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Formación, ¿la alternativa ante la crisis?

Se trata de reciclar a los desempleados para colocarlos en aquellos sectores con capacidad de absorber gente, normalmente en el sector servicios y subvencionados. Lo cual supone una tabla de salvación coyuntural, o sea, una cuerda floja permanente.

Uno de los ejemlos es el centro ocupacional SARTU de Llodio, donde comenzó en el año 1990 su actividad en el ámbito de formación y orientación laboral. no ha cesado, especialmente con la programación de cursos dirigidos a personas desempleadas y con dificultades para acceder al mercado laboral. La actividad del centro ha sido constante, desde el progresivo goteo de aspirantes a oficios hasta los últimos años en que se ha podido comprobar cómo los trabajadores inmigrantes han ido mostrando interés por formarse, en busca de regularizar su situación laboral. El rasgo que define a la red de centros para la orientación y formación laboral reside en la política de igualdad entre alumnos, sin hacer distinción entre raza, origen, cultura o sexos. El proceso de selección para obtener la plaza de profesor es muy severo. A saber, que sean profesionales experimentados en su especialidad para dirigir equipos a su cargo. La parte más exigente en el proceso de selección reside en la capacidad pedagógica que siempre es supervisada por los coordinadores. De hecho los profesores con experiencia en haber dirigido cursos son muy valorados. Su estabilidad reside, como en el caso de orientadores y coordinadores, en tener unos salarios estables. La financiación no se ha visto afectada por el progresivo deterioro de la economía local. El hecho más significativo que ilustra el punto de inflexión ante la crisis actual está en la afluencia de trabajadores locales hasta que han igualado el número de alumnos inmigrantes. Actualmente se da la circunstancia de que trabajadores con más de 45 años se han visto en la calle después de haber sido fijos en empresas que les han desahuciado tras los últimos expedientes de regulación de empleo. Si el perfil del alumnado antes de la crisis rondaba los 35-40 años como máximo, ahora la demanda de formación y orientación se ha extendido a las personas cercanas a edades superiores, cuya situación es complicada. A la vez demasiado viejos para que les cojan en un trabajo y demasiado jóvenes para estar desocupados. Ante la crisis los centros de formación dan la posibilidad de no quedarte encallado en tus capacidades, pero no deja de ser un paliativo coyuntural ante la pérdida de trabajo industrial. Por eso nos deja a los trabajadores pendientes del hilo de los recortes de gastos sociales. Son el único clavo ardiendo que nos dejan.

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