Entrevista a Tony Kushner

Eslavos

¿Cómo se lanteó enfrentarse al tema de la transformación del primer país socialista en una potencia socialfascista?, ¿cómo conjugar las palabras con la estética que reflejase ese mundo?: estremece el horror de los burócratas y conmueve cuando “Bonfila”, la oncóloga se reclama socialista exigiendo respuestas…. En una obra de teatro la palabra es prácticamente lo único que hay. No trabajo con un juego de principios estéticos como norma; mi trabajo de escritura consiste en moverme entre mi mente racional y consciente y mi parte inconsciente, que está menos limitada por la racionalidad. Así pues, mi trabajo zigzaguea entre ambas para crear una conversación entre ellas y de este modo comienza a aparecer la obra. Creo que en muchas de mis obras se trata de que la gente del mundo occidental sienta la necesidad de teoría, porque sin ella es muy difícil planear una dirección, guiar tus propias acciones sin un sentido del significado de la vida y de la historia. Por ejemplo, el pueblo de la Unión Soviética y del bloque socialista para todo el mundo en la segunda parte del siglo XX era un mundo sin una estética marxista clara; todo lo que aparece en Eslavos muestra eso, son las preguntas que plantea “el bolchevique más viejo del mundo”. De una manera u otra la obra toma un carácter que expresa más que ningún otro la lucha y las contradicciones que se encuentran en el centro de la obra, y su lucha personal se convierte en la lucha con que el público se identifica más. Hoy en día no hay casi nada en el mundo que se parezca a un estado o sistema estalinista; el marxismo-leninismo ha muerto y con la caída de la Unión Soviética incluso los chinos apenas se referían a Marx. El impulso principal del marxismo se ha movido en una dirección mucho más interesante, del mismo modo que en los años 70 y 80 en Francia, Grecia y Alemania, de lo que habla Eslavos ha ocurrido de muchas formas. La carencia de una teoría, la carencia de un principio regulador o la ambición que se puede expresar han llevado a la situación de Rusia: hay un desorden terrible que la gente intenta evitar. Falta un sentido de la orientación y hay un sentimiento profundamente deprimente de una oportunidad perdida. A finales de los años 80 y principios de los 90, cuando estaba trabajando en Eslavos, cuando la glasnost y la perestroika estaban en marcha parecía que había una posibilidad de que naciera algo nuevo en lo que era la Unión Soviética, pero es algo que no ha sucedido. También hemos podido leer de usted que considera que “el público es más listo que tú, y hay que considerar que está siempre a tú lado…” desde luego esa es una posición revolucionaria en un amplio sentido ante el espectador. En Eslavos cuando la oncóloga en la escena tercera del segundo acto dice: “Hemos sufrido tanto y el Paraíso no ha llegado. ¿No debería regresar y explicarnos en qué nos hemos equivocado?, y al final la niña pregunta ¿y qué conclusión debemos sacar del naufragio?. ¿Está diciendo que no hay más dirigentes que nosotros mismos, que no hay iconos que vayan a venir a resolvernos el problema? No creo que el público en general sea más inteligente que yo, pero el de una obra sí que lo es. El público puede representar a la población en general, que a veces es un poco estúpida. Cuando presentas una obra, te das cuenta enseguida de la rapidez que tiene el público como grupo: entienden rápidamente lo que estás intentando hacer y lo siguen. Es muy difícil seguirles; es como correr al lado de un guepardo muy rápido, vas quedándote atrás. Tengo la opinión de que las personas son más inteligentes cuando piensan en conjunto; una de las mayores alegrías de estar en un teatro es que la gente focaliza su atención de un modo maravilloso, de forma que te das cuenta de lo que los demás están experimentando en ese momento. Para los actores y el director es un reto no aburrir al público. Siempre digo que lo más importante no es contar cosas que ya has solucionado con gente inteligente; eso sería como predicar para los ya convertidos. ¿Qué conclusiones ha sacado usted del naufragio? El momento al que te refieres es cuando están pidiendo que regrese el fantasma de Lenin, y lo que regresa es una visión de una víctima infantil dañada genéticamente por una confrontación soviética nuclear. No pretendo afirmar que no hay líderes, que no hay gente que nos puede ayudar a avanzar; creo en los grandes líderes de la historia, gente como Abraham Lincoln. Una de las mejores cosas de Lincoln era su profundo entendimiento de la naturaleza del liderazgo en una democracia, de que un líder tiene que poder distinguir claramente entre lo que es correcto y lo que es incorrecto, y debe saber la dirección en la que el país tiene que ir. El poder de movilizar un país en una democracia depende absolutamente del talento que se tiene para captar a la gente. Lo más notable de Lincoln era que en la guerra civil era capaz de convencer a la gente del norte de que el significado de la guerra era terminar con la esclavitud. El modelo de liderazgo no es insistir, no es desoír a la gente a la que se está intentando conducir, sino que consiste en llevarles contigo y, si no lo haces, pierdes el poder. Creo que hay clases de liderazgo que necesitamos urgentemente, pienso que Obama nos proporciona esta clase de liderazgo ahora mismo; resulta muy difícil: está significando un gran cambio, pero va a tardar mucho en conseguirlo. Ronald Reagan y sus favoritos hicieron mucho daño a la inteligencia política, no sólo en los Estados Unidos, sino por todo el mundo. Crearon y vendieron a todo el mundo una ideología basada en el egoísmo y la falta de preocupación por los demás. También hizo lo mismo con la idea de que una economía de libre mercado sin restricciones industriales era el camino al paraíso, o de que no había otro camino; también eso es liderazgo. Creo que podemos tener buenos líderes, pero tienen que mantener un diálogo con la gente para alcanzar el éxito. Creo que Eslavos muestra como cierto lo que todos entendemos como un fallo. La intención no era hacer un análisis de los errores, que es más de lo que ninguna otra obra podía hacer. La obra existe para burlarse de un momento en que la gente tenía que soltar un mapa para explicar el continente de la historia, un mapa que tenía muchas imperfecciones y era muy peligroso. Seguimos creyendo que hay una alternativa al capitalismo y comenzamos haciendo preguntas. Nos llama poderosamente la atención cuando hemos leído que afirma preguntarse al escribir una obra ¿Qué estoy alimentando?, es decir ¿a quién le sirve lo que cuento?, ¿cree que es una posición a contracorriente, frente a un teatro testimonial o superficial que pretende pasar de puntillas o distrayendo de las contradicciones de nuestro tiempo, alguna de las cuales son universales?… todo lo contrario a Ángeles en América, Eslavos, Homebody / Kabul… A lo mejor de alguna manera… No sé si la izquierda necesita mi trabajo, no sé si la izquierda necesita algo que no sea pensar constantemente y preguntar constantemente y mantenerse activa mientras examina si está haciendo un progreso y una transformación. No creo que mi trabajo sea especialmente importante, pienso que a cualquier persona que se considere a sí misma como un escritor político le gustaría que sus obras tuvieran un uso. Aunque creo que eso no significa que tenga que escribir sobre ciertas cosas y no sobre otras para resultar útil. Aspiro a ser de utilidad, pero no puedo garantizar que llegaré a serlo. ¿Nos puede hablar de en qué está trabajando ahora? Estoy trabajando en una obra nueva que es parecida a Eslavos porque regresa a muchas de las mismas preguntas; se titula The Intelligent Homosexual’s Guide to Capitalism and Socialism with a Key to the Scriptures. La obra se sitúa en Brooklyn en el año 2007 y trata de un hombre de setenta años que trabaja en los muelles y era miembro del partido comunista de los Estados Unidos. Realicé una versión el año pasado en Minneapolis y ahora estoy preparando otra para Nueva York. También estoy escribiendo el guión de una película sobre Abraham Lincoln, estoy trabajando en otro guión de Eugene O’Neill y, además, en otra película y un musical del que no estoy dispuesto a hablar.

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