«La disposición a hacerse cargo de la totalidad de la deuda de Grecia no es sólo un resultado lógico del rumbo que ha tomado Europa, sino una condición para su éxito. Los mercados se niegan a tener cualquier tipo de vínculo con la deuda griega, como demuestra la rebaja en la calificación que este lunes aplicó S&P.»
Grecia está tan lejos de conseguir una situación financiera estable, que cualquier desliz de las condiciones de los réstamos se interpreta como una falta de voluntad de acometer su programa de reformas. Por el momento, los intentos de aumentar los ingresos fiscales y reducir la evasión de impuestos han resultado decepcionantes. De momento no hay rastro material de la promesa del Gobierno de acometer privatizaciones parciales. Si Europa lo desea, la solvencia griega todavía podría estar a su alcance, aunque deberá darse prisa. Atenas ha perdido mucho tiempo. Aunque durante mucho tiempo consiguió eludir responsabilidades, esta vez no. Europa debería dejar claro que está dispuesta a cortar la financiación y permitir la caída de Atenas si el Gobierno heleno no colabora. (FINANCIAL TIMES) DIARIO DEL PUEBLO.- El sentimiento de caos que por estos días parece adueñarse de la cotidianidad siria hace temer a muchos por lo que ocurra a corto plazo en ese país del Medio Oriente. Según se deteriora la situación, EEUU y sus socios occidentales aplican más sanciones contra Siria y ya no se descarta, a juzgar por los análisis de la prensa internacional, que Washington se esté afilando las uñas para una nueva intervención militar en la región. Así las cosas, la pregunta que flota en el aire es si Siria podría convertirse en una segunda Libia. R. Unido. Financial Times Europa deberá poner a Atenas contra las cuerdas Hay un aspecto positivo de la reunión del pasado viernes entre los principales ministros de Finanzas de la eurozona y su homólogo griego. Por primera vez desde que estallara la crisis de deuda soberana, han decidido tomar medidas antes de que se vean desbordados por los acontecimientos. El hecho de que el acceso de Atenas a los mercados siga vetado, les ha llevado a preguntarse qué hacer cuando el programa de ajustes de Grecia no produzca los resultados deseados. Atenas y la eurozona deberán demostrar que son capaces de dar con la respuesta adecuada. Los líderes reconocen ahora que no parece que el programa de rescate vaya a conseguir el objetivo de que Grecia acceda a los mercados de deuda para cubrir parte de sus necesidades de financiación en 2012. Esto implica un déficit de financiación a corto plazo que afectará a los mercados de forma inmediata, más allá de la deuda soberana griega. A estas alturas, debería haber un Plan B, una perspectiva que hasta ahora habían evitado los líderes europeos y que consiste en explicar las medidas que tomarán si los mercados siguen sin confiar en los compromisos para evitar una reestructuración de la deuda. Debería, por tanto, aplicarse cuanto antes una “revisión” del programa de préstamos, lo que volverá a poner a prueba la paciencia de la ciudadanía. La actual estrategia consiste en decir que Grecia sufre un problema de falta de liquidez por culpa del mal funcionamiento de los mercados, en lugar de reconocer la posible falta de solvencia. Si los líderes europeos siguen insistiendo en esta perspectiva, deberían ser conscientes de las consecuencias que ello comporta: tendrán que estar dispuestos a convertirse en el único acreedor de Grecia si fuera necesario, para evitar el impago en caso de que el país sea incapaz de refinanciar el vencimiento de la deuda. La disposición a hacerse cargo de la totalidad de la deuda de Grecia no es sólo un resultado lógico del rumbo que ha tomado Europa, sino una condición para su éxito. Los mercados se niegan a tener cualquier tipo de vínculo con la deuda griega, como demuestra la rebaja en la calificación que este lunes aplicó S&P. Es imposible saber si se equivocan o no, mientras las capitales europeas, sobre todo Berlín, opten por aplazar la toma de decisiones para evitar reconocer la cruda realidad ante su electorado. Europa necesita decidir qué alternativa tendrá un coste mayor: el caos de una reestructuración forzosa y la consiguiente oleada de colapsos bancarios o asumir un volumen cada vez mayor de deuda griega. De optar por esta última alternativa, sería mejor forzar una reestructuración mientras los bonos griegos sigan en manos privadas. Si optan por la primera, que sigue siendo la respuesta más convincente, los programas de préstamos deberán actualizarse para facilitar la reapertura de los mercados de deuda. Para ello sería necesario disipar las dudas sobre la liquidez de una vez por todas. Deberá permitirse que la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera conceda préstamos a Grecia e intervenga en los mercados secundarios. Además, Atenas deberá intensificar los esfuerzos para conservar su solvencia. El año pasado, Atenas introdujo incrementos fiscales y recortes del gasto equivalentes al 8% del PIB, recortando el déficit del 15,4% al 10,5% del PIB en tan sólo un año. Aunque estos ajustes son extraordinarios, no son suficientes. Grecia está tan lejos de conseguir una situación financiera estable, que cualquier desliz de las condiciones de los préstamos se interpreta como una falta de voluntad de acometer su programa de reformas. Por el momento, los intentos de aumentar los ingresos fiscales y reducir la evasión de impuestos han resultado decepcionantes. De momento no hay rastro material de la promesa del Gobierno de acometer privatizaciones parciales. Si Europa lo desea, la solvencia griega todavía podría estar a su alcance, aunque deberá darse prisa. Atenas ha perdido mucho tiempo. Aunque durante mucho tiempo consiguió eludir responsabilidades, esta vez no. Europa debería dejar claro que está dispuesta a cortar la financiación y permitir la caída de Atenas si el Gobierno heleno no colabora. FINANCIAL TIMES. 10-5-2011 China. Diario del Pueblo Siria, ¿la segunda Libia? Huang Peizhao El sentimiento de caos que por estos días parece adueñarse de la cotidianidad siria hace temer a muchos por lo que ocurra a corto plazo en ese país del Medio Oriente. Según se deteriora la situación, EEUU y sus socios occidentales aplican más sanciones contra Siria y ya no se descarta, a juzgar por los análisis de la prensa internacional, que Washington se esté afilando las uñas para una nueva intervención militar en la región. Así las cosas, la pregunta que flota en el aire es si Siria podría convertirse en una segunda Libia. Para ser justo, no hay razón que permita llegar a conclusión apresurada alguna en la actualidad. Primero, porque son diferentes las condiciones de los dos países. Siria dispone de un bien aceitado y efectivo aparato estatal y bases de gobierno estables. En contraste, la unidad de Libia, formada por numerosas tribus, depende casi totalmente del poder personal de un individuo. De ahí que las potencias extranjeras se aprovechen de estas debilidades para intervenir. Siria se rige por un sistema republicano que ha mantenido en el poder por cuatro décadas al Partido Socialista Árabe Baath, que se caracteriza por su alto sentido de la disciplina y una total centralización del poder. El régimen sirio tiene la capacidad para administrar el país y resistir la intervención foránea. Segundo, Siria detenta una importante ubicación geoestratégica. Como país colindante con los continentes asiático, europeo y africano, fue considerada en la antigüedad como “corazón del mundo”, y hoy día se le denomina “el mayor de los países pequeños”. Para las potencias occidentales resultaría difícil derribar al gobierno de un país estratégicamente importante como Siria. Si EEUU abre otro frente de guerra en Siria podría provocar el involucramiento de Irán y ganarse la enemistad del partido Hezbollah, lo que generaría una nueva marejada de revueltas en el Medio Oriente. En esta ocasión, lo más probable es que Washington no pase de las amenazas orales, en lugar de decantarse por acciones concretas. Tercero, Siria es un importante actor para las realidades de Irán, Irak, Arabia Saudí, los Territorios Palestinos, Israel, Turquía y el Líbano. El eventual derrocamiento del actual régimen sirio conduciría a la destrucción de la actual correlación de fuerzas en el Medio Oriente, causando drásticos cambios en la configuración de la zona. Ni enemigos ni aliados de Siria en la región le desean la suerte de una segunda Libia, muchos menos una salida del escenario del régimen de Bashar el Assad. Y sobra decir que las potencias no tendrán éxito sin el apoyo de los países de la zona. Y cuarto, el presidente sirio, Bashar el Assad, tiene un mayor margen de popularidad que su homólogo Muamar el Gadafi. En contraste con la terquedad del por momentos intratable líder libio, Bashar hace gala de buenos modales y cautela al intercambiar con sus homólogos de otros países. No faltarán líderes árabes que apoyen a Bashar si este se ve enfrentado a una intervención militar occidental. Lo que hoy sucede en Siria refleja sin dudas la extensión del malestar regional de los últimos tiempos. Pero Damasco ha estado al tanto de lo ocurrido, tomando nota del caos en Egipto, Túnez y Libia. Bashar no haría concesiones a la ligera en lo referente a su porvenir político. En resumen, que Siria parece ser harina de otro costal. DIARIO DEL PUEBLO. 11-5-2011