La Agencia de protección de Datos ha empezado a abrir expedientes – siete, de momento – por la cantidad de sistemas de video vigilancia que no están dotados de las medidas de seguridad básicas, y que han sufrido violaciones en internet. Según un informe de la Asociación de Internautas el 60% de las cámaras que están conectadas a internet están abiertas. En cuatro años han aumentado estos métodos de vigilancia un 1.000%, y el 98% son privadas. ¿Está justificada la alarma?
El roblema principal estriba en que la mayoría de usuarios de estos servicios desconocen que con una simple clave de acceso se limitaría el uso a los interesados. Cierto es que la Agencia de Protección de Datos ha visto multiplicado el trabajo. Y no solo en internet.Desde una escalera de vecinos temerosos de algún vecino por sus actividades supuestamente delictivas, hasta los que van más allá de la seguridad y entran en el terreno voyeur, transgrediendo los límites de la intimidad. A veces la línea entre el celo y el morbo se desdibuja, pero no parece que el tema tenga difícil solución. Más si se trata de internet, un medio en el que las autoridades pueden navegar en busca de infracciones.Sin embargo en el Reino Unido existen 1.300.000 cámaras de seguridad y aumentando en un 20% al año. Hasta el Ministro del Interior llegó a reconocer que una persona paseando cualquier día por las calles de Londres podía ser grabado unas 300 veces a través de 30 redes de video vigilancia. Al mismo tiempo un estudio de cuatro años de duración del profesor James Ditton del Centro Escocés de criminología, demostró que los sistemas de cámaras de televisión en circuito cerrado no han conseguido reducir la delincuencia y sí violar fundamentos básicos de la libertad civil.El satélite Ikonos, de la empresa estadounidense Space Imaging, ofrece una foto en blanco y negro a través de internet por el módico precio de 29 dólares americanos el km. cuadrado, con una compra mínima de mil dólares para los Estados Unidos y dos mil para el resto. Es decir, el pedido mínimo tiene que abarcar 34 km. cuadrados.Pero un ejemplo mucho más cercano es el del instituto de Abastos de Valencia. Después de incorporar un sistema para identificar a los estudiantes por su huella, en nombre de la prevención de actos vandálicos se instalaron 24 cámaras de seguridad por todo el centro. Teniendo en cuenta que el instituto no está ubicado, ni mucho menos, en un barrio conflictivo y que dispone de una comisaría de la Policía Nacional a escasos metros, no parece que esté justificada la medida.El director del centro alegó que la dirección se había gastado 3.500€ en reparaciones por los destrozos producidos en los baños del centro. Si hacemos las cuentas, entendemos que los 30.000€ que se gastó la Junta del centro en el sistema de vigilancia se corresponden con 10 años de daños en el mobiliario que se ahorran. De momento las cámaras llegan hasta los lavabos de mujeres.Por la información fraccionada que proporciona el Ministerio de Educación son varios los institutos que han tomado esta medida. Como siempre, el mayor peligro, en este caso de vulneración de la intimidad y otros cuantos derechos y libertades, no viene de quien quiere, sino de quien puede.