Televisión

¿Estrategias de audiencia o méritos propios?

Según el sindicato, la aparición de personas discapacitadas en los programas de la cadena pública «no debe ser un argumento para romper los audí­metros». La pregunta que la joven con sí­ndrome de Down plateó a Zapatero, responde según CCOO a un interés por ganar audiencia y no a una voluntad de integración. Sin embargo, Izaskun fue muy clara en su exposición, e insistió al presidente en su reivindicación de que se aplique la ley de integración de discapacitados. ¿No serán pues los discriminadores, aquellos que son incapaces de ver los meritos individuales de un discapacitado, y dirigen sus miradas a los hipotéticos intereses de terceros?

Mucho más evidente es el caso de José Manuel Montilla “El Langui”, que desués de haberse convertido en el numero 1 del hip-hop en español, ha realizado una meritoria incursión en el cine que le ha valido el reconocimiento de la Academia con el Goya al Mejor Actor Revelación y a la Mejor Canción Original. ¿Opina acaso CCOO que estos premios no los ha ganado El Langui, sino que TVE ha manipulado los votos de la Academia para ganar audiencia? Obviamente este no es el problema, pero es absurdo que se critique “la decisión de la cadena pública de usurpar a la audiencia los tres minutos de heroico descenso del actor desde su butaca hasta el estrado”. Sin embargo la audiencia ha respondido en masa a esta carta de crítica, unánime en defender los méritos de esta gente con discapacidad que se encarga de dar, con sus propias conquistas, un ejemplo de superación. Banalizar el trabajo de El Langui o la determinación de Izaskun es ejercer de verdadero discriminador. Parece ser que bajo la apariencia de defender los intereses de los discapacitados, el sindicato pretenda utilizarlos para ganar popularidad en los medios, en lugar de defender los derechos de los trabajadores. “Doy las gracias a mis padres, por haberme hecho fuerte, y ponerme la leche y el Cola-Cao en el estante más alto para que yo me esforzara”, así se expresaba El Langui después de su segunda subida al estrado. Parece ser que esto molesta más a los dirigentes sindicales que se ocultan tras las mesas de sus despachos, que a los propios discapacitados. Porque lo realmente necesario es que estos ejemplos se normalicen tanto en la televisión, como en la vida cotidiana, y que dejen de estigmatizar a gente que lucha por una vida “normal” y que alcanza el éxito por meritos propios.

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