SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Fanáticos del rescate

Rescatar es entrar en la lógica de los acreedores, de los bancos y fondos que quieren que se les devuelva el dinero prestado. Los partidarios del rescate a ultranza lo son porque creen que ya que el rescate es más de lo mismo (más recortes, más profundos) más vale hacerlo de una vez por todas. Es un poco aquello de «doctor, córteme la pierna, que así dejará de dolerme». También creen que si son de fuera, lo harán mejor. Y es comprensible: no hay nada que desacredite más a los gobiernos ante sus opiniones públicas que las políticas de ajuste. De ahí que muchos ciudadanos piensen que un rescate será siempre más racional que las actuaciones de unos gobiernos presionados por los mercados.Pero dejarse llevar por la lógica de los acreedores es muy arriesgado. Y pese a que el término esté algo gastado, la soberanía popular siempre importa. No es lo mismo que aplique los recortes un gobierno democráticamente elegido que una oficina presupuestaria anónima. Por mucho que se piense que el edificio democrático está algo averiado, siempre será mejor que de los ajustes se responsabilice alguien que tenga una relación, aunque sea mínima, con lo que se recorta. Cada gobierno tiene sus prioridades de acuerdo con sus intereses y los de aquellos que piensan que les han votado. Ya se ha visto: no es lo mismo recortar en Madrid que recortar en Barcelona. Y todavía es más distinto recortar en Barcelona desde Madrid. Porque aquello de lo que se prescinde estaba ahí por alguna razón, porque alguien pensó que debía estar y supo crear el consenso a su alrededor.

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