Euro: una crisis cerrada en falso

«Grecia no podí­a pagar sus deudas por muchos motivos. El primero, porque su volumen, el 160% del PIB, rebasa las posibilidades racionales de cualquier economí­a. Segundo, porque los tipos de interés de esa deuda, incluida la de la solidaridad europea, eran prohibitivos. Tercero, porque no sólo no crecí­a sino que cada vez caí­a más; el FMI prevé que este año lo haga un 3,8%, lo que, en términos relativos, eleva aún más el peso de su pasivo. Cuarto, porque la receta merkeliana de austeridad a toda costa agravaba aún más las cosas.»

El alambicado acuerdo alumbrado el jueves or la UE reducirá el porcentaje de deuda sobre PIB en tan sólo 12 puntos. Insuficiente. Asimismo, el nuevo tipo de interés de los préstamos europeos (3,5%; los privados son más altos) sigue siendo excesivo para un país que cae casi un 4%. En lo que a Grecia se refiere el acuerdo ha comprado tiempo, pero no ofrece una solución definitiva. Aplastada por la deuda, Grecia seguirá sin crecer, que, por cierto, es lo que más preocupa ahora a los mercados. (LA VANGUARDIA) EL PLURAL.- España ya es tan rica como el promedio de los países de la UE-15, el grupo de países más ricos de la UE. Su PIB per capita es ya el 94% del PIB per capita promedio de la UE-15. En cambio, el gasto público social por habitante es sólo el 74% del promedio de la UE-15. Si en lugar del 74% fuera el 94% del promedio del gasto público social por habitante del promedio de la UE-15, España se gastaría 66.000 millones de euros más en su Estado del Bienestar de lo que se gasta. Estos recursos, pues, existen en España. Lo que ocurre es que el Estado no los recoge. EL MUNDO.- Resulta ya muy difícil confiar en el criterio del Gobierno y del Banco de España, que llevan tres años transmitiendo a la opinión pública un mensaje de optimismo que choca contra la dura realidad. La intervención de la CAM va a volver a agudizar la desconfianza de los mercados en nuestro sistema financiero. Ayer volvió a subir la prima de riesgo de España hasta casi los 300 puntos, lo que evidencia que el nuevo paquete de rescate a Grecia, aprobado el jueves por el Eurogrupo, no va a servir para tranquilizar a los inversores que dudan de la solvencia de nuestra economía EL PAÍS.- Los empresarios perciben que la actividad económica está más cerca de una nueva fase de estancamiento que de una mejora. Esto es lo que se desprende de los resultados del Barómetro de Empresas de EL PAÍS correspondiente al primer semestre de este año. La recuperación se retrasa y la prolongación del periodo de crisis provoca una decepción cada vez más profunda entre la ciudadanía. No es de extrañar pues que una amplia mayoría de los empresarios consultados por el barómetro consideren que la gestión económica del Gobierno es mala o muy mala, pidan un adelanto electoral y consideren que un cambio de partido en el Gobierno de la nación contribuiría a recuperar la confianza económica. ABC.- Para Santiago Carbó, consultor del Banco de la Reserva Federal de Chicago, «los problemas de deuda son generalizados y la génesis de la crisis está en EEUU, aunque el elevado endeudamiento que ha servido como catalizador es un problema que se extiende a Europa. Ésta es una crisis europea y estadounidense, no exactamente global. Para Mario Weitz, consultor del Banco Mundial, «los beneficiados, en cierto modo, por la crisis del euro son los emergentes, en particular China, India y Brasil que ganan peso en la economía mundial». Weitz dice que «la única forma de pagar la deuda a medio plazo para los periféricos es crecer. El problema es que para recibir rescates y dinero deben aplicar políticas restrictivas que les impiden crecer a corto plazo». Apunta que «la idea de que dando más dinero a los periféricos se soluciona todo es una falacia, solo agrava el problema de elevar el endeudamiento». Opinión. La Vanguardia Una crisis cerrada en falso Manel Pérez ¿Se ha puesto punto y final a la crisis del euro y de la deuda europea? A juzgar por las reacciones iniciales de los gobiernos y de algunos medios de comunicación del Continente tras el acuerdo de la cumbre de la UE del pasado jueves, sí. Si se analiza en profundidad lo decidido en Bruselas, sería más razonable poner la euforia a refrescar en la nevera y admitir que la batalla del euro sigue tan viva como la semana pasada y que más episodios virulentos esperan a la vuelta de las vacaciones. Los firmantes del acuerdo lo han presentado como el inicio de una nueva época, brillante, en la corta historia de la moneda única. Es lo que les toca, pues nadie sale de una cumbre cortando las alas a los acuerdos que anuncia. La reunión extraordinaria se convocó para hacer frente a la insolvencia de Grecia y, sobre todo, al miedo de los mercados al contagio a dos pesos pesados de la eurozona, Italia y España. Desde hacía tiempo era obvio que Grecia no podía hacer frente a su deuda. Para su propio descrédito, los gobiernos de la eurozona tomaron nota oficial de la realidad mucho después que analistas, inversores, bancos y medios de comunicación. Grecia no podía pagar sus deudas por muchos motivos. El primero, porque su volumen, el 160% del PIB, rebasa las posibilidades racionales de cualquier economía. Segundo, porque los tipos de interés de esa deuda, incluida la de la solidaridad europea, eran prohibitivos. Tercero, porque no sólo no crecía sino que cada vez caía más; el FMI prevé que este año lo haga un 3,8%, lo que, en términos relativos, eleva aún más el peso de su pasivo. Cuarto, porque la receta merkeliana de austeridad a toda costa agravaba aún más las cosas. El alambicado acuerdo alumbrado el jueves por la UE reducirá el porcentaje de deuda sobre PIB en tan sólo 12 puntos. Insuficiente. Asimismo, el nuevo tipo de interés de los préstamos europeos (3,5%; los privados son más altos) sigue siendo excesivo para un país que cae casi un 4%. En lo que a Grecia se refiere el acuerdo ha comprado tiempo, pero no ofrece una solución definitiva. Aplastada por la deuda, Grecia seguirá sin crecer, que, por cierto, es lo que más preocupa ahora a los mercados. Si la deuda de Grecia sigue siendo tan alta es, en gran parte, porque la implicación privada en el segundo rescate es cosmética. Se habla de unos 50.000 millones de euros. Es un asunto que admite varias lecturas. Los títulos de deuda griega cotizaban en los mercados muy por debajo de su valor nominal, con lo que dando por buenos los cálculos del jueves (un 20% de pérdida del valor nominal), se puede interpretar que los acreedores privados han salvado aún un alto porcentaje de una deuda incobrable… a cuenta del contribuyente. En la reunión previa a la cumbre entre Merkel y Sarkozy, los responsables de los países cuyas bancas encabezan la lista de acreedores, bien pudo organizarse un opaco mercadillo de favores. Queda la tercera pata del gran pacto, los poderes ampliados del Fondo de Estabilidad Europeo, que tiene una dotación disponible para uso de 440.000 millones de euros. Sus nuevas responsabilidades incluyen la compra de deuda en el mercado secundario (con un valor inferior al de emisión) para ayudar a países como Italia o España que no hayan pedido la intervención europea. En realidad, se trata de un intercambio de papeles pues hasta ahora esa misión había quedado en manos del BCE, que a cambio de aceptar la implicación del sector privado ha conseguido sacudirse el muerto de encima. El fondo también podrá hacer préstamos a países apretados por los mercados. Y, muy importante, podrá recapitalizar bancos con problemas (¿podemos llegar a ver al fondo aportando recursos a los bancos franceses o alemanes?). En conjunto, una notable ampliación de su papel, pero que no ha ido acompañada de la aportación de más dinero. Antes pronto que tarde los mercados pondrán a prueba la fortaleza del fondo. ¿Cómo se ha llegado a este punto? En parte por la dinámica de los compromisos clásica de la Unión Europea. Alemania quería incorporar sacrificios privados al nuevo plan, pero Francia y el BCE no. Estos, junto con España, Italia et tutti gli altri, defendían algún tipo de deuda eurosolidaria, los eurobonos, como garantía para los inversores ante un impago. Pero Alemania no. Francia proponía un impuesto bancario, pero no el BCE ni Alemania…. Al final, el panorama no ha cambiado tanto. Los griegos deberán seguir sacrificándose para pagar a acreedores exteriores. Una situación insostenible. Los mercados usarán esa grieta. Tal vez sea útil releer al Keynes de Las consecuencia económicas de la paz, quien hace casi un siglo decía cosas como estas: "La existencia de deuda (en este caso por la guerra) es una amenaza para la estabilidad financiera de todos. No habrá país europeo en el que la repudiación de la deuda no llegue a ser pronto un problema político importante. (…) No seremos ya nunca capaces de movernos, a no ser que libremos nuestros miembros de estas ligaduras de papel". LA VANGUARDIA. 24-7-2011 Opinión. El Plural Crisis y política fiscal Vicenç Navarro Existe en nuestro país un monopolio de la cultura económica por parte de la doctrina neoliberal que es casi absoluto y que se reproduce por parte de los medios de mayor difusión (tanto prensa, como radio y televisión, tanto públicos como privados), así como por los establishments políticos, y ello a pesar de que los datos existentes muestran el error, cuando no la falsedad, de sus supuestos. Así, un argumento generalizado que es ampliamente utilizado por el Gobierno Zapatero, por el Sr. Mariano Rajoy, presidente del mayor partido de la oposición en España, y por el Sr. Artur Mas, presidente de la Generalitat de Catalunya, es que los recortes realizados en nuestro Estado del Bienestar son necesarios porque durante estos años hemos estado gastando en él más de lo que la economía puede permitirse. En otras palabras, se aduce que no tenemos recursos suficientes para financiar el Estado del Bienestar que tenemos. Otro argumento semejante es el indicado también por el Sr. Mariano Rajoy y por el Sr. Artur Mas, ambos dirigentes de coaliciones conservadoras-liberales, de que hay que reducir el Estado del Bienestar para salvarlo, como si este Estado del Bienestar estuviera demasiado obeso. Estos argumentos neoliberales se reproducen hasta la saciedad a pesar de que los datos existentes cuestionan la certeza y credibilidad de tales argumentos. Uno de estos datos es que el Estado del Bienestar en España y en Catalunya es el menos extenso de la UE-15, el grupo de países de semejante nivel de desarrollo económico al nuestro. Su gasto público social por habitante (que cubre los gastos de las transferencias y servicios públicos del Estado del Bienestar, tales como sanidad, educación servicios de ayuda a las personas con dependencia, escuelas de infancia, servicios sociales y otros) es el más bajo de la UE-15. Adelgazarlo puede significar un enorme debilitamiento del ya insuficientemente financiado Estado del Bienestar, lo cual hace difícil de entender el deseo de seguir recortándolo, a no ser que lo que se intente sea debilitarlo todavía mas para sustituirlo por los servicios privados. Hay intereses financieros, económicos y corporativos que están presionando a los partidos políticos en esta dirección y son influyentes en los partidos que están pidiendo que tales servicios se reduzcan todavía más para, según ellos, salvarlos. El segundo dato que cuestiona el argumento de que “nos gastamos más en el estado del bienestar de lo que podemos gastarnos”, es que, en realidad, España y Catalunya se gastan mucho menos de lo que podrían gastarse por el nivel de riqueza que tienen. España ya es tan rica como el promedio de los países de la UE-15, el grupo de países más ricos de la UE. Su PIB per capita es ya el 94% del PIB per capita promedio de la UE-15. En cambio, el gasto público social por habitante es sólo el 74% del promedio de la UE-15. Si en lugar del 74% fuera el 94% del promedio del gasto público social por habitante del promedio de la UE-15, España se gastaría 66.000 millones de euros más en su Estado del Bienestar de lo que se gasta. Estos recursos, pues, existen en España. Lo que ocurre es que el Estado no los recoge. Una situación incluso más acentuada ocurre en Catalunya, donde el PIB per cápita ya es superior al promedio de la UE-15 (110%) y, sin embargo, el gasto público social per cápita es sólo el 73,3% del promedio de la UE-15. El argumento que utiliza el gobierno Mas es que tal déficit de gasto público social se debe al déficit fiscal de Catalunya con España. Pero, aunque no existiera tal déficit (que existe y debería corregirse) el gasto público social por habitante continuaría siendo más bajo del que le corresponde por su nivel de riqueza. De nuevo, el problema de la subfinanciación del Estado del Bienestar en Catalunya (y en España) se debe a que el Estado (tanto central como autonómico) no recoge los recursos, y ello a pesar de tener la capacidad de recogerlos, lo cual aplica, no sólo al estado central de España, sino también a sus CCAA, incluyendo Catalunya. El hecho de que no los recoja se debe a lo que solía llamarse “poder de clase”, es decir, la resistencia de los súper ricos, de los ricos y de las rentas superiores, a pagar los impuestos que pagan sus homólogos en la UE-15. Así, mientras la gran mayoría de las personas que están en nómina pagan impuestos semejantes a sus homólogos en la UE-15 (un trabajador de la manufactura, por ejemplo, paga ya en impuestos el 84% de lo que paga su homólogo en la UE-15), los ricos pagan mucho menos. El fraude fiscal está generalizado en este sector de la población y alcanza la cifra –según estimaciones del sindicato de inspectores de Hacienda- de 88.000 millones de euros. En realidad, los impuestos de este sector han ido descendiendo en los últimos quince años, siendo ello responsable del déficit público estructural del Estado español. Tal déficit quedó oculto con el aumento de los ingresos al Estado, consecuencia del elevado crecimiento estimulado por la burbuja inmobiliaria. Cuando tal burbuja estalló, apareció el tamaño de tal déficit estructural de una manera clara. Este déficit, pues, es consecuencia de la reducción de los ingresos al Estado, en lugar de –como señalan los analistas neoliberales- un excesivo gasto público. Hay otras maneras de reducir el déficit Otra falsedad neoliberal es el argumento de que es necesario bajar el déficit a base de reducir el gasto. Se ignora que otra manera de reducir el déficit es aumentando los impuestos y, muy en especial, los de los grupos más adinerados que se beneficiaron de los recortes impositivos en los últimos quince años. Por cada recorte hay una alternativa que ni siquiera se considera. Así, por ejemplo, David Lizoain, un economista que ha estado analizando en detalle el presupuesto de la Generalitat de Catalunya, ha mostrado que, en Catalunya, los recortes sociales podrían haberse evitado mediante el mantenimiento del impuesto de sucesiones (400 millones de euros) y de patrimonio (538 millones); el establecimiento de un impuesto ecológico (de 5 euros por viaje aéreo en el Aeropuerto de El Prat), que hubiera recogido 150 millones, e impuestos finalistas en salud, que podrían haber alcanzado la cifra de 1.000 millones de euros (tal como hizo el gobierno de la provincia de Ontario en Canadá). Es más, la gravación de los beneficios exorbitantes de la banca (tal como aconsejó el Gabinete de estudios del Fondo Monetario Internacional) hubiera conseguido 600 millones de euros para Catalunya. Y así un largo etcétera. Con estos fondos podría haberse creado empleo y estimulado el crecimiento económico. El hecho de que se recorte el Estado del Bienestar en lugar de subir estos impuestos, se debe a que las rentas superiores tienen más poder político y mediático que las clases populares. Lo mismo ocurre en España. Según los cálculos del Observatorio Social de España (basados en el criterio de David Lizoain) los ingresos la Estado podrían incrementarse en 16.731 millones si se creara un impuesto finalista para la sanidad (6.900 millones); si se gravaran los excesivos beneficios y sueldos de la banca (2.948 millones); si se estableciera un impuesto de sucesiones (2.552 millones), o un nuevo impuesto de solidaridad, como ha hecho Francia, que representa el 0.17% del PIB (1.841 millones); si se hiciera depender la multa del nivel de renta del multado, tal como se hace en Finlandia (862 millones) y si se aumentara la gravación de las rentas más elevadas (643 millones). Y no digamos la eliminación del fraude fiscal que, tal como indiqué en un párrafo anterior, alcanza la enorme cifra de 88.000 millones de euros. Las propuestas de Rubalcaba Es positivo que el candidato del partido gobernante, el Sr. Rubalcaba, haya abierto la posibilidad de iniciar una nueva manera de resolver los problemas creados por la crisis proponiendo un aumento de impuestos de manera tal que los fondos generados como resultado de tal medida pudieran utilizarse para crear empleo. Tales medidas son necesarias y urgentes, tal como han estado enfatizando los partidos a la izquierda del PSOE, marginados antidemocráticamente por los mayores medios públicos y privados de información. El problema con tales medidas es, sin embargo, que son tardías e insuficiente, pues el problema existente en España (que es el desempleo y la falta de crecimiento económico) requiere unas medidas mucho más sustanciales (con una reforma fiscal profunda) de las consideradas por tal candidato. Como he indicado en varias ocasiones, si España tuviera la política fiscal de Suecia, el estado español ingresaría 200.000 millones de euros más de los que recibe, con los cuales se podría, además de reducir el déficit, crear cinco millones de nuevos puestos de trabajo, permitiendo que el porcentaje de la población adulta que trabaja en los servicios públicos del Estado del Bienestar (muy poco financiados en España) pasara del 10% que tiene ahora al 24% que tiene Suecia. Ello permitiría eliminar el desempleo, crear una gran demanda, estimular la economía y corregir el enorme déficit social de España. Que esto no ocurrirá se debe a razones políticas y al sesgo neoliberal que existe en la mayoría de las instituciones mediáticas y políticas del país, tanto en España como en sus CCAA, incluyendo Catalunya. EL PLURAL.COM. 17-7-2011 Editorial. El Mundo La CAM, otro fiasco más del Banco de España LA CRISIS de las cajas de ahorro en España está resultando interminable. Tras haber dado el Gobierno por prácticamente concluido el proceso de reordenación del sector y la misma semana en que Bankia y Banca Cívica han salido a Bolsa a un precio por debajo de la mitad de su valor contable, el Banco de España decidió ayer intervenir la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) por su falta de liquidez. En realidad, la CAM será nacionalizada porque el Estado aportará 2.800 millones para capitalizar la entidad, convirtiéndose en el mayor accionista, a lo que se sumará una línea de crédito de 3.000 millones de euros abierta por el Banco de España para que la caja alicantina pueda hacer frente a sus obligaciones. El desencadenante de la decisión del Banco de España ha sido el rechazo del plan de viabilidad presentado por el consejo de administración de la CAM, que fue considerado muy poco realista. Los gestores de la entidad se negaron a elaborar otro plan y ello forzó al gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, a llevar la consiguiente intervención que implica la destitución fulminante del consejo. Hay que recordar que la CAM ya había intentado fusionarse con Cajastur y Caja Cantabria, operación que se vio frustrada hace unos meses cuando ambos socios se dieron cuenta de que la situación financiera de la caja alicantina era mucho peor de lo que había declarado oficialmente. En mayo pasado, nuestro periódico desveló que el Banco de España conocía desde hace mucho tiempo las verdaderas cuentas de la CAM, pero que había tapado su agujero contable para no provocar una mayor alarma en el sector y no arruinar una posible fusión. La actuación del Banco de España en este asunto refleja su torpeza a la hora de manejar la crisis de las cajas, pareja a los errores cometidos por el Gobierno en el procedimiento para reordenar y sanear el sector. Tanto el Ejecutivo como el Banco de España incurrieron en la equivocación de impulsar el proceso de fusiones con recursos del FROB sin haber forzado a las entidades a revelar su verdadera situación contable, que distaba mucho de las cifras oficiales. Ahora, cuando el proceso tenía que estar concluido, surgen sorpresas como la de la CAM, que debería haber sido intervenida mucho antes por su pésima gestión y por las irregularidades cometidas por sus administradores. Sólo cabe esperar que el Banco de España investigue a fondo la labor de su ya ex presidente Modesto Crespo, un empresario vinculado a Francisco Camps que la semana pasada se jactaba de la sólida salud financiera de su entidad, a la que ponía como modelo. Lo cierto es que el Estado se ha gastado cantidades ingentes de dinero del FROB en la remodelación de las cajas, pero no hay la menor garantía de que ello haya servido para algo porque, en muchos casos, siguen al frente de los nuevos grupos los ejecutivos -eso sí, con mayores sueldos- que llevaron a esas entidades a situaciones de insolvencia o falta de capitalización. El proceso ha pecado de falta de rigor y transparencia -como se demuestra hoy con la intervención de la CAM-, lo que vuelve a arrojar sombras de sospecha sobre la salud de las cajas. Resulta ya muy difícil confiar en el criterio del Gobierno y del Banco de España, que llevan tres años transmitiendo a la opinión pública un mensaje de optimismo que choca contra la dura realidad. La oposición debería exigir cuentas al presidente del Gobierno por todos los errores e irregularidades que han caracterizado este proceso, que ha costado demasiado para tan escasos resultados. Por último, la intervención de la CAM va a volver a agudizar la desconfianza de los mercados en nuestro sistema financiero. Ayer volvió a subir la prima de riesgo de España hasta casi los 300 puntos, lo que evidencia que el nuevo paquete de rescate a Grecia, aprobado el jueves por el Eurogrupo, no va a servir para tranquilizar a los inversores que dudan de la solvencia de nuestra economía EL MUNDO. 23-7-2011 Editorial. El País La decepción de los empresarios Los empresarios no perciben que la economía española esté en una fase de recuperación; más bien se inclinan por considerar que la actividad económica está más cerca de una nueva fase de estancamiento que de una mejora. Esto es lo que se desprende de los resultados del Barómetro de Empresas de EL PAÍS correspondiente al primer semestre de este año. No es exagerado decir que en esa percepción coinciden con el resto de los ciudadanos. La recuperación se retrasa y la prolongación del periodo de crisis provoca una decepción cada vez más profunda entre la ciudadanía. No es de extrañar pues que una amplia mayoría de los empresarios consultados por el barómetro consideren que la gestión económica del Gobierno es mala o muy mala, pidan un adelanto electoral y consideren que un cambio de partido en el Gobierno de la nación contribuiría a recuperar la confianza económica. Entendiendo por confianza la que pueden depositar las instituciones financieras en la inversión española y la que pueden desplegar los agentes sociales para arriesgar dinero en nuevas empresas. La naturaleza de este periodo de depresión económica primero y práctico estancamiento después no ha variado apenas desde 2009. Los mismos males de entonces asolan la capacidad de inversión en España: una ausencia de crédito financiero que permita sobrevivir y ampliar sus actividades a las empresas, consecuencia del deterioro profundo de una parte del sistema financiero, las cajas de ahorros; la retirada drástica de una parte sustancial de la inversión pública, decisión obligada por los compromisos de ajuste fiscal adquiridos por el Gobierno para apuntalar la solvencia; y, por fin, la presión de los costes financieros derivados de la escalada del diferencial de deuda. Si ya desde 2009 era evidente que la economía española no tenía esperanzas de recuperación económica sin una normalización previa del flujo del crédito, hoy es igualmente claro que tampoco será posible si no se reduce sustancialmente la prima de riesgo. Cualquier cálculo económico establecería sin dudar que un diferencial de 100 puntos básicos ya es alto; cuanto más los más de 370 que ha llegado a registrar en la última convulsión financiera. No es necesario entrar en el detalle pormenorizado de la responsabilidad que hay que atribuir a cada institución del desaforado crecimiento de la prima de riesgo. Se sobrentiende que la falta de soluciones efectivas para Grecia, la carencia de instituciones de gobierno en la eurozona, un BCE desbordado que no acaba de encontrar la senda de una política monetaria adecuada para tiempos de crisis global o la práctica sin restricciones de la especulación contra las deudas soberanas son causas de mayor cuantía de la decepcionante situación de la economía española. Pero en esa urdimbre de motivos al Gobierno español y al Banco de España hay que atribuirles al menos dos. El primero es la incapacidad para resolver en tiempo y hora la reforma del sistema financiero, que era crucial para impulsar la recuperación. Este es el momento en que la reforma avanza entre malos hilvanes y sobresaltos, cuando el problema debería haberse resuelto a mediados de 2010 como muy tarde. El segundo es la facilidad del Ejecutivo para ofrecer reformas de escasa profundidad y poco efectivas. Como la reforma laboral. EL PAÍS. 24-7-2011 Economía. ABC Duelo desigual Oscar T. Pérez ¿A quién puede beneficiar la crisis de deuda? ¿Qué puede haber detrás el ataque que sufre la economía europea por parte de las agencias calificadoras? ¿Culpa Estados Unidos a Europa de la crisis global? ¿Salvará sus problemas la economía norteamericana? ¿Cómo acabará la crisis? La economía mundial está sumida en un mar de interrogantes, presa de la incertidumbre, al borde del abismo. Los países periféricos, que engloban a España, Grecia, Portugal e Italia son presas de una espiral de desconfianza inversora que está colapsando sus economías mientras Estados Unidos lucha por salir con uñas y dientes de la bancarrota tras años de frenético gasto público sin descartarse que el año próximo pudiera entrar de nuevo en recesión, con lo que este escenario puede implicar para el resto del planeta. Calificadoras, la bestia negra Y las agencias de rating no dan tregua. Se han convertido en las bestias negras de los mercados financieros. Cuando la coyuntura parece que no puede ir a peor, con la zona euro al borde del abismo, una de las tres firmas asesta el golpe mortal. Ocurrió el miércoles con la rebaja del rating de Grecia. Lo hizo Fitch, pero podrían haber sido Moody’s o Standard & Poors. Fitch situó esta semana a Grecia a un paso de la quiebra al rebajar la deuda soberana griega de B+ a CCC. El martes, fue Moody’s la que rebajó a bono basura la deuda irlandesa. Y para el remate del tomate la última ha colocado en revisión la deuda de Estados Unidos con vistas a una rebaja, ante la posibilidad de que el Congreso de ese país no logre un acuerdo para elevar el límite de endeudamiento, lo mismo que ha advertido Standard & Poor’s. Pero la diferencia es que en este caso son solo advertencias, el gran mazazo ya se lo ha llevado Europa en un duelo desigual. ¿Cómo aguantar? Pocos se atreven a aventurar cómo acabará esta crisis que tiene en jaque al mundo. En Washington debaten a contrarreloj sobre un mayor endeudamiento que permita al país seguir funcionando, devolver la deuda contraída y, en definitiva, evitar una nueva recesión que arrastraría la economía mundial; en Bruselas miran hacia el pozo sin fondo de la deuda en busca de recetas que apuntalen el euro sin ponerse de acuerdo. Dos problemas con un mismo origen: finanzas descontroladas y… soluciones que no acaban de cuajar. Y ambos con un mismo objetivo: los años de bonanza anteriores a la crisis se sustentaron en un peligroso crecimiento del crédito; al calor del dinero barato Europa se montó en una espiral de prestamos insostenible que lleva más de tres años pasando factura. El mismo avatar a un lado y otro del Atlántico. Sobre cuándo tocará fondo la crisis Juan Velarde, vicepresidente de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, duda. Explica a Empresa que «si en 1932 alguien hubiera tenido, antes de la famosa Conferencia de Londres, capacidad profética perfecta y hubiera dicho que la Gran Depresión acabaría tras el triunfo de Estados Unidos en una guerra mundial, lo hubieran llamado loco». Precisa que, en cambio, otras crisis han concluido de manera menos traumática. «En este momento lo que lo complica todo es el crecimiento de factores nacionalistas. Ya Estados Unidos no reacciona como reaccionaba con la Administración Truman. Ya Europa no es exactamente aquella de Adenauer, Schuman y De Gasperi. Ideas nacionalistas reaparecen y por ello la crisis se refuerza». Y añade: «Siempre recordaré las famosas conclusiones sobre la Gran Depresión en este sentido de Kindleberger. Por eso es imposible, a mi juicio, señalar con claridad cómo puede acabar la presente situación coyuntural, y no digamos la crisis que afecta a la periferia meridional europea más Irlanda». Velarde explica así la situación económica: «No creo que haya ataque en el sentido de una alta especulación. Lo que sucede es que un conjunto de países europeos, respecto a otros de la zona del euro, tiene unas cifras de endeudamiento tan colosales que se duda que las puedan pagar. Los mercados financieros sencillamente opinan sobre esto y eso origina dudas que se suman a las que hay sobre Japón, a las que hay sobre Estados Unidos, a las que comienzan a surgir sobre China, y así sucesivamente constituyendo un panorama mundial muy preocupante, y en el que el factor común es la conciencia de que en el año 2011 se ha perdido esa perspectiva de salida de la crisis que existía en el 2010». Para Velarde la crisis de la deuda «sólo beneficia al que logre escapar con más rapidez de algo que se devalúa». Precisa que «la situación de una serie de países es insostenible, porque al estar en el euro es imposible conocer de qué manera van a poder hacer frente a las cargas de la deuda pública y de la exterior privada. Las agencias calificadoras norteamericanas tratan de avisar a los mercados de la manera más técnica, porque de ello depende su futuro empresarial. Creer que buscan otra cosa carece de sentido. Otra cuestión —precisa— es que, en la etapa de prosperidad, se equivocasen». El cómo depende del cuándo Sobre cómo acabará esta crisis Santiago Carbó, catedrático de Analísis Económico y consultor del Banco de la Reserva Federal de Chicago, explica que «el cómo depende mucho del cuándo. Las reformas deben extenderse por numerosos países. España las está afrontando pero debe intensificarlas sustancialmente y acelerarlas en algunos casos». Y precisa: «Los países que no realicen un verdadero cambio estructural pueden estancarse por muchos años. Y, ademas, está el problema de Europa en su conjunto que, de no resolverse, puede afectar a todos. Es pronto, desgraciadamente, para hablar del final de la crisis. Más aún cuando las posibilidades de que Estados Unidos entre en recesión en 2012 no son despreciables y cuando en Europa queda tanto por hacer». Para este economista, «el problema más acuciante es emitir de una vez una señal de firmeza y unidad a los mercados. La desunión y los recelos entre miembros de la zona euro se lo ponen todo más fácil a los especuladores. Ya son varias las veces que han llevado al mercado a situaciones extremas de tensión y urge acabar con esta sensación de debilidad. A diferencia de Velarde, Carbó piensa que la crisis puede beneficiar a los especuladores pero dice que «no es fácil demostrar que detrás del ataque están las calificadoras». Sí precisa que «las agencias de rating norteamericanas tienen un monopolio que no puede ni debe durar mucho más. Su objetividad es discutible y suelen realizar sus decisiones a destiempo. El arma tal vez más efectiva contra este monopolio es desarrollar una agencia de rating europea con participación de un amplio número de países (España, entre ellos) para articular una superagencia con redes y conocimiento nacionales dentro de Europa». Para Santiago Carbó «los problemas de deuda son generalizados y la génesis de la crisis está en EE.UU., aunque el elevado endeudamiento que ha servido como catalizador (acompañado de burbujas inmobiliarias en algunos casos) es un problema que se extiende a Europa. Ésta es una crisis europea y estadounidense, no exactamente global, y es lógico que haya “rebotes” informativos a ambos lados del Atlántico. Puesto que existe una política monetaria diferenciada y también políticas fiscales no exactamente coincidentes (aunque generalmente orientadas a la austeridad) no parece el momento de establecer culpabilidades». Cree que «Europa tiene un problema de gobernanza y organización económica que debe resolver cuanto antes» y que Estados Unidos «tiene un problema bastante importante en las limitaciones para elevar el techo de gasto, estando la economía algo estrangulada por estas restricciones que no va a ser fácil que se eliminen. En definitiva, cada uno tiene de qué preocuparse». Sobre los especuladores dice: «No tienen nacionalidad ni patriotismo y atacan al más débil. Europa era una candidata y países como Italia aparecen como objetivo de especuladores desde hace ya meses, dada su inestabilidad política, entre otros factores». Para Mario Weitz, consultor del Banco Mundial, «los beneficiados, en cierto modo, por la crisis del euro son los emergentes, en particular China, India y Brasil que ya ganan peso en la economía mundial», aunque puntualiza que «en una economía globalizada todos funcionamos como el Titanic, si se hunde una parte se hunde todo». A su juicio, «el problema no es la nacionalidad de las agencias de rating, sino el hecho de que como han quedado desprestigiadas al no detectar la crisis financiera internacional de hace cuatro años, ahora se curan en salud siendo más estrictas y rigurosas que nunca». Weitz dice que «la única forma de pagar la deuda a medio plazo para los periféricos es crecer. El problema es que para recibir rescates y dinero deben aplicar políticas restrictivas que les impiden crecer a corto plazo». Apunta que «la idea de que dando más dinero a los periféricos se soluciona todo es una falacia, solo agrava el problema de elevar el endeudamiento». Y se atreve con una previsión: «La crisis de los periféricos terminará con una quita negociada a Grecia y tal vez Portugal y más ajustes económicos y reformas. Si España no profundiza con urgencia estas reformas, la situación será muy peligrosa», apunta. Cirugía para Italia y España Ya está siendo más que peligrosa. Esta semana la deuda italiana batía todos los récords, y el bono a 10 años español llegó a superar el listón del 6%, un tipo de interés que en los casos de Grecia, Irlanda y Portugal puso a esos países en un camino de no retorno y los acabó llevando a un rescate infructuoso, que ahora contagia a Italia y España. Ambas están obligadas, sin remedio, a aplicar cirugía en sus cuentas. Italia ya lo ha hecho, España, a medias. ABC. 24-7-2011

Deja una respuesta