«Los inversores en Europa, Estados Unidos y Asia no entienden. Es comprensible: entre las declaraciones de los presidentes van Rompuy, Barroso y Juncker, hay más que diferencias de estilo. La situación es compleja: la financiación de Irlanda llegó a partir de dos fondos europeos distintos y el FMI. Luego está el coro de Jefes de Estado. El premio para la comunicación más peligrosa, sin duda, va a Angela Merkel debido a sus declaraciones extemporáneas y contradictorias.»
Su rechazo a una osible ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad, da miedo. El Fondo Monetario Internacional, que cubre un tercio de los riesgos de las intervenciones europeas, lo propuso en vano. Es evidente que si Italia o España cayeran en problemas, los 750.000 millones de euros no serían suficientes. No se trata aquí de juzgar lo que está bien o mal, sino de poner en cuestión un sistema de comunicación que, incluso antes de que una idea se haya estudiado, lanza declaraciones que confirman una profunda división entre los líderes europeos. ¿Hacía falta inquietar a los mercados lanzando una idea mal preparada y decidida de manera improvisada en la Cumbre Europea? (LE MONDE) THE WALL STREET JOURNAL.- Miles de personas se manifestaron el sábado en toda España, convocadas por los sindicatos CCOO y UGT, para exigir al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que rectifique en sus políticas sociales y laborales si no quiere afrontar otra huelga general como la del 29 de septiembre pasado. En la manifestación de Madrid, el secretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, advirtió de que en enero habrá una nueva huelga general si Zapatero no retira su propuesta, ratificada este viernes, de elevar la edad legal de jubilación de los 65 años actuales a los 67 años. Para Toxo, los 67 años es "la frontera entre el acuerdo y el desacuerdo", por lo que, si no se retira esta propuesta, habrá "una movilización de toda la sociedad". Francia. Le Monde Europa amenazada por la cacofonía de sus dirigentes Georges Ugueux En medio de la ansiedad creada por la situación de las finanzas públicas en la zona euro, es importante comunicar poco, pero comunicar bien. La cacofonía es ensordecedora. Los inversores en Europa, Estados Unidos y Asia no entienden. Es comprensible: entre las declaraciones de los presidentes van Rompuy, Barroso y Juncker, hay más que diferencias de estilo. La situación es compleja: la financiación de Irlanda llegó a partir de dos fondos europeos distintos y el FMI. Luego está el coro de Jefes de Estado. El premio para la comunicación más peligrosa, sin duda, va a Angela Merkel. No sólo debido a sus declaraciones extemporáneas y contradictorias, también al hecho de que el líder de Alemania está considerado generalmente como la única posibilidad de salvación de la zona euro. Tengo cierta simpatía por su situación imposible, pero a veces el silencio es oro. Su ministro de Hacienda da cuenta de que necesitamos una unión política en Europa, y ella no quiere. Esto no facilita la coherencia. En una declaración ante el Parlamento alemán, el Bundestag, argumentó –erróneamente– que la intervención irlandesa siguió los procedimientos del FMI. ¿Sabía que es falso? Esta actitud le valió reproches de todas partes, incluido el Presidente del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Philippe Maystadt. El BEI sufrió declaraciones a través de las fluctuaciones de los bonos con calificación AAA que financian los proyectos de la Unión Europea. Maystadt es generalmente un hombre tranquilo, pero está a la vanguardia de los que viven día a día las consecuencias de esas declaraciones. Hay mucho en juego: Recientemente, la canciller anunció que el sector privado participará en la financiación de los déficits públicos a partir de 2013. Los bonos europeos cayeron de inmediato en barrena. La falta de estructuras hace creer lo peor. La idea es legítima: es obvio que, en virtud de una reestructuración de la deuda de un país, los tenedores de bonos y los acreedores serán invitados a participar. Su rechazo a una posible ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad, da miedo. El Fondo Monetario Internacional, que cubre un tercio de los riesgos de las intervenciones europeas lo propuso en vano. Es evidente que si Italia o España cayeran en problemas, los 750.000 millones de euros no serían suficientes. Es lo mismo que su negativa a aceptar la sugerencia del Presidente de la zona euro, Jean Claude Juncker, de crear bonos emitidos en nombre de la Unión Europea. No se trata aquí de juzgar lo que está bien o mal, sino de poner en cuestión un sistema de comunicación que, incluso antes de que una idea se haya estudiado, lanza declaraciones que confirman una profunda división entre los líderes europeos. ¿Hacía falta inquietar a los mercados lanzando una idea mal preparada y decidida de manera improvisada en la Cumbre Europea? Esto es tanto más lamentable cuanto que hay unanimidad en Europa sobre la necesidad de preservar el euro. Europa ha aprobado ayer la idea perfectamente inútil de una modificación del Tratado de Lisboa, que durará al menos tres años y corre el riesgo de no llegar a producirse nunca. ¿Se cree verdaderamente en las capitales europeas que los parlamentos o referendos es poco probable que nieguen el principio de este rescate? Por otra parte, esto no es más que una argucia de los juristas alemanes. ¿Qué pensar de una iniciativa así después de la debacle de las votaciones anteriores sobre el Tratado de Lisboa? No se trata, contrariamente a lo dicho en los comunicados de prensa, de un cambio menor, sino del establecimiento de una intervención permanente que apela a la solidaridad entre los países europeos. El fracaso de una revisión así sería catastrófico. Las razones de esta cacofonía son múltiples: la principal es que cada jefe de Estado o de Gobierno o Ministro de Finanzas se dirige principalmente a su electores nacionales. Los mensajes se distorsionan. Detrás de esta actitud se observa la falta de conciencia de las implicaciones de estas declaraciones más allá del país de origen. Europa necesita medir mejor el impacto de sus decisiones y las repercusiones de su comunicación. Estamos en crisis: sin un mensaje coherente y objetivo, basado no sólo en intenciones, sino en decisiones concretas, corremos el riesgo de ver cómo la comunicación europea aumenta la inquietud de las personas y las instituciones. Como los medios de comunicación son amigos de las disensiones y la dramatización de las interpretaciones, el mensaje debe ser coherente y tranquilizador. Estamos lejos de este diseño. La gestión de la crisis exige una disciplina rigurosa. LE MONDE. 17-12-2010 EEUU. The Wall Street Journal Sindicatos de España amenazan con otra huelga general Miles de personas se manifestaron el sábado en toda España, convocadas por los sindicatos CCOO y UGT, para exigir al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que rectifique en sus políticas sociales y laborales si no quiere afrontar otra huelga general como la del 29 de septiembre pasado. En la manifestación de Madrid, el secretario general de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, advirtió de que en enero habrá una nueva huelga general si Zapatero no retira su propuesta, ratificada este viernes, de elevar la edad legal de jubilación de los 65 años actuales a los 67 años. Para Toxo, los 67 años es "la frontera entre el acuerdo y el desacuerdo", por lo que, si no se retira esta propuesta, habrá "una movilización de toda la sociedad". El secretario general de la Unión General de Trabajadores, Cándido Méndez, eludió fijar un plazo para una nueva convocatoria de huelga general, y dijo que la decisión de convocarla se adoptará "en el ámbito de la movilización que tengamos que tomar", aunque precisó que será "cuanto antes", para que quede claro el rechazo de su sindicato. Recalcó que los sindicatos van a impedir que se incremente de forma obligatoria la edad de jubilación, y denunció el "giro copernicano" del discurso y la política del presidente del Gobierno, que a principios de este año defendía el control de los mercados financieros y la reducción de las bonificaciones a los directivos, mientras que ahora recorta las pensiones y los salarios de los empleados públicos. Tanto Toxo como Méndez aprovecharon para rechazar que con sus críticas al Gobierno estén facilitando la llegada al poder de la "derecha", y dijo que un Ejecutivo "de progreso" no puede eliminar los 426 euros para los parados que hayan agotado su prestación y condenarles a la "miseria". La de Madrid fue una de las 39 manifestaciones convocadas en ciudades de toda España bajo el lema "La movilización continúa. Recuperar derechos, defender el estado social y no a la jubilación a los 67 años". THE WALL STREET JOURNAL. 19-12-2010