Exposiciones "Ros Ribas. Fotógrafo de escena"

Flashes, tablas y zapatos nuevos

Atrapar las imágenes de un arte efí­mero para dejarlas, inmortales, suspendidas en el tiempo y que otros puedan contemplar hoy la magia con que un actor hizo saltar más de una lágrima o provocó con un guiño más de una carcajada, es la excusa perfecta para no perderse esta muestra. La risa y el llanto son ingredientes indisolubles del Teatro, como lo son también de una boda, de un bautizo o de la compra de unos zapatos. El Teatro es la vida llevada a escena.

La sola visión en conjunto de la exosición traslada al espectador, sin evitarlo, toda la enorme deuda de cariño que el autor expresa así por el arte dramático. Josep Ros Ribas, fundador del Teatre Lliure, tuvo muy claro desde el principio, que lo suyo no era subirse a las tablas, sino fotografiarlas, mostrar sus creaciones sobre las creaciones de otros, fijando toda la potencia de una expresión, de un gesto, de momentos de tensión, conmovedores, trágicos, emotivos. Los caminos de la afición son inescrutables.La pasión soñada de Hamlet es el objeto de “estudio” de esta muestra en la que conviven artistas y público. Como un Dios omnipresente el ojo de la cámara de Ros Ribas observa la escena desde todos los ángulos posibles. Con su lupa se acerca al actor minutos antes de la representación, al autor en el momento de la expresión de su obra, al tramoyista preparado para un cambio de escenografía. Todos somos comediantes en esta obra, todos los que alguna vez hemos asistido a una o hemos entrado en un Teatro y nos hemos sentido movidos por una energía y unas emociones irrefrenables y absolutas. El ardor de los “cómicos”, la entrega del aficionado, sus aplausos entregados, el mimo con que el regidor cuida de que todo esté en orden, la expectación ante un aforo lleno, los nervios previos a la función, ese nudo en la boca del estómago; Ribas capta la esencia intangible del desbordamiento expresivo.Cuando uno entra en un recinto teatral tan íntimamente relacionado, en sus orígenes, con la religión, lo hace, generalmente, con respeto y con fe, casi como si accediese al interior de un espacio sagrado. Aunque cierto es que muchas veces la irreverencia campa a sus anchas por él, con el único objetivo, nos consta, de poner un contrapunto a tanta solemnidad, si la hubiere. Tal es el espíritu de respeto y de fervor que Ribas expone estos días en el Teatro Valle-Inclán de Madrid hasta el 31 de Mayo, demostrando cómo, a través de pequeños trozos de papel, también se puede observar este sacro mundo, tan mundano. Las fotos se convierten así en retazos de una realidad escenificada en los que la propia vida se mantiene expectante para ver cómo sale retratada.Los que, de una forma u otra, compartimos amores y deudas, agradecemos a Ros Ribas esta distinta forma de acercarnos al Teatro, haciéndonos partícipes de la visión de nuestras propias reacciones, de nuestra interacción con un medio breve, huidizo y fugaz por propia definición.

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