La mentira, la ignominia, la vacuidad, la mediocridad, la manipulación, la desfachatez y un largo etcétera invaden el devenir de una sociedad, la nuestra, absolutamente narcotizada por unos medios de comunicación que sirvieron, y aún sirven, de cortapisa al poder establecido. Durante la semana recién terminada, dos perlas me han llamado poderosamente la atención, a cual más cruel, a cual más inhumana. El presidente del gobierno, frente a todos y cada uno de esos informes que vienen advirtiendo de la descomposición del tejido social de nuestro país, con un incremento de la pobreza sin parangón en nuestra historia reciente, afirmó sin despeinarse que eso no existe en España. Rajoy, el “rey desnudo”.
Sin embargo, cuando parecía que estábamos curados de espanto, hete aquí que llegó ese verbo suelto, nuestro inefable ministro de Asuntos exteriores, José Manuel García Margallo, y superó a su jefe de filas. Afirmó, mejor dicho, rebuznó, la enésima barrabasada. Aseguró que si España no hubiese prestado 32.744 millones de euros a Grecia se podrían haber subido «las prestaciones por desempleo un 50% o aumentado las pensiones un 38%”. ¡Mentira! España ha prestado a Grecia menos de 7.000 millones de euros. El resto del préstamo fue realizado por inversores privados, a los que avaló el gobierno español. O sea que si estos inversores cobran de Grecia, reciben pingues intereses, pero si Grecia no pagara o tuviera una quita, los inversores no perderían, quien perderían serían los españoles, tendríamos que pagar ese dinero prestado por inversores privados. Margallo, el “mamporrero”.
España, élites parasitarias
La realidad es otra. Ustedes y los anteriores crearon una dinámica de incentivos muy llamativa. Acordaron con las élites oligopólicas patrias un sistema de remuneración perverso. Si el negocio privado de estos señores va mal, no pasa nada, se remunera “el emprendimiento” a costa de los sufridos contribuyentes. Si va bien, fantástico, estos prohombres se lo han merecido, han asumido un riesgo inherente al devenir de sus negocios. Lo de siempre, si todo va bien, los listillos se forran; si va mal, pelillos a la mar, los tontos e incautos contribuyentes a pagar a escote. España país de parásitos, bajo la estela del Honrado Concejo de la Mesta.
Señor Margallo, si quiere, en una clase de dos horas, le detallo el aumento de la deuda pública de esta nuestra querida España durante la actual crisis sistémica. De los 597.349 millones de incremento en el montante de la deuda emitida solo por la Administración Central en el período 2008-2013, ¡227.091, casi la mitad, es para financiar a terceros! Por eso, ustedes y los anteriores, recortaron gastos en sanidad, pensiones, educación, dependencia, porque eran superfluos a la luz de unas élites que ya disfrutan de todo eso. Pero con ello se les ha permitido seguir disfrutando de su riqueza, de su renta a costa de los demás. Mientras, familias enteras que se hipotecaron bajo el paraguas de unas entidades financieras que no hicieron un análisis de riesgos mínimamente serio, que se hastíen, se les desahucia y santas pascuas. ¿Saben ustedes, señor Margallo, lo que en derecho anglosajón es el régimen de la segunda oportunidad para personas físicas y jurídicas? Ah, no, se me olvidaba, ustedes solo lo aplican a quienes “se lo merecen”. España, país feudal, de siervos y vasallos.
¿Sabe usted, señor Margallo, que si el rescate de todo el sistema bancario patrio, más allá de cuatro cajas de ahorro, se hubiese hecho a costa de acreedores y gerencia no hubiese hecho falta ningún recorte adicional? ¿Sabe usted cuánto dinero tiene comprometido nuestro gobierno por avalar a terceros? España, oligarquía y caciquismo como forma actual de gobierno. ¡Si levantara la cabeza mi paisano Joaquín Costa!
Austeridad y nervios
Como ya avisamos desde estas líneas España, junto a Portugal, iban a encabezar y liderar el bloque de rechazo al nuevo gobierno heleno. La razón, obvia, reconstituir el sistema existente con el objetivo de favorecer de manera permanente a la clase dominante, los más ricos, los intereses corporativos, los acreedores que asumieron riesgos innecesarios, los oligopolios,… La triste historia patria. Otra vez, la enésima. España, oligarquía y caciquismo. La sombra de mi paisano Joaquín Costa nos persigue inexorablemente.
Ante la victoria de Syriza, si todo le sale bien a Grecia, y le saldrá, muchos tendrán que hacer sus maletas. De ahí los nervios, a flor de piel, de Rajoy, Cavaco Silva, Passos Coelho. ¡Basta de mentiras! Quienes defienden la austeridad, la contracción salarial y la miseria laboral defienden a los oligarcas, a los caciques. Se nos dice que todos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora tenemos que apretarnos el cinturón. Este punto de vista se olvida convenientemente de donde venía la deuda. No de una orgía de gasto público, sino como el resultado directo del rescate, la recapitalización, y el aumento de la liquidez a un sistema bancario quebrado.
Esa carga ahora toma la forma de un giro global a la austeridad, la política de reducción de los salarios y los precios internos para restaurar la competitividad y equilibrar el presupuesto. El problema, es que la austeridad es una idea muy peligrosa. No funciona. Los argumentos a favor de la austeridad son tenues, y la evidencia delgada. En lugar de ampliar el crecimiento y la oportunidad, el renacimiento repetido de esta idea económica siempre ha dado lugar a un crecimiento bajo, junto con el aumento de la pobreza y la desigualdad. ¡Si levantara la cabeza Joaquín Costa!