«Unas calles a la espera de radiantes plusvalías; una farolas sin luz; unos bancos envueltos con plásticos que bailotean el desgarro; un vacío existencial; una panorámica futurista y medieval de las nuevas torres de Madrid; un activo en el balance de las cajas de ahorros que no dicen la verdad; y diez minutos de inquietud -quizá más- en un fondo de inversiones alemán. Uno de los poemas del momento español.»
Y al norte… ¡Uf!, al norte, el Directorio Euroeo, la Cancillería y los bancos alemanes que quieren cobrar. La Alemania popular que lee el Bild Zeitung (titular reciente: “¿Vamos a tener que rescatarlos a todos?”), la Alemania intelectual que no se atreve a pensar en clave imperial porque en 1945 recibió órdenes muy tajantes al respecto, y la Alemania política, prusiana, luterana y temerosa de la aparición de un partido antieuro. De esa contradicción alemana y principal pende toda la Europa del sur, hoy en estado de alarma. Esa España que necesita el ejército para protegerse de sus furias y de sus incivismos; ese elíptico retorno a 1959, cuando el Plan de Estabilización obligó a aprobar la ley de Movilización Nacional; esa pulsión bonapartista de un poder en apuros, que se niega a sucumbir. (LA VANGUARDIA) EL PAÍS.- La crisis de los controladores da cuenta de una crisis de autoridad de un Gobierno que lleva demasiado tiempo dando tumbos. El Gobierno osó acudir a las armas excepcionales porque su propia debilidad lo exigía. La debilidad favorece los comportamientos erráticos. Zapatero se ha puesto como una alfombra ante Marruecos o ante las presiones de los mercados y del norte de Europa, porque son demasiado fuertes, y, en cambio, ha sacado el arsenal intimidador ante un grupo impopular y pretencioso como el club de los controladores. Ahora el Gobierno celebra su éxito. EL MUNDO.- Como se temían en Prisa, los nuevos dueños del grupo, el fondo estadounidense Liberty Acquisitions Holding, han llegado con la guadaña afilada. Su primera decisión como nuevos accionistas de referencia -controlan más del 50% de las acciones- ha sido el cierre del canal CNN+. La decisión tiene una sola explicación: no les salían las cuentas respecto a la audiencia que tenía -un 0,5% en noviembre-. No era rentable y consideran que no es una inversión oportuna. Un claro aviso para todas las empresas del grupo. Opinión. La Vanguardia Ese gesto bonapartista Enric Juliana A maravilhosa beleza das corrupçoes políticas, / Deliciosos escândalos financeiros e diplomáticos, / Agressoes políticas nas ruas, / E de vez em quando o cometa dum regicidio / Que ilumina de Prodígio e Fanfarra os céus / Usuais e lúcidos da Civilizaçao quotidiana! Fernando Pessoa-Álvaro de Campos, ‘Ode triunfal’, 1914 Hay que ir a Pitis cada cierto tiempo. Pitis es la estación de metro del norte de Madrid donde, arriba, no hay nada. Nada. Un erial azotado por los vientos de Navacerrada; unas calles a la espera de radiantes plusvalías; una farolas sin luz; unos bancos envueltos con plásticos que bailotean el desgarro; un vacío existencial, que ríete tú de Sartre, La náusea, Simone de Beauvoir y los puentes tristes de París; una panorámica futurista y medieval de las nuevas torres de Madrid; un activo en el balance de las cajas de ahorros que no dicen la verdad; y diez minutos de inquietud –quizá más– en un fondo de inversiones alemán. Uno de los poemas del momento español. Hay que ir cada cierto tiempo al desierto de Pitis, estación término de la línea 7, después de Peñagrande, avenida de la Ilustración y Lacoma, para verlo todo un poco más claro. ¿Ver? Meditar. Imaginar. Suponer. Cuatro puntos cardinales hay en el desierto inmobiliario. Al sur, las deudas enormes (7.200 millones de euros, al menos) que Madrid puede tardar años en pagar, sin el auxilio del Estado, del centro siempre benefactor. Deuda que pesa como una losa en ese intangible llamado riesgo país. Una deuda que en Pitis deviene metafísica: es y no es. Existe como realidad contable y carnal (que se lo pregunten a los angustiados proveedores de la municipalidad), sin apenas dejar huella en el espíritu trabajador, pugnaz y competitivo, muy competitivo, del moderno ciudadano madrileño. En Madrid –lo juro– no se habla de la deuda capital. La ciudad entera da por hecho que, llegado el momento, después de las fiebres electorales de mayo, el Estado proveerá. No cabe en la imaginación popular que Madrid pueda declararse en suspensión de pagos, como California en el 2009. Esas cosas sólo pasan en el extranjero. No se habla de la deuda en los bares. Y la prensa atrincherada, de derechas y de izquierdas, publica sobre ella lo imprescindible. He ahí un maravilloso espacio de consenso periodístico. Concierto de editoriales: Zapatero, escucha, el Estado debe proveer. (En Madrid también se escriben editoriales unitarios). Atención estudiantes de Ciencias Políticas, a ver si resolvéis el siguiente enigma: Madrid, 7.200 millones de deuda y el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, sin rival, fresco como una rosa y citando, el muy pillo, a Manuel Azaña en su felicitación navideña: “Partiendo de una idea de España, Madrid se obtiene por deducción”. Barcelona, 780 millones de deuda, una de las haciendas locales más saneadas y el alcalde Jordi Hereu cayendo en las encuestas y sin la certeza de ser el candidato de un socialismo metropolitano que se teme lo peor. ¿No habíamos quedado en que la economía era la base de la política? Adiós, determinismo marxista. Al oeste de Pitis, las murallas de Ávila y las dehesas de Extremadura, donde gobierna Guillermo Fernández Vara, una de las mentes más lúcidas del poder meridional del PSOE, una fuerza que hoy teme el aislamiento. Cabe esa hipótesis. Si Alfredo Pérez Rubalcaba no logra sostener el andamiaje en los próximos meses, el PSOE puede acabar convertido en el partido regional del Sur. Al este, Levante, donde ya se emiten empréstitos como el de Catalunya y nada es exactamente lo que parece. Habrá noticia en Valencia esta semana. El sábado llega el AVE de Madrid a la estación del Nord. Venturosa novedad para todos los valencianos y revelación divina de la España radial. Alta velocidad hacia el centro, paso de tortuga en el Mediterráneo. Más evidente, imposible: entre Castellón y Ascó sigue funcionando una única y solitaria vía, la vía de 1868. El domingo, el TGV de la Société Nationale des Chemins de Fer Français llegará a Figueres. Francia ahora tiene prisa y no ha esperado a que concluyan las obras de Girona y la Sagrera. La Carolingia ferroviaria. Mapas, mapas, mapas. Desde Pitis se ven más claros. Y al norte… ¡Uf!, al norte, el Directorio Europeo, la Cancillería y los bancos alemanes que quieren cobrar. La Alemania popular que lee el Bild Zeitung (titular reciente: “¿Vamos a tener que rescatarlos a todos?”), la Alemania intelectual que no se atreve a pensar en clave imperial porque en 1945 recibió órdenes muy tajantes al respecto, y la Alemania política, prusiana, luterana y temerosa de la aparición de un partido antieuro. De esa contradicción alemana y principal pende toda la Europa del sur, hoy en estado de alarma. Esa España que necesita el ejército para protegerse de sus furias y de sus incivismos; ese elíptico retorno a 1959, cuando el Plan de Estabilización obligó a aprobar la ley de Movilización Nacional; esa pulsión bonapartista de un poder en apuros, que se niega a sucumbir. Ese aviso general, que desde Pitis se ve muy claro; qué digo claro, diáfano. LA VANGUARDIA. 12-12-2010 Opinión. El País Crisis y autoridad Josep Ramoneda La declaración del estado de alarma es, por definición, un hecho excepcional. Si se ha utilizado este recurso, por primera vez en la democracia española, es porque el Gobierno no había sido capaz de encontrar otra salida al conflicto con los controladores. La irresponsable acción de este club de selectos empleados aeroportuarios puede servir a Zapatero de tapadera de sus responsabilidades, pero no justifica la suspensión del juicio crítico sobre la acción gubernamental. Los controladores ya han pagado su prepotencia con el desprecio de gran parte de la sociedad, a la espera de que la justicia resuelva sobre sus responsabilidades. Pero la declaración de estado de alarma nunca puede ser un éxito. Los mecanismos normales no han funcionado. Y esto siempre es una mala noticia. La crisis de los controladores da cuenta de una crisis de autoridad de un Gobierno que lleva demasiado tiempo dando tumbos. "Los controladores la iban a montar y había que cortarlo", ha dicho Rubalcaba. No hubo sorpresa. El Gobierno sabía que si no cambiaban las normas los aeropuertos vivirían una Navidad agitada. Y sabía también que si cambiaban las normas se produciría un barullo importante. Las cambiaron la vigilia del puente. Y se montó el follón. Tampoco del lado de los controladores cabe el argumento sorpresa en que se han escudado los representantes sindicales, en un ejercicio de cinismo que confirma el desprecio del colectivo por la ciudadanía. Se sabía lo que iba a pasar y se sabía lo que se iba a hacer. Era un pulso límite y el Gobierno disponía de las armas para ganarlo. La ingenuidad de los controladores fue pensar que no las utilizaría. El Gobierno osó acudir a las armas excepcionales porque su propia debilidad lo exigía. La debilidad favorece los comportamientos erráticos. Zapatero se ha puesto como una alfombra ante Marruecos o ante las presiones de los mercados y del norte de Europa, porque son demasiado fuertes, y, en cambio, ha sacado el arsenal intimidador ante un grupo impopular y pretencioso como el club de los controladores. Ahora el Gobierno celebra su éxito. Arrastraba una imagen de falta de autoridad que repercutía día a día en las encuestas. El Gobierno se ha puesto macho, con el aplauso general que estas actitudes generan en sociedades conservadoras como las nuestras. La maniobra estuvo bien calculada. Y todo el mundo ha visto en ella la mano de Rubalcaba, que en este momento goza del beneficio de ser la última esperanza de los electores de izquierdas que no quieren ver ni en pintura el regreso de la derecha al poder. El Gobierno acababa de perpetrar un grave ejercicio de exceso de celo en su giro derechista, con la supresión de los 400 euros a los parados de larga duración. Sin embargo, por unos días, toda la atención se centra en haber puesto en vereda a un grupo social antipático. ¿Hasta cuándo durará el efecto? Probablemente hasta que el Gobierno tenga que tomar nuevas medidas impopulares por exigencia de los que mandan en la Unión Europea y del poder financiero. Y cuidado, porque el poder financiero ha conseguido un éxito de lenguaje muy importante: que ya no se hable de deuda privada -la suya, que es la que de verdad lastra a España- y de deuda pública -la que el Gobierno intenta enderezar-, sino de deuda soberana, que incluye a las dos de modo indiferenciado. Es la condición previa para transferir sus deudas al pago de los contribuyentes. El Gobierno respira con un gesto de autoridad. En un momento en que quizá Mariano Rajoy ha llegado a la conclusión de que es mejor que Zapatero, ahora que se ha puesto en línea con las exigencias de los ínclitos mercados, acabe de quemarse haciendo el trabajo sucio, de modo que cuando él llegue el terreno esté ya bastante despejado. En cualquier caso, cuando a un Gobierno se le acumulan los fuegos es que algo falla. Cuando una crisis sucede a otra -Marruecos, derrota en Catalunya, la deuda, los controladores, en menos de un mes-, la sensación de gobierno provisional y precario aumenta. ¿Qué puede hacer Zapatero? ¿Aguantar hasta el final a riesgo de que el descrédito siga aumentando? ¿Convocar elecciones anticipadas que no parecen aconsejables en el momento agudo de la crisis? ¿O renunciar para que el Parlamento elija a Rubalcaba presidente? Esta, que para muchos sería la fórmula sensata, tiene precedente: Calvo Sotelo, cuya elección fue interrumpida por un golpe de Estado, y al que un año y medio de buen trabajo no le sirvió para evitar la derrota de los suyos. EL PAÍS. 12-12-2010 Medios. El Mundo La Prisa de Liberty liquida CNN+ Raúl Piña Como se temían en Prisa, los nuevos dueños del grupo, el fondo estadounidense Liberty Acquisitions Holding, han llegado con la guadaña afilada. Su primera decisión como nuevos accionistas de referencia -controlan más del 50% de las acciones- ha sido el cierre del canal CNN+. La decisión tiene una sola explicación: no les salían las cuentas respecto a la audiencia que tenía -un 0,5% en noviembre-. No era rentable y consideran que no es una inversión oportuna. Un claro aviso para todas las empresas del grupo. La decisión del cierre deja patente el nulo margen de decisión que tiene en la actualidad la familia Polanco. Los que deciden ahora son tres nombres de Liberty como Martin E. Franklin, Nicolas Berggruen y Emmanuel Roman. La apuesta de los nuevos dueños contradice las intenciones de Juan Luis Cebrián, consejero delegado de Prisa, que hace un año, cuando se negoció la fusión de Telecinco y Cuatro, se había comprometido ante sus directivos a que CNN+ seguiría sus emisiones. Los trabajadores de la empresa CINTV, a la que pertenecen todos los de informativos de CNN + y de Cuatro, fueron informados ayer de la noticia. Prisa ha querido dejar la pelota en el tejado de Telecinco, dejando entrever que la decisión última de mantener o no el canal es suya. Sin embargo, fuentes conocedoras de la operación matizan a este diario que esa posibilidad nunca ha estado contemplada. «La decisión de cerrar CNN+ es de Prisa. Es una marca suya. En el acuerdo nunca se contempló que Telecinco la asumiera». Los trabajadores de CINTV sí pasarán a formar parte de Telecinco, dentro de su filial Atlas, y sí será la cadena de Mediaset la encargada de tomar las correspondientes decisiones de gestión empresarial. En Telecinco estarán bajo la dirección de Juan Pedro Valentín, actual director de los servicios informativos de Cuatro y de CNN + y próximo director general de Atlas. La intención de Prisa es manetener el canal con vida hasta el 31 de diciembre, fecha en la que expira el contrato con la compañía estadounidense Turner Broadcasting-Group Time Warner (propietaria de CNN). El acuerdo de fusión entre Telecinco y Cuatro supone que Prisa TV -la división audiovisual del grupo- aporta a Telecinco su licencia de televisión en abierto, que incluye los cuatro canales del múltiplex del que es titular. «Prisa TV se reservaba la opción de alquilar uno de los ocho canales resultantes de la fusión, con el fin exclusivo de desarrollar un canal de noticias. En este sentido, ha hecho saber a Telecinco, dentro del plazo convenido, que no ejercerá la opción de alquiler de dicho canal», señaló el grupo ayer en una nota. «Se trata de una decisión del grupo Prisa que acabamos de conocer. Esperaremos a que se pronuncien respecto al resto de sus canales para que desde Telecinco tomemos nuestra decisión editorial», señalaron en la cadena de Mediaset. Prisa tenía la posibilidad de decidir sobre la gestión de dos canales. Ha decidido sobre uno. Falta saber qué hará con el otro. Telecinco guarda cautela. Prisa pone fin con esta decisión a su presencia en el negocio de la televisión en abierto en España, ya que en 2008 ya decidió el cierre de Localia, su red de televisiones locales. EL MUNDO. 11-12-2010