SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

España, año cero

El crecimiento de los próximos años habrá que financiarlo con ahorro interno, algo extraño para un país acostumbrado a vivir de prestado. Incapaz de tejer un sistema productivo sólido más allá de contar con una docena de grandes multinacionales herederas en su mayoría de los antiguos monopolios. Y que, en contra de lo que suele decirse, son, en muchas ocasiones, más un freno que un trampolín de crecimiento, como lo refleja que las tarifas eléctricas o el precio del teléfono o del gas o la gasolina (sin impuestos) sea más caro en España que en la UE.

Regenerar un tejido productivo maltratado desde que España entró en la UE hace 25 años es, en este sentido, la clave de bóveda de la futura política económica, lo cual exige independencia de criterio y de actuación respecto de los grupos de presión. Algo complejo y sin duda deseable en el marco de un sistema político clientelar cuya correa de transmisión son las comunidades autónomas, responsables de las dos terceras partes del gasto público. De nuevo, no estaría de más mirar hacia el viejo canciller Bismarck.

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