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España campeona en pobreza y desempleo

La publicación de la EPA del 4º trimestre de 2013 ha puesto de manifiesto que, lejos de mejorar, las señales del mercado laboral español apuntan a que estamos ante la cronificación del desempleo de larga duración y la instauración de un mercado laboral que no permite salir de la pobreza.

Los datos de la EPA apuntan a la cronificación de la precariedad y la pobreza

Más allá de cifras puntuales que han mejorado a lo largo del 2013, las variables adelantadas, como puede ser la población activa, nos abocan a un largo periodo de estancamiento económico, incapaz de absorber no sólo el volumen de desempleo, sino elevar la población activa y la tasa de empleo hasta los niveles propios de un país desarrollado de nuestro entorno. La estructura productiva del país, basada en servicios de bajo valor añadido, y sin capacidad de incentivar otros sectores, nos hace ser muy vulnerables a las grandes crisis, y sólo mediante burbujas de crédito somos capaces de crear empleo de forma masiva.

No hay que olvidar que un buena parte de los parados de la EPA, más de 50%, no tienen una formación suficiente para poder ser empleables en otro tipo de actividad, aquellas que nos podrían acercar a las economías más competitivas. Este déficit educativo y de formación es una de las causas por las que, de forma endógena, la economía española únicamente puede crecer cuando los sectores más intensivos en capital humano de bajo nivel añadido, como pudo ser la construcción, el turismo y la hostelería, se expanden de forma significativa. Particularmente grave es el proceso de desindustrialización que en 2013 ha vuelto a añadir más destrucción de empleo, más de 100.000 ocupados han perdido su empleo, a lo que hay que añadir otros tantos en el sector de la construcción, que ya emplea a menos de un millón de trabajadores (978.000), cuando en 2007 tenía 2,6 millones de ocupados.

Déficit de formación, desindustrialización y empleos de bajo valor añadido resume el mercado laboral

Estos aspectos, junto a los datos de hogares, dibujan una sociedad completamente rota, con niveles de desigualdad y pobreza impensables en una economía que hace unos años luchaba por ser la octava potencia mundial, pero sin visos de un cambio de tendencia a medio plazo. La transición hacia el empleo de gran parte de los desempleados de larga duración es cada vez más difícil, especialmente para un colectivo como del de mayores de 45 años cuya probabilidad de encontrar empleo tiende a cero a medida que pasa el tiempo. La mitad de los desempleados ya son parados de larga duración, aquellos que llevan más de un año en el paro.

La concatenación de desempleo, pobreza y desigualdad son elementos que, al margen de ser inmorales desde una visión ética, dañan de forma estructural la economía nacional, alejando la probabilidad de una recuperación sostenida, hundiendo la moral y la confianza de una gran parte de la población. Ello nos permite aseverar que ya no estamos en una situación de crisis, sino que entramos en una era estructural en la que el empleo poco cualificado, precario, con salarios y condiciones de trabajo propias de una economía en vías de desarrollo.

La consecuencia más inmediata es la evolución de la población activa que refleja la percepción que se tiene de la evolución del mercado laboral. Es una variable procíclica que tiende a mejorar cuando hay visos de un cambio de tendencia en la ocupación. Llevamos más de 6 trimestres consecutivos en la que la actividad baja, y en el último año ya hay más de 200.000 activos menos, es decir población que se ha ido del país, que abandona el mercado laboral y engrosa las cifras de inactividad. Ello marca qué crecimiento potencial puede alcanzar una economía. Si tenemos más de un 40% de la población potencialmente activa fuera de la actividad, indica que no será posible crecer a medio y largo plazo a los niveles de los países donde la población activa supera el 70%, como puede ser los países nórdicos o Francia.

La evolución de la población activa anticipa que no hay recuperación del empleo a medio plazo

Junto a la fuerte caída de la actividad, otra variable que avanza con fuerza y rapidez es lo que se conoce como el subempleo. Esto se define como el volumen de empleo que ocupa la población que se le obliga a trabajar menos horas de las deseadas, aunque se les sigue considerando ocupados. A ello ha contribuido la reforma laboral que ha permitido de forma discrecional transformar empleo a tiempo completo en empleo a tiempo parcial. Así, en el último año, se han destruido más de 300.000 empleos a tiempo completo, habiéndose creado 140.000 a tiempo parcial, siendo este dato ensalzado como un gran triunfo de la flexibilidad. Con todo ello, el número de trabajadores subempleados alcanza los 2,4 millones, lo cual engrosaría las cifras de la tasa de paro en sentido amplio, como se calcula en EEUU. cuya tasa alcanza el 16%. En España la tasa de paro en sentido amplio, alcanzaría el 30%, frente al 26% oficial.

El subempleo alcanza los 2,4 millones de trabajadores equivalente al 30% de tasa de paro en sentido amplio

Otro aspecto a considerar, que también ha llegado para quedarse, es el gran volumen de horas extras que podrían ser sustituidas por empleos. Pero además, una gran parte de estas horas extras no se pagan. Cada semana, entre octubre y diciembre, los trabajadores españoles hicieron 5,86 millones de horas a mayores de sus jornadas ordinarias, según los datos ofrecidos por la EPA. Son un 18,4 % más que en el mismo período del año anterior y un 23,4 % más que en el trimestre anterior. Si tenemos en cuenta que la jornada media en España es de 40 horas semanales, si en vez de pedir horas extras se hubiese optado por generar nuevos puestos de trabajo, solo en el último trimestre se podrían haber creado más de 146.500. Si no se hizo fue, básicamente, porque más de la mitad de las horas extras salen gratis. Un 57,7 % del total, más de 3.381 horas a la semana (el equivalente a 84.540 puestos a jornada completa), no se pagaron, con lo que el volumen de horas no abonadas a los trabajadores se disparó un 28,6 % en solo un año. Por contra, las que sí se pagan tan solo crecieron un 6,8 %.

Las horas extras no pagadas hubiesen podido crear 146.500 empleos

Por último, en materia de hogares, las cifras son terribles. Es insostenible tener más de 1,8 millones de hogares con todos sus miembros en paro y más de 680.000 en los que no hay ningún ingreso. Esto requiere que la política actúe de forma inmediata para reducir y eliminar estas bolsas de pobreza que tienen visos de convertirse en epidemia.

En suma, las cifras de la EPA, más allá del autobombo del mínimo descenso del desempleo anual y la tenue creación de empleo en términos desestacionalizados, apunta a una degradación de las tasas de actividad, desempleo de larga duración, tasas d empleo y especialmente la precarización y proliferación de subempleo barato. Así nos acercamos al abismo social. Atentos.

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