«Alemania, tutora de la restauración democrática española tras la imprevista revolución portuguesa de 1974; pagadora de buena parte de los 118.000 millones de euros transferidos durante veinte años desde Bruselas en forma de ayudas y fondos cohesionadores; beneficiaria de la incorporación de más de 40 millones de españoles al mercado europeo; tenedora, a través de sus bancos y cajas regionales, de un elevado porcentaje de la deuda pública y privada española, encarnará hoy su poder en Madrid en una visita de Estado formalmente ordinaria y políticamente excepcional.»
En una entrevista concedida a los diarios Frankfurter Allgemeine Zeitung, Die Welt, Handelsblatt y Süddeutsche Zeitung, el residente advertía ayer que “España es tan importante como Francia y Alemania”, aseguraba que el país puede pagar sus deudas sin necesidad de ayuda especial, auguraba que las tornas pueden volver a cambiar (“hace unos años, era Alemania quien estaba en dificultades”), y sugería cambios tácticos a la señora Merkel y a Franz Beckenbauer: “Alemania debería jugar menos a la defensiva y ser delantero centro”. Los observadores alemanes no esconden una cierta perplejidad, pese al elegante hermetismo de la embajada tedesca en Madrid, de la que no se escapa ningún gesto de prepotencia. (LA VANGUARDIA) PÚBLICO.- Hemos vivido durante estos meses una avalancha ideológica a través de los medios de mayor difusión del país para promover el retraso de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años. El carácter ideológico de esta campaña en España aparece, claramente, en el sesgo de la presentación en tales medios de los argumentos a favor y en contra. Los cinco rotativos de mayor difusión del país han escrito editoriales a favor de tal medida y el 89% de los artículos aparecidos en sus páginas de opinión han sido favorables al retraso obligatorio de la edad de jubilación, mientras que sólo un 11% se mostraron contrarios. Algo semejante ha ocurrido en los canales televisivos tanto públicos como privados de mayor difusión, en los que apenas han aparecido voces críticas. Un ejemplo representativo de este sesgo es el programa sobre las pensiones de 59 segundos, de TVE, en el que, de seis ponentes, sólo uno estaba en contra de tal retraso. EL PAÍS.- Merkel dará un fuerte espaldarazo a las medidas adoptadas por Zapatero: de la reforma de las pensiones a la reordenación del sistema financiero. Pero las palabras de elogio vendrán acompañadas por una advertencia de que España debe hacer todavía más, que aún hace falta una nueva vuelta de tuerca en el ajuste. Merkel trae bajo el brazo un "plan de competitividad", a cuya aprobación condiciona la ampliación del fondo europeo de estabilización de 750.000 millones; así como su flexibilización para permitir, por ejemplo, que los países más vulnerables puedan recomprar bonos en el mercado secundario y aliviar la presión sobre su deuda. Opinión La Vanguardia España, capital Berlín Enric Juliana Alemania, tutora de la restauración democrática española tras la imprevista revolución portuguesa de 1974; pagadora de buena parte de los 118.000 millones de euros transferidos durante veinte años desde Bruselas en forma de ayudas y fondos cohesionadores; beneficiaria de la incorporación de más de 40 millones de españoles al mercado europeo; tenedora, a través de sus bancos y cajas regionales, de un elevado porcentaje de la deuda pública y privada española, encarnará hoy su poder en Madrid en una visita de Estado formalmente ordinaria y políticamente excepcional. La canciller Angela Merkel llega a la capital de España para participar en la XXIII cumbre hispano- alemana, apenas 24 horas después de la firma en el palacio de la Moncloa del pacto del Gobierno con los sindicatos y con la patronal para implantar la edad de jubilación a los 67 años y proceder a un gradual endurecimiento de los requisitos para acceder al cobro del 100% de la pensión. La canciller aterriza en Barajas un día después de que se haya dado cumplimiento a la principal exigencia alemana –que no la única– para proceder a la ampliación del fondo europeo de emergencia acordado en mayo y alejar así a los especuladores que acechan a la deuda soberana española. La sincronización ha sido tan perfecta, tan prusiana, que la caricatura Frau Merkel pasando revista o corrigiendo exámenes es casi obligatoria. En situaciones así, la ironía puede acabar dando paso al tradicional sarcasmo ibérico. La crónica invita a no hablar hoy del Directorio Europeo: es demasiado evidente. Los gestos, los acentos y los tonos serán importantes esta tarde en la Moncloa. Acostumbrada a un largo periodo de ensoberbecimiento, gracias a catorce años consecutivos de crecimiento económico y a unas estadísticas inmobiliarias de oro, la política española no dispone en la actualidad de un lenguaje apropiado para referirse a las nuevas relaciones de poder en Europa. Hay miedo al reproche y a la humillación. José María Aznar llegó a dar lecciones de contención presupuestaria al canciller Gerhard Schröder mientras seguían llegando millones a chorro en forma de subvenciones europeas. Rodríguez Zapatero le hizo el pase de la muerte al primer ministro Romano Prodi (“España ha superado a Italia”) y advirtió a Francia, en pleno albor de la crisis financiera, que fuese preparándose. Vieja hidalguía. Quijotismo transversal. En una entrevista concedida a los diarios Frankfurter Allgemeine Zeitung, Die Welt, Handelsblatt y Süddeutsche Zeitung, el presidente advertía ayer que “España es tan importante como Francia y Alemania”, aseguraba que el país puede pagar sus deudas sin necesidad de ayuda especial, auguraba que las tornas pueden volver a cambiar (“hace unos años, era Alemania quien estaba en dificultades”), y sugería cambios tácticos a la señora Merkel y a Franz Beckenbauer: “Alemania debería jugar menos a la defensiva y ser delantero centro”. Los observadores alemanes no esconden una cierta perplejidad, pese al elegante hermetismo de la embajada tedesca en Madrid, de la que no se escapa ningún gesto de prepotencia. El embajador Reinhard Silberberg cuenta con un afamado gabinete técnico que envía información muy precisa a Berlín, según refieren fuentes diplomáticas. La cancillería sabe muy bien lo que pasa en España. Hija de un pastor protestante de la Alemania del Este y educada en la escuela de matriz prusiana, Angela Merkel vive en un piso de Berlín (la nueva residencia oficial del canciller se halla en suspenso por razones de austeridad), viste trajes de chaqueta de corte sencillo, hace honor a la tenacidad teutónica, suele ir directamente al grano y ha tomado, en fecha reciente, al menos tres decisiones: defender el euro, ampliar –si es necesario– el fondo de emergencia, y exigir a España la máxima disciplina. No será un día fácil para el presidente Zapatero, aunque hay indicios de cambio de coyuntura. Aires nuevos. Sin ser una milagrosa resurrección de los pactos de la Moncloa de 1977, los acuerdos firmados ayer dibujan un nuevo cuadro. Y el Partido Popular se halla inquieto. Teme que el PSOE recupere aliento y sabe que esta vez debe de obedecer al Directorio…, ejem…, a la singular constelación que hoy forman España, Francia y Alemania. LA VANGUARDIA. 3-2-2011 Opinión. Público Contra el retraso de la jubilación Vicenç Navarro Hemos vivido durante estos meses una avalancha ideológica a través de los medios de mayor difusión del país para promover el retraso de la edad de jubilación de los 65 a los 67 años. Esta medida fue exigida al Gobierno español por los mercados financieros y por el establishment de la Unión Europea, dirigido por el Gobierno conservador-liberal presidido por Angela Merkel, quien se encuentra hoy en España para dar su aprobación y beneplácito al Gobierno de Zapatero por haber tomado tal decisión. El carácter ideológico de esta campaña en España aparece, claramente, en el sesgo de la presentación en tales medios de los argumentos a favor y en contra. Los cinco rotativos de mayor difusión del país han escrito editoriales a favor de tal medida y el 89% de los artículos aparecidos en sus páginas de opinión y sus boletines informativos han sido favorables al retraso obligatorio de la edad de jubilación, mientras que sólo un 11% se mostraron contrarios. Algo semejante ha ocurrido en los canales televisivos tanto públicos como privados de mayor difusión, en los que apenas han aparecido voces críticas. Un ejemplo representativo de este sesgo es el programa sobre las pensiones de 59 segundos, de TVE, en el que, de seis ponentes, sólo uno estaba en contra de tal retraso. Ahora es seguro que esta propuesta se aprobará uno de estos días por amplia mayoría en las Cortes españolas (con el rechazo de los partidos a la izquierda del partido gobernante). Es interesante contrastar esta casi unanimidad de los establishments políticos y mediáticos españoles en retrasar obligatoriamente la edad de jubilación a los 67 años con el enorme rechazo por parte de la gran mayoría de la población española (de un 65% a un 94 %, según la encuesta que se considere). Esta situación explica el enorme distanciamiento existente en España entre los gobernantes (la clase política y los principales medios) y los gobernados. No es de extrañar que, según las encuestas de opinión pública en la Unión Europea, España sea, junto con Portugal, el país de la UE que valora más negativamente al establishment político y que exprese menor confianza en los medios de comunicación. Es lógico que la mayoría de la población esté en contra de esta medida porque, por mucho que la endulcen sus defensores, recorta considerablemente las pensiones públicas; una reducción que se justifica con el fin de salvar el sistema público de pensiones, lo cual no es cierto. En realidad, todas las medidas exploradas se han centrado en los recortes de beneficios en lugar de en incrementar los ingresos debido a la resistencia de los establishments políticos y mediáticos españoles a promover una reforma fiscal progresiva que corrija la enorme regresividad existente en el sistema tributario español y en la financiación de la Seguridad Social. Las medidas neoliberales actuales de reducir el déficit del Estado a base de recortar el gasto público, en lugar de aumentar los ingresos al Estado, son otro ejemplo del dominio del pensamiento conservador-neoliberal en aquellos establishments. La evidencia científica (proveída por autores críticos, marginados en los medios españoles de mayor difusión) muestra el error de tales medidas. El último ejemplo de ello es el informe Beyond Normal: Raising the Retirement Age is the Wrong Approach for Social Security (Retrasar obligatoriamente la edad de jubilación es el enfoque equivocado para salvar la Seguridad Social), del prestigioso Economic Policy Institute de Washington, próximo a los sindicatos estadounidenses. Este informe documenta que el retraso obligatorio de la edad de jubilación, además de dañar el bienestar social de las clases populares, tiene un impacto menor a la hora de garantizar la solvencia del sistema público de pensiones que otras medidas que ni siquiera han sido consideradas por el Gobierno español, tales como incrementar la progresividad del sistema tributario y del sistema de financiación de la Seguridad Social. Ambos sistemas son de los más regresivos existentes en la UE-15. Asimismo, señala el incremento de las desigualdades de renta, con un aumento desmesurado de las rentas del capital (que no cotizan a la Seguridad Social) a costa de las rentas del trabajo (que son las únicas que cotizan) y una polarización de estas últimas, con un ascenso de los salarios altos de una minoría (cuya cotización a la Seguridad Social es menor que en la mayoría de cotizantes) y el estancamiento, e incluso reducción, de los salarios de la mayoría de cotizantes. Esto ha generado el descenso de los ingresos a la Seguridad Social en EEUU, por lo que el informe señala que su corrección eliminaría la necesidad del retraso obligatorio de la edad de jubilación. Una situación semejante ocurre en España. Una última observación. Los sindicatos CCOO y UGT han hecho lo que tenían que hacer: han defendido en condiciones dificilísimas los intereses de los trabajadores. Debido a su esfuerzo se suavizaron algunas de las propuestas más duras del Gobierno y la reforma mejoró considerablemente. Es injusto que se les acuse de traicionar a la clase trabajadora, pues hicieron lo que pudieron, aunque se les puede reprochar que nunca debieron haber aceptado el retraso obligatorio de la jubilación. Creo que lo hicieron porque asumieron (erróneamente) que no tenían la suficiente capacidad de movilización para parar tal medida. Pero les rogaría que, una vez pactada la reforma, no repitan ahora, como justificación de su aceptación, los mismos argumentos que hicieron aquellos que los propusieron desde el principio. Referirse al cambio demográfico como justificación de la propuesta es convertirse en parte del problema en lugar de ser parte de la solución. PÚBLICO. 3-2-2011 Economía. El País Merkel respalda las reformas de Zapatero pero le pide nuevos ajustes Miguel González La estancia hoy en Madrid de la canciller alemana, Angela Merkel, solo dura seis horas, pero aún así esta cita es "la más importante de los últimos años entre España y Alemania", en palabras de Zapatero. Y no solo por la participación de seis ministros por cada parte -los titulares de Exteriores; Economía; Finanzas; Trabajo y Asuntos Sociales; Transporte e Infraestructuras; y Educación y Ciencia- o por la novedosa participación en el almuerzo de Moncloa de responsables de grandes empresas -como Cesar Alierta (Telefónica); José Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola); o José Manuel Entrecanales (Acciona)-, dirigentes sindicales y patronales -Ignacio Fernández Toxo (CC OO); Cándido Méndez (UGT); Michael Sommer (Confederación Alemana de Sindicatos); o Juan Rosell (CEOE)- y responsables de las respectivas confederaciones de cajas de ahorros. Merkel -que ha llegado a Madrid un día después de la firma del anhelado pacto social y en vísperas del Consejo Europeo de mañana en Bruselas- dará un fuerte espaldarazo a las medidas adoptadas por Zapatero: de la reforma de las pensiones a la reordenación del sistema financiero. Pero las palabras de elogio vendrán acompañadas por una advertencia de que España debe hacer todavía más, que aún hace falta una nueva vuelta de tuerca en el ajuste. Merkel trae bajo el brazo un "plan de competitividad", a cuya aprobación condiciona la ampliación del fondo europeo de estabilización de 750.000 millones; así como su flexibilización para permitir, por ejemplo, que los países más vulnerables puedan recomprar bonos en el mercado secundario y aliviar la presión sobre su deuda. El plan con el que Merkel quiere avanzar hacia la armonización de las políticas económicas y fiscales -pactado con el presidente francés Nicolas Sarkozy- incluye medidas ya adoptadas por España, como el retraso de la edad de jubilación hasta los 67 años, pero también otras nuevas, como la desvinculación de los aumentos salariales y la inflación, o la prohibición legal o incluso constitucional de incurrir en déficit, a imitación de lo que ha hecho Alemania. En declaraciones a varios periódicos alemanes, publicadas ayer, Zapatero se ha mostrado dispuesto a discutir con Merkel "las bases de un pacto de competitividad". Sin entrar en detalles sobre las propuestas de la canciller, argumenta que "el solo hecho de que este proyecto sea lanzado y que los grandes países, como Alemania, Francia, España e Italia se adhieran totalmente dará más confianza a los mercados que las discusiones sobre la flexibilidad y el tamaño del fondo de rescate europeo". "El euro se basa en una política monetaria común, pero falta el otro pilar, debemos hacer converger nuestras políticas de competitividad", agrega Zapatero. La reforma del fondo de rescate no se aprobará hasta el Consejo Europeo de finales de marzo y, con el alivio que supone la tendencia a la baja de la prima de riesgo de la deuda española, el Gobierno insiste en que puede financiarse en el mercado y no necesitará el paraguas europeo. Alemania es la primera interesada en que sea así. No solo porque debería correr con gran parte de la factura de un eventual rescate, sino porque Alemania es uno de los países más expuestos al riesgo español: en sus manos hay bonos del Tesoro español por unos 22.000 millones de euros, pero la porción de la deuda privada española que atesoran los bancos alemanes es muy superior: 167.000 millones, según el Banco Internacional de Pagos. Olvidados están ya los reproches del Gobierno a Merkel por alentar con sus declaraciones, en otoño pasado, los ataques especulativos contra la solvencia de la deuda española. EL PAÍS. 3-2-2011