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Europa se la juega en Grecia

La victoria de Syriza en Grecia podría provocar el «contagio político» y abrir las puertas al ascenso en cadena de partidos anti-establishment en países como España, Reino Unido, Suecia, Finlandia o incluso Alemania, según un reciente estudio de la Unidad de Inteligencia del Economist (EIU) para la BBC.

El informe alerta sobre la «crisis de la democracia» y destaca el bache creciente entre los votantes y las elites en el viejo continente, donde se abre un «prolongado período de inestabilidad política» que puede hacer temblar los cimientos de la Unión Europea.

Desde Francia, el líder del Partido de la Izquierda (PG) Jean-Luc Mélenchon, se ha apuntado a las predicciones y ha vaticinado un «efecto dominó» de las elecciones griegas. Mélenchon habla incluso del advenimiento de una «primavera europea» de los pueblos.

«Cada país tiene sus propios factores y su contexto, pero no hay duda del potencial desbordamiento, como lo demuestra el hecho de que los líderes de Syriza y Podemos hicieran campaña juntos en Grecia«, señala Aengus Collins, analista-jefe de la zona euro de la EIU. «El resultado de las elecciones griegas marcará sin duda el debate en los países donde la política anti-austeridad ha ganado terreno».

El informe de The Economist habla directamente de un posible «terremoto político» con epicentro en Atenas. El estudio hace hincapié en la crisis de confianza en la clase política, en la caída en picado de militantes de los viejos partidos y en «el agujero abierto en el corazón político de Europa, de donde se supone que deberían surgir las grandes ideas».

«A Gran Bretaña (que vota el 7 de mayo) le espera un período inusual de inestabilidad política», vaticina Aengus Collins. «El sistema que tenemos está muy mal equipado para asumir la dirección multipartidista que está tomando el electorado. El Partido de la Independencia del Reino Unido (Ukip) ha cambiado el paisaje político, aunque es improbable que sea capaz de ganar muchos diputados».

«Paradójicamente, la situación en España es más dramática pero menos inestable», agrega Collins. «La ruptura del duopolio PP/PSOE en el 2014 ha sido asombrosa, y a los dos grandes partidos les ha surgido un rival potencial. Pueden cambiar mucho las cosas de aquí a las elecciones a finales del 2015, pero está claro que Podemos jugará un papel crucial en los resultados y en las políticas que se pondrán en marcha, independientemente de quien asuma el Gobierno».

Collins considera sin embargo como «posibilidad razonable» que el PP obtenga al final mejores resultados de los que hoy por hoy vaticinan las encuestas y que pueda llegar a una coalición con el PSOE en aras de la estabilidad constitucional. Pero advierte que la tendencia en toda Europa es irreversible: el ocaso de los viejos partidos políticos.

«El bache entre los votantes y las elites es ya muy grande y se está ensanchando», advierte el analista de The Economist. «Durante el último ciclo electoral, los votantes confiaron en los partidos de la oposición tradicional que prometieron cambios. Pero muchos se sienten traicionados porque lo que han visto es continuidad, mientras el apetito por un cambio real ha ido a más».

«Los partidos tradicionales están atravesando una grave crisis y en muchos países eso está afectando a la raíz misma de la democracia», concluye Collins. «Muchos votantes que se inclinaron por la opción «segura» la última vez pueden perderle el miedo a lo desconocido. Y muchos jóvenes que acuden por primera vez a las urnas pueden contribuir a dar ese impulso».

Gran Bretaña va precisamente a la cabeza europea en la caída de militantes de los grandes partidos, seguida de Noruega, Francia, Suecia e Irlanda. Hoy por hoy, tan sólo el 1% de los británicos está adscrito a algún partido político y los índices de participación electoral figuran entre los más bajos de Europa.

La organización Democratic Audit, de la Universidad de Liverpool, públicó en el 2012 un demoledor informe titulado «El declive terminal de los partidos políticos«. «Cuando la abstención es tan alta o cuando la gente ha ocupado las calles durante meses, como ocurrió en Grecia y España, es porque tenemos una grave problema de falta de representatividad política», advierte el autor del estudio, Stuart Wilks-Heeg.

«Los grandes partidos están cada vez más lejos de la sociedad a la que supone que representan», recalca el profesor de la Universidad de Liverpool. «Eso deja un gran vacío que aspiran ahora a llenar los partidos de nuevo cuño… El sistema necesita una sacudida. Hay que revitalizar la democracia y estimular la participación ciudadana».

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