Pérdida de influencia española en el control del Estrecho

España paga las facturas de Zapatero

En el control sobre el Estrecho de Gibraltar -estratégico unto internacional, y vital enclave para la seguridad nacional- se pone de manifiesto como España debe pagar las onerosas facturas de los fracasos de Zapatero.El actual presidente había jugado todas sus cartas internacionales al "regreso al corazón de Europa", aspirando a una relación privilegiada con Francia y Alemania. Apostando, al mismo tiempo, a colocarse en buena posición frente al previsible cambio de línea en EEUU, materializado con la presidencia de Obama.Las dos apuestas han fracasado, y España pierde peso e influencia internacional, hasta el punto de mendigar una silla en la reunión del G-20.Y esa anorexia política global -más allá de las irrelevantas alianzas de civilizaciones- ha dejado a España en un segundo plano en el control del Estrecho.EEUU -con un Robert Gates que mantiene con Obama el cargo de secretario de Defensa que ostentaba con Bush, simbolizando el mantenimiento de los intereses estratégicos norteamericanos- ha decidido que el control de la parte sur del Estrecho la ostente Marruecos, y el de la parte norte pase en exclusiva a Reino Unido.Marruecos pugna por volver a ser el "amigo preferente" de EEUU en el norte de Africa, anunciándose como sede del Africom, el nuevo mando militar de EEUU para el continente. Una maniobra que cuenta con el apoyo expreso de Sarkozy.Reino Unido es, obviamente, una prolongación europea de Washington. Y ha expresado con rotundidad su postura con la reciente y controvertida visita de la reina Isabel a Gibraltar.El gobierno de Zapatero ha aceptado tácitamente perder el control de uno de los enclaves vitales para los intereses nacionales, como lo demuestra la decisión del ministerio de Defensa de reestructurar el mando de Artillería a costa de la zona del Estrecho, rebajándolo a regimiento, lo que provocará el desmantelamiento de buena parte de las piezas, unido a la disolución del Cuartel General de Tarifa.España pierde influencia sobre el Estrecho, que pasa a las grandes potencias mundiales.

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