«Nunca había visto a tantos compañeros concienciados», dice el conductor Elías Calderón a El País en la protesta de los trabajadores de la Empresa Metropolitana de Transportes (EMT) -los autobuses urbanos de Madrid- frente al ayuntamiento, en Cibeles. En su primer día de huelga, que coincide con el arranque de la Cumbre del Clima, los sindicatos cifran en un 95% el seguimiento de los paros.
A pesar de que el ayuntamiento madrileño de Martínez-Almeida ha impuesto unos servicios mínimos del 50%, los conductores de autobús de la capital están cerradamente unidos en la convocatoria. En la primera huelga de 24 horas, de las varias jornadas convocadas, 5.500 trabajadores de una plantilla de 9.000 han secundado el paro.
Esta movilización rompe 7 años sin huelgas en la EMT. El detonante ha sido la paralización por parte del consistorio del PP del centenar de contrataciones que habían sido comprometidos por el equipo de la exalcaldesa Manuela Carmena. El equipo de Martínez-Almeida afirma haber contratado 90 nuevos conductores, “pero entrarán en el 2020 y no cubren las necesidades de la plantilla” dicen el Comité de Empresa.
«Estamos en huelga para defender el transporte público madrileño», dicen los trabajadores. Exigen que se contrate personal «suficiente» ya que «la falta de conductores hace que se ofrezca un peor servicio a los ciudadanos». Los paros no solo afectan a los buses interurbanos, sino también al servicio de bicicletas municipal -Bicimad- y a su personal de redistribución de vehículos, o a los parkings públicos que gestiona EMT.
Sobre la permanente falta de personal, recortes presupuestarios y envejecimiento del parque móvil -lo que afecta gravemente a la calidad del servicio y a la percepción de la EMT por parte de los usuarios- pende la más que fundada sospecha de que lo que pretende el ayuntamiento es preparar el terreno para la privatización. Primero degradan lo público y ponen en contra a la opinión pública, luego dicen que no funciona, y luego dicen que lo mejor para la ciudad es un servicio privado y competitivo: es el manual de actuación de toda la vida del Partido Popular.
Las proclamas de dirigentes municipales sobre las intenciones de privatizar servicios públicos como el Teleférico o Bicimad alimentan fuertemente esas sospechas entre los trabajadores de la EMT. Lo mismo que el encargo a una empresa externa (Alsa) la gestión del Naviluz, servicio turístico que prestaba EMT.
«Queremos un transporte público y de calidad, y no queremos que se metan las empresas privadas. El Naviluz nos lo han privatizado, y mira que insistieron en que no lo iban a hacer. Está siendo un fracaso a manos de Alsa, con coches viejos y con goteras, no cumplen los horarios. Lo del Bicimad es que es algo que el ayuntamiento no quiere tener, y que quieren devolver a las antiguas manos privadas que lo tenían antes», denuncia Manuela Benítez, presidenta del Comité de Empresa de EMT.
Los trabajadores de la EMT han convocado esta primera jornada de huelga coincidiendo con la Cumbre del Clima, y en un principio se esperaba que en ella participaran también taxistas y empleados de Metro de Madrid, dos colectivos muy relacionados en sus exigencias con las de los interurbanos.
La huelga del Metro fue desconvocada a última hora tras una reunión con la consejera delegada, pero el sindicato Solidaridad Obrera -de significativa implantación entre los trabajadores del suburbano- ha llamado a mantener la protesta de 24 horas «en solidaridad con los compañeros de la EMT» para apoyar el paro de la EMT y reforzar así la defensa del transporte público. Algunos colectivos de taxis también han apoyado las concentraciones de EMT en Cibeles.