Sarkozy se va de su visita a España "con sus deberes hechos"

España-Francia un reto histórico

Si medimos la visita de Sarkozy a España por los aplausos que le tributó la clase polí­tica española en el Congreso, sólo podemos decir que ha sido un éxito rotundo. Y sin duda que respecto a presidentes franceses anteriores, cuando el eje franco-alemán ocupaba el centro de la polí­tica de nuestros vecinos, la polí­tica del nuevo presidente francés -ampliando su base de relaciones preferentes a otros paí­ses de la UE, entre los que estarí­a España, junto con el Reino Unido o Italia- es más favorable a los intereses españoles. Tal y como se puede apreciar en su compromiso en la lucha contra el terrorismo, el apoyo a la presencia de España en las reuniones del G-20 y en otros compromisos de «colaboración».

No es osible entender la visita de Sarkozy al margen de la nueva política de la burguesía monopolista francesa ante los cambios que están ocurriendo en el mundo. Pero tampoco al margen de la relación histórica de nuestros vecinos del norte con España. Una relación marcada por la dependencia política y económica y una política de Estado que considera la subordinación española especto a Francia como un elemento fundamental para su política de gran potencia europea y mediterránea. Una política de Estado que no ha cambiado aunque cambien los presidentes, los intereses coyunturales y las formas.Las relaciones Francia-España tienen una sólida base de dependencia económica; Francia es el segundo inversor en importancia en nuestro país, las empresas francesas ocupan una posición privilegiada en la estructura económica española (especialmente en tres sectores estratégicos, el automóvil, la distribución comercial y la energía, nuclear) con más de 300.000 trabajadores y con ellos tenemos el 24% de nuestra deuda exterior.Una relación de dependencia que se ha acentuado desde la entrada de España en el Mercado Común. A ellos les debemos por ejemplo la imposición de cuotas en el campo o el control monopolista de los mercados de distribución agroalimentaria.No nos engañemos, cuando Sarkozy está ofreciendo la presencia en el G-20, las infraestructuras para la conexión con Francia, incluso la “firmeza” contra ETA, está actuando al servicio de los intereses estratégicos de Francia y sus pretensiones de potencia Europea. Y si esos intereses cambian, en el futuro, también pueden cambiar esas políticas. Aún está por ver que el Estado francés, más allá de “Sarko” lleve hasta el final el desmantelamiento del “santuario etarra” en suelo francés.Por eso, en vez de los aplausos sin cabeza de nuestra clase política y las declaraciones grandilocuentes de nuestro presidente Zapatero, lo que hace falta es una posición clara para establecer una relación en pie de igualdad con nuestros vecinos, acabar con la subordinación económica y política y mantener la exigencia respecto al desmantelamiento del “santuario” terrorista o la no ingerencia contra los intereses españoles atizando las brasas del Magreb. ¿O es que ya hemos olvidado la posición francesa cuando lo de Perejil, o cuando el “rey macaco” de Marruecos incordia con Ceuta y Melilla?Bienvenidos sean los cambios de Sarkozy, pro sin bajar la guardia.

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