movilizaciones contra el genocidio en Gaza

España, superpotencia popular

Y, aunque es incomparable la envergadura de aquellas movilizaciones históricas con estas, hay que partir de los hechos, tener en cuenta las condiciones en las que se han convocado y los errores y dificultades. Han sido un éxito rotundo.

La manifestación de Madrid ha sido la mayor movilización de toda Euroa. En Madrid la manifestación, que discurrió desde la Plaza de Cibeles hasta la Puerta del Sol, reunió a 250.000 personas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que antes, durante y después de este fin de semana se han dado un goteo constante de concentraciones en muchísimos pueblos de la geografía española. Ya desde principio de año se convocaron movilizaciones en muchos pueblos y ciudades. El sábado 3 de enero, más de 2.000 personas se concentraron ante el Ayuntamiento de Terrassa o 350 en Vilanova i la Geltrú, ambas ciudades de la provincia de Barcelona que llegó casi a los 400 que se juntaron en Pamplona. También hubieron movilizaciones en pueblos, como Villagarcía de Arousa en Pontevedra. 3000 personas se manifestaron el Alicante el jueves día 8. Este fín de semana, desde el viernes día 9 se han realizado manifestaciones en Ponferrada (León), en Pamplona, 300 se manifestaron en Ávila, más de cinco mil personas en Málaga, más de cuatro mil personas en Las Palmas, miles de personas (no cientos como afirmaban algunos medios) se manifestaron por las calles de Logroño convocados por la Coordinadora de Apoyo a Palestina (CAP), 700 en Ibiza, 2000 en Cádiz, 4000 en Sevilla, otros 2000 en Valencia, cientos en Oviedo, casi 200.000 en Barcelona el sábado … y ayer lunes, a las 12 del mediodía 300 personas se concentraron en los alrededores de la plaza del Altozano de Albacete. Este fin de semana están previstas en más ciudades como Tenerife. Estamos asistiendo a una respuesta popular que hace honor a los lazos históricos de unidad del pueblo español con el pueblo palestino, lazos que se manifiestan en mareas o goteos humanos a lo largo de toda la geografía española que, sin llegar a ser el maremoto contra la invasión de Irak, han dejado constancia de que el pueblo español responde como un resorte ante los genocidios y agresiones flagrantes a los pueblos. Se trata de movilizaciones de denuncia del genocidio y en eso, el pueblo español no necesita mostrar solidaridad, salta como un resorte porque lo ha vivido en propia carne. Está tan instalada en la memoria colectiva a golpe de bomba en Guernica como a golpe de tiro en la nuca o coche bomba de ETA. Los lazos históricos de unidad con pueblos como el palestino pesan toneladas y se han siempre superpuesto a cualquier intento de encuadrarnos en la órbita de EEUU y las potencias europeas. Recordemos el recibimiento que hizo Adolfo Suárez a Yasir Arafat con honores de jefe de estado cuando por parte de las potencias occidentales se le tachaba de terrorista, o el compromiso firme con la causa del pueblo saharaui mientras el gobierno apoya al rey “macaco” marroquí. O los intentos de Garzón de juzgar en España a Pinochet y contribuir a que los responsables y ejecutores de las dictaduras de Hispanoamérica, auspiciadas por EEUU, pagaran por sus atrocidades. La politización de las movilizaciones (el hecho de que las plataformas convocantes estuvieran encabezadas por partidos políticos y no por asociaciones cívicas que recogieran un espectro social amplísimo, desde la iglesia, colectivos de víctimas del terrorismo, asociaciones democráticas de militares o policías, pasando por agrupaciones deportivas o musicales hasta colectivos de la izquierda radical), ha contribuido a dividir y restar fuerza. El hecho de que el PSOE rechazara el uso de la palabra genocidio en el manifiesto de Madrid, sumado al silencio mediático de la convocatoria da buena cuenta del interés para que no emergiera un grito unánime de toda la sociedad española sino un grito parcializado. Aún así la convocatoria sólo puede calificarse de éxito. Lo que ha dominado es la conciencia clara sobre el carácter genocida de la actuación de Israel.

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