«Ya está en marcha esta nueva faceta electrónica de la guerra psicológica. Para el alumbramiento artificial de partidarios de Estados Unidos en la red y la posterior gestión y control de su actividad, el Pentágono contrató a una empresa californiana a través del Comando Central (Centcom), que controla las operaciones armadas de Estados Unidos en Oriente Medio y Asia Central, según el diario británico The Guardian».
El sistema ermite que puedan operar hasta 50 controladores o digitadores de unos 10 personajes falsos cada uno, sin moverse de sus puestos de trabajo en Estados Unidos y “sin miedo a ser descubiertos por adversarios sofisticados”. Es decir, irrumpirán unos 500 internautas falsos, físicamente inexistentes. Siguiendo las pistas que ofrece el propio contrato, el diario británico concluyó que estos manipuladores de Internet trabajarán desde la base aérea MacDill, cerca de Tampa, Florida, sede del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos. (ARGENPRESS) THE WALL STREET JOURNAL.- Este mes se cumplen tres años desde que los contribuyentes estadounidenses rescataron a los grandes bancos. Eso llevó a las reiteradas promesas de los políticos de cambiar las normas para evitar futuros rescates de bancos que son "demasiado grandes para quebrar". Eso no ha sucedido. Los bancos grandes son aún más grandes. Y en medio de una renovada crisis bancaria —esta vez en Europa— casi todo el mundo insiste en que es imprescindible evitar "otro Lehman (Brothers)", el colapso de una institución importante que podría desencadenar un enorme maremoto financiero. Argentina. Argenpress Operaciones de espionaje de EEUU para manipular las redes sociales Ernesto Carmona Las fuerzas armadas estadounidenses desarrollan un software que les permite intervenir y manipular secretamente los sitios sociales y foros de los medios mediante personajes en línea de identidad falsa para influir en conversaciones vía Internet y diseminar propaganda favorable a Estados Unidos, según informó el diario británico The Guardian UK (17 de marzo 2011), en un artículo firmado por Ian Cobain y Nick Fielding. Ya está en marcha esta nueva faceta electrónica de la guerra psicológica. Para el alumbramiento artificial de partidarios de Estados Unidos en la red Internet y la posterior gestión y control de su actividad, el Pentágono contrató a una empresa californiana a través del Comando Central (Centcom), que controla las operaciones armadas de Estados Unidos en Oriente Medio y Asia Central, según el diario británico. El plan pretende desarrollar un “servicio de gestión en línea de personas” que permite a un solo militar controlar hasta 10 identidades falsas distintas, de hombre o mujer, por todo el mundo. El contrato de Centcom estipula que cada personaje falso debe tener una personalidad “on line” convincente, más un cierto historial y apariencia política favorables. Un portavoz de Centcom confirmó un contrato por 2,76 millones de dólares que ya fue otorgado a Ntrepid, una sociedad recién registrada en Los Ángeles, pero no quiso decir si el proyecto de gestión de los personajes múltiples ya estaba en ejecución y más bien anunció que no volvería a hablar sobre ningún contrato relacionado con el tema. En Ntrepid no hubo nadie disponible para comentar el contrato. El sistema permite que puedan operar hasta 50 controladores o digitadores de unos 10 personajes falsos cada uno, sin moverse de sus puestos de trabajo en Estados Unidos y “sin miedo a ser descubiertos por adversarios sofisticados”. Es decir, irrumpirán unos 500 internautas falsos, físicamente inexistentes. Siguiendo las pistas que ofrece el propio contrato, el diario británico concluyó que estos manipuladores de Internet trabajarán desde la base aérea MacDill, cerca de Tampa, Florida, sede del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos. The Guardian piensa que el contrato para el software de personajes múltiples pudo haber sido concebido como parte de un programa llamado Voz de Operación Concienzuda (Operation Earnest Voice OEV), que primero fue desarrollado en Irak como arma de guerra psicológica contra la presencia en línea de partidarios de Al-Qaida y otros insurgentes que resistían la presencia militar y política de Estados Unidos en ese país. Desde su invención, el OEV fue ampliado mediante un programa de 200 millones de dólares para utilizarlo contra jihadistas y otros activistas musulmanes de Paquistán, Afganistán y Oriente Medio. El OEV resultó provechoso, a juicio de Estados Unidos, que ahora lo utiliza intensivamente en varios países del Oriente Medio y más lejos. Asimismo, y supuestamente, ninguna de las nuevas operaciones planeadas intervendría para manipular sitios web radicados en territorio estadounidense, pues “en casa” sería ilegal usar esa tecnología para “dirigirse a las audiencias de Estados Unidos”. La idea es engañar “desde casa” hacia afuera, dirigiéndose al resto del mundo, en un esquema similar a la hipocresía con la tortura, que no se puede hacer “en casa” porque está prohibida por la ley, pero se aplica en Guantánamo, que está en un limbo “jurídico” porque es un territorio usurpado a Cuba que no ha sido devuelto. Expertos en propaganda han comparado el proyecto con las tentativas de China de controlar y restringir el libre discurso en Internet, dijo Guardian. El propósito evidente de los militares de Estados Unidos consiste en crear un falso consenso pro-norteamericano en conversaciones en línea, ablandar opiniones incómodas y sofocar comentarios o informes contrarios a sus propios objetivos internacionales. También esos expertos piensan que el plan militar de usar personalidades en línea inventadas podría ser imitado por otros gobiernos de diferente signo, empresas y organizaciones de toda índole, también dispuestas a conducir a los usuarios de medios sociales a interactuar con simples marionetas en su juego de propaganda mundial. Amenaza a las redes sociales El comandante Bill Speaks, portavoz de Centcom, según Guardian dijo: “Esta tecnología apoya actividades clasificadas de blogging en los sitios web en lengua extranjera para permitir a Centcom contradecir propaganda extremista violenta del enemigo fuera de Estados Unidos”. Aseguró que ninguna de estas triquiñuelas se haría en lengua inglesa, sino en idiomas como farsi, urdu y pashto. El vocero del Centcom también insistió en que no apuntarán a ningún sitio web radicado en Estados Unidos, sea en lengua inglesa o cualquiera otra, y aseguró que tampoco tienen como blanco a Facebook o Twitter… Pero ¿quién impedirá que las marionetas cibernéticas abran cuentas en esas redes? Y si las abren, ¿quién sancionará el fraude? Una vez perfeccionado, el software permitiría al personal militar de Estados Unidos trabajar 24 horas al día, 7 días a la semana, en una locación fija -eventualmente la base aérea MacDill- para intervenir las conversaciones en línea emergentes y acceder a grandes cantidades de mensajes coordinados de blogposts, chateos y otras actividades Internet, como opiniones y comentarios en foros de lectores de los medios digitales formales. El software de Centcom requiere que cada interventor de las redes trabaje desde un “servidor privado virtual” situado en Estados Unidos, pero que en apariencia parezca estar fuera de ese país para dar la impresión de que los personajes falsos son gente real que vive en diversas partes del mundo. El sistema también tiene capacidad de “tráfico mixto”, que permite a los digitadores de personajes falsos compartir el uso de Internet con gente ajena al Centcom, para obtener así una “excelente cobertura” y una “negación más potente” de su verdadera identidad. Los principales jefes militares de Estados Unidos ven a este programa como vital para el contra-terrorismo y anti-radicalización, explicó el Guardian. El general David Petraeus, jefe de la CIA desde septiembre 2011, cuando era comandante del Centcom el año pasado, hablando ante el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, describió esta operación como un esfuerzo contra la “ideología y propaganda extremistas y una garantía de que serán oídas las voces creíbles en la región”. Agregó que el objetivo militar de Estados Unidos era estar “primero con la verdad”. El sucesor de Petraeus en el Centcom, el general James Mattis, le dijo al mismo comité que el programa “apoya todas las actividades asociadas a degradar la narrativa enemiga, incluyendo el compromiso de capacidad de distribución del producto en Internet”. En su exposición ante el comité del Senado, según el Guardian, el general Mattis dijo: “OEV intenta interrumpir el reclutamiento y entrenamiento de terroristas suicidas; denegar los refugios seguros para nuestros adversarios; y enfrentar la ideología y propaganda extremista”. Añadió que Centcom trabajaba con “nuestros socios de la coalición” (OTAN) para desarrollar nuevas técnicas y táctica que Estados Unidos podría utilizar “para contradecir al adversario en el ámbito cibernético”. Según un informe del Inspector General del Pentágono en Irak, el OEV fue bastante manejado por las fuerzas multinacionales OTAN antes que por el Centcom. Al preguntársele si había personal británico involucrado en el OEV, el Ministerio de Defensa (MdD) del Reino Unido dijo que no pudo encontrar “ninguna evidencia”. El MdD rehusó explicitar si estuvo involucrado en el desarrollo de los programas de gestión de personajes falsos: “No comentamos respecto a capacidades cibernéticas”, dijo. Guerra electrónica + guerra psicológica El OEV fue discutido el año pasado (2010) en una reunión de especialistas en guerra electrónica en Washington, donde un alto oficial del Centcom dijo a los delegados que su propósito era “comunicar mensajes críticos y contradecir la propaganda de nuestros adversarios”. La gestión de personajes falsos que se proponen los militares de Estados Unidos haría frente a retos legales si deciden volcarla contra ciudadanos de Estados Unidos, donde ya han sido procesadas judicialmente varias personas que manejaron marionetas cibernéticas, comentó el Guardian. El año pasado sentenciaron con cárcel a un abogado de Nueva York que por personificar a un escolar resultó convicto por “personificación criminal” y hurto de identidad. No está claro si un programa de gestión de personajes contravendría ley británica, reflexionó el Guardian. “Expertos jurídicos dijeron que podría ofender la Ley de Falsificación de 1981, que indica que ‘una persona es culpable de falsificación si fabrica un instrumento fraudulento con la intención de utilizarlo ella misma u otra para inducir a alguien a que lo acepte como auténtico, y en virtud de su aceptación cometer o no algún acto en su propio perjuicio o de cualquier otra persona”. Sin embargo, esto se aplicaría solamente si un sitio web o una red social puede demostrar haber sufrido como resultado un “perjuicio”, concluyó el Guardian. Una nota que aparece en la página web del Guardian que reproduce este artículo dice textualmente: “Este artículo fue enmendado el 18 de marzo de 2011 para quitar referencias a Facebook y a Twitter, introducidos durante la edición, y para añadir un comentario de Centcom, recibido después de la publicación, que no está apuntando a esos sitios”. Después de la II Guerra, Estados Unidos siempre aspiró a ganarse la buena voluntad de los pueblos de los países que invade o planea ocupar. Hoy, la guardia pretoriana imperial desparramada por el mundo aspira a imponerse de manera tramposa –de paso, una característica esencial del poder en Estados Unidos- en el ámbito de las ideas, incursionando a fondo en tareas “ideológico-políticas”, mientras cosecha continuos y persistentes fracasos militares históricos en todo el mundo desde el fin de la II Guerra. Lo importante para el complejo militar-industrial no es ganar las guerras, sino simplemente hacerlas siempre y alargarlas al máximo, para sostener la prosperidad artificial de una economía basada en el gasto militar, sempiternamente corroída por las crisis cíclicas del capitalismo imperial y hoy enfrentada a lo que parece el último callejón sin salida. ARGENPRESS. 6-10-2011 EEUU. The Wall Street Journal Los grandes bancos no encuentran paz en el colchón de capital David Wessel Este mes se cumplen tres años desde que los contribuyentes estadounidenses rescataron a los grandes bancos. Eso llevó a las reiteradas promesas de los políticos de cambiar las normas para evitar futuros rescates de bancos que son "demasiado grandes para quebrar". Eso no ha sucedido. Los bancos grandes son aún más grandes. Y en medio de una renovada crisis bancaria —esta vez en Europa— casi todo el mundo insiste en que es imprescindible evitar "otro Lehman (Brothers)", el colapso de una institución importante que podría desencadenar un enorme maremoto financiero. Sería erróneo, sin embargo, decir que nada ha cambiado. Aunque el último giro de la lamentable saga económica europea domina los titulares, los reguladores financieros globales buscan finalizar una de las respuestas más significativas a la crisis financiera: exigir que los bancos mantengan más capital y, en particular, obligar a aquellos considerados "sistémicamente importantes" (es decir, aquellos demasiado grandes como para quebrar"), a que mantengan una porción de capital adicional aparte de ese colchón. Los detalles son complejos, pero los principios no lo son. Todos los bancos están obligados a mantener capital como un amortiguador para absorber las pérdidas. A mayor capital, mayores serán las pérdidas que podrán asumir sin hundirse. Los bancos, evidentemente, no tenían el capital suficiente antes de la crisis, y afirman que han aprendido esa lección. Además, los bancos estarán obligados a mantener más capital que antes, una vez que los gobiernos nacionales implementen las directrices establecidas por el organismo de control internacional de la industria, el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, en Suiza. Las alrededor de dos docenas de grandes bancos entretejidos en la trama de la economía mundial son un caso especial: si colapsan, no sólo sus accionistas y acreedores resultan lastimados, sino todos. Debido a eso, todo el mundo espera que los gobiernos los rescaten. Eso puede ser costoso y da a esas instituciones una ventaja a la hora de recaudar dinero, tomar riesgos y atraer a los clientes por encima de los bancos que son "demasiado pequeños para salvar". Los grandes bancos pueden ser vitales para la economía global, aunque qué tan grande es lo suficientemente grande es una pregunta todavía sin responder. Los grandes camiones también son buenos para la economía. Pueden transportar muchas cosas y hacer tareas que los autos no pueden. Pero no sería bueno estar en la carretera cuando un camión se estrella y explota. Por lo tanto, se requieren normas de seguridad más estrictas para camiones que para autos, y más entrenamiento para sus conductores y así sucesivamente. "La respuesta correcta es poner un costo extra, supervisión adicional sobre estas firmas (financieras) que les dará un incentivo para eliminar el tamaño innecesario, para eliminar las actividades innecesarias y reducir su toma de riesgos", dijo esta semana al Congreso de Estados Unidos el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke. Un enfoque para tratar con este pequeño grupo de grandes bancos sería hacer que mantengan aún más capital, como porcentaje de sus activos, que otros bancos. Este sobrecargo SIFI (siglas en inglés de "instituciones financieras sistémicamente importantes") fue impuesta en EE.UU. por la ley Dodd-Frank y se espera que algo análogo a nivel mundial (denominado "g-SIFI") sea aprobado por los líderes del Grupo de los 20 países industrializados y emergentes cuando se reúnan en noviembre en Cannes, Francia. Los líderes de los grandes bancos no están contentos. Y no sorprende. Es probable que la norma reduzca sus ganancias y limite sus dividendos. El asunto se reduce a tres preguntas. ¿Es toda esta idea sabia y necesaria? Y si lo es, ¿están bien diseñados los detalles? ¿Y es este el momento adecuado? Los grandes bancos de EE.UU., en una petición en agosto a los supervisores, desafiaron "la visión simplista de que el mero tamaño crea preocupaciones prudenciales… o que los grandes bancos son inherentemente problemáticos". Han perdido esa discusión. Las firmas argumentaron, con razón, "que los excesivos requisitos de capital pueden inhibir la capacidad de los bancos para sostener la actividad económica". Los reguladores se burlan de la afirmación de que los niveles de capital propuestos son "excesivos", aunque reconocen que las reglas pueden hacer que los bancos sean más cautelosos en relación con los préstamos e inversiones de riesgo. Pero bueno, ese es el punto, después de todo. Los bancos tal vez estén en terreno más firme cuando critican la compleja fórmula para determinar cuáles son "de importancia sistémica" y la cantidad de capital adicional que debería mantener cada uno. Pero no hay ciencia cierta en esto. La fórmula refleja compromisos inevitables en cualquier acuerdo global y, sin duda, será ajustada en los próximos años. En ese caso, lo perfecto no debería ser enemigo de lo bueno. El tiempo es un tema difícil. Las reglas no tendrán efecto hasta 2019, momento en el cual se espera que la economía global esté en mejor forma. No obstante, es fuerte la presión sobre los bancos para que acumulen pronto el capital. Ello perjudicará a una economía débil si lleva a los bancos a prestar menos para reducir el monto de capital que deben mantener. Por otro lado, la historia sugiere que los gobiernos se vuelven severos con los bancos sólo después de una crisis, y a medida que la crisis se pierde en la memoria, también desaparece la voluntad de ser exigente. Una cosa más. Hay una alternativa a la exigencia de que los mayores bancos mantengan capital extra, aunque a los banqueros les agradaría todavía menos: dividirlos. THE WALL STREET JOURNAL. 6-10-2011