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Explosiones de Boston transforman una escena festiva en una tragedia

En las semanas y meses posteriores a los ataques terroristas de 2001, cada evento deportivo icónico se convirtió en una ocasión para la ansiedad. Desde los Juegos de la Serie Mundial hasta la Super Bowl – entre otros, la agitación desatada desbordó el interés normal de cada acto.Con el tiempo, el temor se desvaneció – hasta el lunes. El maratón de Boston, que tiene lugar cada Día del Patriota, es casi tan icónico, como un evento deportivo puede serlo, para los corredores de élite del mundo y para los bostonianos, ya sean sedentarios o participantes. El gobernador de Massachusetts, Deval Patrick (Demócrata) dijo: «Este es un día muy especial aquí.» Eso sería arruinado por dos explosiones cerca de la línea de meta, que mataron al menos a tres personas e hirieron a cientos, un hecho terrible.En los primeros momentos después de la explosión, ha habido indicios de madurez de la nación, para bien o para mal, para hacer frente a esas perturbaciones. Corredores y espectadores parecieron responder, en su mayor parte, sin pánico. La policía local comenzó a cooperar sin problemas con la policía estatal, el FBI y otras autoridades federales. Los equipos de emergencia respondieron con profesionalidad.Funcionarios y periodistas, por su parte, tuvieron cuidado de no adelantarse a las noticias confirmadas. ¿Podrían las explosiones haber sido algo más que bombas? Por la tarde, el comisionado de Policía de Boston Ed Davis confirmó que eran artefactos explosivos.¿Quién es el responsable? Una vez más, parece que hay un consenso general sobre el peligro de sacar conclusiones precipitadas. La nación ha tenido su cuota de terrorismo extranjero y terrorismo interno atacando por igual (…) Lamentablemente, todo tipo de escenarios explicativos son plausibles, a falta de una reclamación de la autoría y a la espera de una investigación más a fondo.Washingtonianos que conocían a algún corredor del maratón, o cuyos amigos o seres queridos estaban en Boston por otras razones, buscaban frenéticamente tranquilizarse. Para todos los demás, no había mucho que hacer, sino mantener a las víctimas en sus corazones y esperar a una mayor clarificación. Por desgracia, hemos aprendido muy bien a estas alturas que «sin sentido» no significa «improbable». Aun así, ¿quién podía evitar sentirse furioso de que alguien pueda apuntar contra un evento tan festivo y contra tanta gente inocente?

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