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España necesita tomar duras decisiones sobre la deuda

En sólo cinco años, la economía española ha pasado de ser mundialmente admirada a estar al borde de un segundo rescate. Muchos factores han contribuido a esta rápida y peligrosa transformación, pero hay uno que sobresale: la incapacidad de las autoridades españolas para controlar el déficit del sector público. En 2007, España registró un superávit de un dos por ciento del PIB. Desde entonces el país ha tenido déficits de más del 9% durante tres años consecutivos. Se espera que el de 2012 esté cerca del 7%Esta reducción es una buena noticia y refleja los esfuerzos realizados por el gobierno de Mariano Rajoy. El problema es que esta mejora tímida de las finanzas de España se debe principalmente a los recortes en la inversión pública y el aumento de los ingresos. Los mercados se sienten satisfechos con los cambios que, combinadas con las palabras del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, han reducido el costo de los préstamos en España.Pero en el año 2013 España va a necesitar más que esto (…) El primer ministro Rajoy tiene que reducir firmemente el déficit estructural o las cosas rápidamente se pondrán mal.Desde el año 2009 el déficit se ha reducido en 16 mil millones de euros, mientras que la inversión pública se ha contraído en 17 mil millones. Mientras tanto, los gastos corrientes (excluyendo los pagos de intereses) –salarios públicos y el costo de funcionamiento de los servicios de educación, salud y asistencia social– han aumentado en alrededor de 5 mil millones. El énfasis en la reducción con golpes excepcionales refleja la falta de compromiso por parte de los políticos españoles con una reducción del déficit estructural. Creían que la economía volvería mágicamente a los tiempos anteriores a la crisis y que podrían evitarse unos recortes política y socialmente costosos.Lamentablemente, tampoco se han tomado decisiones en los ingresos. Hasta 2011, las únicas «reformas» llevadas a cabo por el gobierno socialista para aumentar los ingresos, que habían caído drásticamente durante la crisis de la eurozona, fueron un pequeño incremento en los ingresos y impuestos al valor agregado y el retorno del impuesto al patrimonio. Los efectos fueron decepcionantes.A finales de 2011 el Partido Popular del señor Rajoy ganó una mayoría histórica en el Parlamento. Los españoles y los mercados tenían recuerdos frescos de la rapidez con que su partido fue capaz de dar la vuelta a las finanzas públicas españolas la última vez que estuvo en el poder. Pero pronto se hizo evidente que no era posible esperar un cambio en tan poco tiempo.Los presupuestos de 2012 del señor Rajoy fueron una decepción. Los gastos corrientes fueron en aumento y los recortes en el gasto total se concentraron en la inversión pública – medidas excepcionales de nuevo. Rajoy había prometido no aumentar los impuestos. Sólo fue anunciado un aumento temporal del impuesto sobre las rentas altas previamente eliminado, mientras que otras deducciones populares fueron repuestas y cualquier aumento de impuesto al valor añadido o de los precios fue rechazada. En sus primeros meses en el poder, parecía que el gobierno aún esperaba que estos problemas se resolvieran por arte de magia.Después de un verano turbulento, algunas medidas políticamente difíciles fueron introducidas. El IVA ha aumentado de nuevo y algunas deducciones han sido eliminadas. Por el lado de los gastos, los salarios públicos se han reducido, las prestaciones por desempleo disminuyeron y las pensiones no han aumentado con la inflación. Por desgracia, el señor Rajoy y sus ministros han dicho en repetidas ocasiones que el aumento del IVA y las reducciones de salarios y pensiones son sólo medidas temporales. La falta de compromiso con un cambio estructural que ha afectado a la credibilidad de España.Este año será decisivo. En primer lugar, los recortes adicionales a la inversión pública serán difíciles. Se ha reducido en un 60 por ciento desde el inicio de la crisis y hay poco espacio para una contracción adicional. En segundo lugar, debido a una legislación complicada, las regiones –que pagan la mayor parte de los gastos relacionados con la salud pública y la educación– no verán cambios en sus ingresos. Por lo tanto, nuevos grandes recortes en los gastos corrientes van a ser necesarios si se quieren cumplir las promesas sobre el déficit. En tercer lugar, las protestas probablemente aumentarán de tamaño como resultado de los recortes inevitables en materia de sanidad y educación.La combinación de estos tres factores va a ser una dura prueba para el señor Rajoy. Él tiene que consolidar sus tímidas mejoras a unas políticas que realmente reduzcan el déficit estructural. En definitiva, el tiempo se ha acabado.

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