han vuelto a la exigencia inexcusable de una reforma del mercado de trabajo. Una durísima e inusual nota pública emitida ayer por Trabajo acusa a la CEOE de rebasar todas las líneas rojas del diálogo y exigir la indefensión de los trabajadores. Tanta dureza revela la gravedad del desacuerdo que existe entre el Gobierno y la patronal sobre el contenido de la negociación y que, probablemente, ese desacuerdo es irreversible. El Gobierno necesita la inyección de vitalidad política de un acuerdo social -la foto-, porque es signo de tranquilidad y aquiescencia de las fuerzas económicas del país; pero no está dispuesto a perder el favor de CC OO y UGT en momentos en que política social equivale a votos. Los sindicatos no pueden perder pie en la defensa de las condiciones actuales en el seguro de desempleo, indemnizaciones y ayudas a los parados, porque del éxito de esa defensa depende en gran parte su importancia institucional. Los empresarios creen que ahora es el momento propicio para obtener una reforma de la legislación laboral que abarate el despido y reduzca los costes laborales. Y no parecen dispuestos a figurar en la foto sin tales ganancias. La reforma laboral en la que piensan la CEOE y sus economistas propios y asociados es una reducción del coste del despido que no se corresponde con las actuales circunstancias sociales y económicas. La creación o destrucción de empleo no están asociadas en primera instancia al coste del despido, sino a la actividad económica. Hoy no resulta una prioridad abaratar las condiciones de contratación. Más aún, cuando llegue el momento de reformar el mercado laboral, los cambios no deberían centrarse sólo en el abaratamiento de las indemnizaciones; también en aumentar la contratación fija, en favorecer el trasvase de empleo desde sectores en crisis hacia sectores emergentes y en mejorar la movilidad geográfica. Si el acuerdo no es posible, el Gobierno tiene que tomar sus propias decisiones. Está bien reducir moderadamente las cotizaciones sociales y prorrogar la ayuda a los parados. Pero no basta. La estabilidad social exige que con la mayor brevedad favorezca un acuerdo salarial y una mayor flexibilidad en la negociación colectiva. Se trata de quebrar, ordenadamente, las barreras que impiden la negociación directa entre las empresas y los trabajadores en casos excepcionales o de supervivencia. EL PAÍS. 24-7-2009 Editorial. El Mundo MEJOR GOBERNAR QUE UN PACTO SOCIAL DE MÍNIMOS EL DIÁLOGO SOCIAL se halla en punto muerto tras el fracaso de la cena del Gobierno con patronal y sindicatos en La Moncloa, que concluyó en un rotundo desacuerdo. Tras más de tres horas de discusión, CEOE y las centrales sindicales no sólo no consiguieron acercar sus posturas sino que quedó patente que mantienen diferencias enormes sobre la reducción de las cotizaciones a la Seguridad Social y la reforma del mercado de trabajo. EL MUNDO revela hoy el enfrentamiento de Zapatero con Gerardo Díaz Ferrán, al que responsabilizó de la falta de acuerdo. «¿Tú vas de empresario o de algo más?», le reprochó el presidente, sugiriendo que podía estar desempeñando un papel político en sintonía con el PP. Una actitud impropia de un anfitrión habitualmente exquisito en las formas, pero obsesionado en obtener una foto de fin de curso con la que irse de vacaciones (…) Visiblemente molesto por el fracaso de la negociación, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, amenazó ayer con legislar sobre esas materias si no hay acuerdo de las partes. El fracaso de la cena de anteanoche en La Moncloa sólo pone de relieve lo mal que ha llevado el diálogo social el Gobierno, empeñado desde hace muchos meses en rentabilizar un pacto con patronal y sindicatos mientras desdeñaba un gran acuerdo con el PP y el resto de las fuerzas políticas. Zapatero y Corbacho eran perfectamente conscientes de que las diferencias que separan a la CEOE de los sindicatos son enormes y que no se pueden superar en una cena. Pero apostaron por lograr un pacto de mínimos, haciendo concesiones a las dos partes. A Díaz Ferrán le querían convencer con una reducción de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social y a Méndez y Fernández Toxo con la promesa de no cambiar el actual marco laboral. Zapatero creía que ello sería suficiente para que la CEOE y los sindicatos estamparan la firma en un documento repleto de buenas intenciones que el Gobierno hubiera podido presentar a la opinión pública como un acuerdo social para luchar contra la crisis. Ello hubiera sido beneficioso en términos de rentabilidad política para el Gobierno, pero habría sido muy malo para los intereses generales, ya que un pacto de esa naturaleza no hubiera servido para relanzar la actividad económica ni para crear más empleo. Como hemos dicho en numerosas ocasiones, lo que España necesita es un gran acuerdo entre los partidos y los agentes sociales con reformas estructurales de calado para afrontar la crisis. Lo que el Gobierno pretende todavía es un «minipacto» para parchear cuestiones menores y ganar tiempo. Aunque lamentamos la falta de acuerdo entre patronal y sindicatos, su posición negociadora nos parece más coherente en la medida que ambos se niegan a simular un consenso que no existe. Ni UGT y CCOO van a aceptar la reforma laboral que propone CEOE ni ésta va a firmar un acuerdo que deje las cosas como están. Si el pacto finalmente no se produce, el Gobierno tendrá que asumir responsabilidades y adoptar medidas que ha ido aplazando a la espera de un quimérico consenso. Esta opción nos parece incluso mejor que ese cosmético pacto para que todo siguiera igual, que habría legitimado la inacción del Ejecutivo. Gobernar es tomar decisiones y no intentar contentar a todo el mundo con pequeñas concesiones. Eso es lo que tiene que hacer Zapatero a menos que promueva y obtenga el gran pacto de Estado que necesita este país. EL MUNDO. 24-7-2009

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