¿Qué es la filosofia?

¿Especulación teórica o herramienta para transformar el mundo?

¿Qué es la filosofí­a? ¿Qué importancia tiene para el proletariado y los comunistas su estudio? Para las ideas dominantes difundidas por la burguesí­a, la filosofí­a a un mero juego intelectual de «especulación pura», sin el menor contacto con la realidad o un «tapahuecos de la ciencia», encargada de «rellenar» con abstracciones y especulaciones todo aquello que la ciencia todaví­a no es capaz de explicar. Por su parte, gran parte de la izquierda reformista y revisionista ha reducido el marxismo a un método, despojándolo no sólo de su condición de ciencia y de ideologí­a, sino también de filosofí­a revolucionaria. No hace ni dos semanas, con ocasión del congreso del PCE los medios de comunicación nacionales publicaban entrevistas con dirigentes y militantes del PCE donde éstos explicaban su concepción del marxismo: «El marxismo lo único que hace es analizar el sistema capitalista», decí­a una de ellas. «Hay quien piensa que Marx es un manual, y no lo es. Es un método y hay que actualizarlo. El mundo evoluciona y surgen nuevos problemas para los que Marx no tení­a respuestas: el feminismo, la ecologí­a…» remachaba otro. Frente a estas posiciones que siguen la corriente principal del pensamiento burgués hablando en nombre del marxismo, ya Lenin, al hablar de la filosofí­a de Marx, afirmaba que «es un materialismo filosófico acabado, que ha proporcionado a la humanidad, y sobre todo a la clase obrera, la poderosa arma del saber».

En 1908, en pleno auge de la lucha del proletariado europeo y de ascenso del movimiento obrero, Lenin se recluye durante varios meses en las bibliotecas de Ginebra y Londres para escribir un grueso volumen, “Materialismo y empiriocriticismo”, cuyo objetivo es ajustar cuentas con las concepciones filosóficas –y las posiciones de clase que hay debajo de ellas– de tipo empiriocriticista que se estaban desarrollando dentro de los Partidos Socialdemócratas europeos y en el seno del movimiento obrero y revolucionario internacional. Para Lenin, trazar una línea de demarcación tajante entre el materialismo dialéctico y estas corrientes idealistas, empíricas, disfrazadas de marxismo era algo vital para el avance de la revolución. Casi 30 años después, Mao Tsé Tung, poco después de acabar la Larga Marcha e instaurar el cuartel general de la revolución en Yenán, se ve obligado a hacer otro tanto. En 1937 se encierra también durante varios meses para escribir, en combate a las posiciones dogmáticas y las concepciones metafísicas entonces dominantes en el seno del Movimiento Comunista Internacional, “Acerca de la práctica” y “Sobre la contradicción”, dos textos filosóficos fundamentales que servirán de base para las Escuelas de Cuadros sobre materialismo dialéctico que el PCCh está organizando –justo en el mismo instante, julio del 37, en que da inicio la invasión japonesa de China– en el Instituto Político y Militar Antijaponés de Yenán. El mismo Marx, en “El prólogo a la contribución de la crítica a la economía política” afirma: “Federico Engels había llegado por distinto camino al mismo resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1845, se estableció también en Bruselas, acordamos elaborar en común la contraposición de nuestro punto de vista con el punto de vista ideológico de la filosofía alemana; en realidad, liquidar cuentas con nuestra conciencia filosófica anterior”. Es decir, tres años antes de la aparición del Manifiesto Comunista, Marx y Engels se ven obligados a “liquidar su conciencia filosófica anterior”. ¿Por qué los grandes dirigentes del proletariado mundial han prestado esta atención especial a la filosofía? Porque, en última instancia, la filosofía es lucha de clases en la teoría. Y por lo tanto el proletariado está obligado a desplegar también en este terreno, el de la filosofía, una aguda lucha de clases. La filosofía es una concepción del mundo sistematizada, ordenada y jerarquizada, un cuerpo teórico abstracto formado por categorías y tesis filosóficas. Categorías y tesis que expresan, en el terreno de la teoría, una determinada toma de posición. Decimos una concepción del mundo y no un conocimiento del mundo. Por tanto, a diferencia de la ciencia –que nos da un conocimiento objetivo de las leyes universales que rigen un proceso particular de desarrollo de la materia–, la filosofía no pertenece al terreno de lo objetivo, sino, como la ideología, al de lo subjetivo. Sus proposiciones a diferencia de las leyes y los conceptos científicos, no son demostrables. Sin embargo, a diferencia de la ideología, la filosofía no es una representación general del mundo, sino un cuerpo teórico, abstracto, sistematizado. Un cuerpo formado por una serie de categorías y tesis filosóficas –en una determinada posición y en una relación interna, es decir, en un sistema racionalizado– que expresan, en el terreno de la teoría una toma de posición. Por ejemplo, para el materialismo, la categoría que ordena y jerarquiza todo su sistema filosófico es la categoría de materia. Esta categoría filosófica de materia es una toma de posición en el terreno de la teoría que no tiene nada que ver con el concepto científico de la materia y su estructura. Mientras el concepto científico de materia está cambiando continuamente a medida que la ciencia avanza y la humanidad profundiza su conocimiento del mundo, la categoría filosófica de materia ha permanecido invariable a lo largo del tiempo, independientemente de que su teorización y sistematización haya ido perfilándose y desarrollándose en el tiempo en combate al idealismo. Es una toma de posición acerca de que existe un mundo exterior objetivo e independiente de nosotros, que tiene su propio motor interno de desarrollo y que se puede transformar de acuerdo a las leyes que rigen ese desarrollo.

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